Casi
todos los países emergentes exportadores
de materias primas están al borde de la recesión por el derrumbe bursátil mundial
siguiendo al desplome chino de 8 % el domingo.
Los
países emergentes, los más expuestos al impacto del derrumbe bursátil global
http://lat.wsj.com/articles/SB12364240996500314105804581189231914400452?tesla=y
Un soldador
en un mercado en construcción en Kunming, China. La desaceleración del gigante
asiático plantea una amenaza para las economías emergentes. PHOTO: WONG
CAMPION/REUTERS
Por GREG IP
Lunes,
24 de Agosto de 2015
0:03 EDT
¿Puede la venta generalizada en las
bolsas globales augurar problemas para la economía mundial? Para el mundo de los países ricos,
la respuesta es no. Puede que el mercado alcista que ya lleva seis años en Estados Unido esté flaqueando, pero su expansión económica
no.
La situación
es más preocupante para los mercados emergentes.
No sólo
enfrentan una caída de las ventas a China
—especialmente de materias primas— sino también una competencia
más intensa de las exportaciones chinas tras la devaluación del yuan. El
resultado es una presión a la baja sobre las divisas, una presión alcista sobre
las tasas de interés y perspectivas de crecimiento más débiles.
Los países
ricos podrían beneficiarse debido a que un petróleo más barato —que el viernes
se hundió brevemente por debajo de US$40 el barril en
EE.UU.— impulsa el poder adquisitivo de los consumidores.
Los mercados de acciones prosperan sobre dos principios:
dinero
barato y crecimiento económico. Durante todo el año, los inversionistas se han estado preparando para
el fin del primero conforme la Reserva Federal de EE.UU. parecía hasta hace
poco lista a elevar las tasas de interés, luego de mantenerlas en casi cero
desde 2008.
Hay poca evidencia de que el
crecimiento esté a punto de desplomarse en EE.UU. u otras economías avanzadas.
En realidad, la actividad manufacturera se aceleró un
poco en el último mes en la zona euro y Japón
mientras que se expandió a un ritmo ligeramente más lento en EE.UU., según
sondeos a gerentes de compras publicados el viernes por la firma de información
financiera Markit.
La economía
estadounidense empezó el año a un ritmo débil, con el Producto Interno Bruto
—la medida más amplia de todos los bienes y servicios producidos— creciendo a
una tasa anualizada de apenas 0,6% en el primer
trimestre y de 2,3% en el segundo.
No obstante,
datos recientes de ventas minoristas y de viviendas han sido relativamente
optimistas. Economistas sondeados por The Wall Street Journal prevén que el
jueves el gobierno revise al alza la cifra del PIB a 3,3%. El empleo sigue
creciendo rápidamente.
ENLARGE
Las
expansiones económicas usualmente terminan porque los bancos centrales elevan
considerablemente las tasas de interés para contener las presiones
inflacionarias o debido a algún tipo de crisis, como una en el sector
financiero. Ninguna está a la vista. Aunque el desempleo
en EE.UU. está cayendo al nivel de 5% que usualmente se asocia al “empleo
pleno”, este factor aún no ha ejercido presiones alcistas sobre los
salarios, lo que sugiere que la economía aún opera por debajo de su capacidad
normal.
En Europa, el panorama cíclico es
incluso más optimista.
El Banco Central Europeo está comprando bonos como parte de una política de
“flexibilización cuantitativa” lanzada hace unos meses. La caída del euro ha aumentado la competitividad de las exportaciones y el
legado de recesiones consecutivas significa que el desempleo está muy
por encima de los niveles normales, lo que deja bastante margen disponible para
crecer.
La
desaceleración de China, a primera vista, es un revés significativo para el
mundo.
China representa 15%
de la producción global y en los últimos años ha contribuido con hasta la mitad
del crecimiento mundial. Sin embargo, eso exagera su impacto en otros
países. China exporta más de lo que importa, así que una desaceleración de su
expansión tiene un impacto limitado sobre sus socios comerciales.
Las exportaciones a China
equivalen a menos de 1% del PIB para EE.UU., el Reino Unido, Francia, Italia y
España. La cifra llega a 2,6% para Alemania y
2,7% para Japón, señala Peter Berezin de BCA Research, un servicio de
análisis financiero.
La excepción son los países que
venden materias primas. Los precios de los commodities han caído a medida que la economía de
China se ha desacelerado. El crudo también ha sido golpeado por un mayor suministro de Arabia Saudita y, pronto, de Irán.
Esto es potencialmente beneficioso para los consumidores de países que importan
crudo, como EE.UU. y los europeos, pero es un gran revés para los exportadores
de recursos naturales, como los países de América
Latina y Rusia.
Ese problema
ha sido agravado por la decisión de China este mes de devaluar el yuan. Aunque
el banco central chino lo describió como una medida para alinear su moneda con
los fundamentos del mercado, también abaratará las exportaciones chinas y
ampliará su cuota de mercado a costa de países como Corea del Sur y Vietnam. Berezin predice
que la medida tendrá un resultado negativo para el mundo.
Aunque al
panorama a corto plazo para EE.UU. y la mayoría de los países desarrollados es
aún relativamente benigno, también es frágil. Una de las razones es que el crecimiento subyacente a largo plazo
está siendo socavado por una población que envejece, un crecimiento lento
de la fuerza laboral y una enigmática desaceleración del crecimiento de la
productividad, o lo que cada trabajador produce.
El
Fondo Monetario Internacional estima que entre 2015 y 2020, la tasa de crecimiento a largo plazo en
los países ricos promediará apenas 1,6%, frente a 2,2%
anual desde 2001 hasta 2007. El crecimiento de los países emergentes caerá a 5,2% anual entre 2015 y 2010 ¿????,
frente a 6,7% en el período previo.
Cuando el crecimiento a largo plazo es más bajo,
se necesita menos que un shock para empujar a un país a la recesión. La
economía de Japón se contrajo en el segundo
trimestre, y Citigroup indicó que el consumo del sector privado allí es más
bajo que hace cuatro años, en parte debido a una población que envejece.
Una segunda
razón por la que el panorama de los países ricos es frágil es que la inflación está testarudamente estancada por debajo
del 2% que la Fed, el BCE y el Banco de Japón
tienen como meta. La reciente caída de los precios
del crudo y la devaluación en China, que llevará a la baja los precios de
todo lo que vende ese país, ejercerá presiones aún más
descendentes sobre la inflación. Cuando el índice de precios al
consumidor es bajo, también lo son las tasas de interés, lo que les da a los
bancos centrales menos munición para impulsar el crecimiento. Esa falta de
herramientas preocupa a las autoridades y debería preocupar a los
inversionistas que siempre han supuesto que los bancos centrales ayudarán a
poner fin a los mercados bajistas.
Hasta hace
un par de semanas, la Fed parecía lo suficientemente optimista con el
crecimiento estable del mercado laboral en EE.UU. como para subir las tasas de
interés en septiembre. Las minutas de su reunión de julio, dadas a conocer la
semana pasada, dejaron ver que no hubo consenso el mes pasado para dicha
medida, y las cambiantes condiciones de los mercados desde entonces podrían persuadir a los funcionarios de la Fed a
esperar.
Un alza de
un cuarto de punto porcentual no va a descarrilar la economía estadounidense. Sin embargo, en un mundo de inflación baja y un crecimiento
subyacente tibio, incluso un aumento moderado de las tasas de interés podría producir vientos en contra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario