EEUU
no es Brasil o Argentina, hasta donde sé, la FED es independiente y las ideas devaluatorias de Donald Trump las
aplicara cualquier presidente sea demócrata o republicano.
Una
cosa es la inflación y otra la devaluación: en Argentina y Brasil no funcionó eso
de la devaluación pues al mismo tiempo por la corrupción de los amigotes también
hay inflación pues se emite dinero local, para el clientelismo político y ganar
elecciones.
Si Argentina y Brasil hubieran devaluado y al mismo tiempo ponían un candado en su
banco central que emite reales o pesos argentinos hace 2 décadas , si se hubiera reactivado la economía independientemente de si subían o no las
materias primas
En
EEUU la cosa es diferente, si emite dólares inorgánicamente devalúa, pero al
mismo tiempo como es moneda local también habría inflación, salvo que el dinero
se lo lleven al extranjero y/o vendan sus bonos súper seguros a 100 años. O eleven
los impuestos simultáneamente, lo cual haría que el proletariado norteamericano
comience a sufrir como el proletariado griego o como dice la srta Mary eleven
los aranceles, pero EEUU tiene TLC con aranceles de casi cero con numerosos países.
En
EEUU, al proletariado no le llaman así, sino, es denominado consumidor .hay otras
clases que consumen pero así los denominan .
Además EEUU tiene el prestigio del dólar como
moneda más o menos fuerte, si la gente comenzara a dudar del dólar, y abandona
el dólar como moneda de reserva o adoptara a otras, EEUU tendría que comprar al
contado o pagar intereses elevados cuando las cosas no le salen bien como la
crisis subprime.
La otra posibilidad es que hagan como China y
digan de Facto el dólar valdrá tanto con respecto al yuan digamos- un dólar valdrá
5 yuanes- , a lo que China dirá -yo creo que 8 yuanes valen un
dólar –en ese caso ¿ocurriría una guerra , ya
no de divisas sino de armas?
Las
defectuosas ideas económicas de Donald Trump
http://lat.wsj.com/articles/SB11049606939973464181604581175212418469484?tesla=y
Donald Trump
en un evento de campaña en Iowa. PHOTO: GETTY IMAGES
Por MARY ANASTASIA O’GRADY
Lunes,
17 de Agosto de 2015
0:04 EDT
En las
palabras de Donald Trump, China es dirigida por una
camarilla de genios que fueron más astutos que Estados Unidos al reducir
la semana pasada el poder adquisitivo de sus ciudadanos mediante la devaluación
del yuan.
“Nos están matando. Ahora
van a quitarnos más empleos… quiero decir, es ridículo”, manifestó el precandidato
republicano a Fox News el día después de que
China dejara que su divisa cayera un mísero 2% frente al dólar. Posteriormente,
el yuan cedió otro 1%.
Japón
también es dirigido por
un reducido grupo de Einsteins asiáticos, según
Trump. El primer ministro Shinzo Abe “es
un gran líder” que está “reduciendo tremendamente el valor de su divisa,
recortando, recortando y recortando”. El resultado, explicó Trump, es
que “Japón ha vuelto” a ser un país de primera importancia.
El egresado
de la Escuela de Negocios Wharton, de habla imparable, no dijo qué haría si es
elegido presidente si los socios comerciales de Estados
Unidos anuncian una caída de sus divisas frente al dólar. Sugirió, no
obstante, que la devaluación está
haciendo a China y Japón más ricos y competitivos y a EE.UU. más pobre.
China lo hace, a su parecer, debido a que “no nos tienen miedo”.
No se sabe
si el Departamento del Tesoro en un gobierno de Trump
buscaría restaurar la vitalidad económica de EE.UU. mediante un debilitamiento del dólar mayor a lo que otros países
deprecien sus divisas. Tampoco está claro si como presidente simplemente
trabajaría para elevar los aranceles que impone
EE.UU. a las importaciones de los países que devalúan. Cualquier de las dos
alternativas sería una mala noticia para los estadounidenses. El resto de América también sufriría las consecuencias
si sus defectuosas posturas monetarias fueran adoptadas en la región.
Trump puede
estar impresionado con la devaluación como una herramienta de política debido a
que México —cuyos políticos, en su opinión,
están entre los más sagaces y astutos— la
utilizó durante muchos años. Sin embargo, reducir el valor de una divisa para
alcanzar la prosperidad es absurdo y generaciones de latinoamericanos, no sólo
mexicanos, pueden dar fe de ello. Si una “devaluación competitiva” rindiera los
frutos esperados, Argentina sería el equivalente
nacional de Donald Trump, es decir, un país muy, pero muy rico, en caso que
usted no hubiera escuchado las constantes alusiones de Trump a su patrimonio
neto.
Brasil tiene una historia parecida. Comenzó
a cultivar a los ciudadanos de ingresos medios sólo después de atar su divisa
al dólar en 1994 para frenar la hiperinflación. Brasil
abandonó tal política en 1999, pero eso no aumentó la competitividad global de
la economía. De hecho, ocurrió lo contrario. La devaluación funcionó como una
forma de proteccionismo. Cuando el real se debilita, los brasileños pierden poder adquisitivo y no pueden financiar las
importaciones con altos aranceles. Se ven forzados a comprar bienes de
menor calidad de las ineficientes industrias brasileñas.
En
2002, Argentina puso fin
a la convertibilidad, que establecía una paridad uno a uno entre el peso y el
dólar, y trató de igualar a Brasil con su propia mega devaluación en lugar de
liberalizar los mercados comerciales y laborales para mejorar su
competitividad. Hoy, Argentina es un desastre económico con una inflación de dos dígitos.
Posteriormente,
el real se estabilizó y luego se fortaleció frente a un dólar débil. Eso le
otorgó poder adquisitivo a los agricultores, que mecanizaron sus operaciones al
incorporar equipos importados y luego exportaron sus cosechas de soya. Los
inversionistas también se abalanzaron sobre Brasil por su auge petrolero, lo
cual impulsó la divisa y enriqueció al país.
Brasil
podría haber aprovechado el período de altos precios de las materias primas
para emprender reformas estructurales que apuntaran a seguir mejorado su
competitividad. En cambio, se quejó de la fortaleza del real a pesar de que absorbía capital con las tasas de interés de
dos dígitos que usaba para tratar de contener la inflación, que sigue
siendo una amenaza debido a las laxas políticas
fiscales.
Si
China permite que el
yuan caiga significativamente frente al dólar, ello tendrá repercusiones a
corto plazo para sus socios comerciales en América Latina. Brasil Chile, Colombia y Perú se han
beneficiado de la demanda china por su producción
agrícola, forestal, pesquera y minera, además de otros commodities. A corto
plazo, el debilitamiento del yuan encarecerá estos productos en términos de
dólares.
No obstante,
los términos de intercambio no varían. Siete rebanadas de pan siguen
equivaliendo a una botella de vino independientemente de si usted gana en
séqueles (Shekeles) , pesos o quetzales. Los países pueden sentir
la tentación de seguir el camino del yuan para preservar su participación de
mercado, pero al reducir el valor de los salarios de
los trabajadores, un banco central sólo traslada el costo de una economía poco
competitiva a la espalda de los trabajadores y los ahorristas y aumenta la
incertidumbre.
China dice
que desea convertir el yuan una divisa internacional. Desligarlo del dólar
supuestamente es el primer paso hacia tal objetivo. Pero sería más importante
la completa apertura de su cuenta de capitales para que el yuan sea libremente
convertible. Eso no sucede porque probablemente desataría una fuga de capitales
incontrolable y exacerbaría la desaceleración de la economía. No se puede
culpar a China por querer desacoplar al yuan de la inestabilidad del dólar,
pero la economía china es víctima de la planificación centralizada y la
ineficiente distribución de recursos que resulta de ella. La devaluación del yuan no resolverá eso.
Trump, por su parte, era más agradable
cuando su campaña se limitaba a ideas “fantásticas”,
“tremendas” y “geniales”. Ahora que está entrando en los detalles, está
perdiendo su encanto.
Nota
del autor del blog: a mí me gusta la idea del muro del Sr Trump , por un lado,
ya no se escaparían los talentos mexicanos a EEUU y por otro, impedimos que
entre el proletariado norteamericano, a adueñarse
de los puestos de trabajo de los mexicanos, cuando la automatización, dentro de
10 años reduzca los empleos en EEUU en
un 50 %.
Escriba a O’Grady@wsj.com
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