Gobierno
Chino desesperado por la caída libre de su economía reduce el encaje bancario liberando
cientos de miles de millones de yuanes pero
el dinero no se va a la economía real sino a la especulativa.
China
se prepara para elevar la liquidez de los bancos para impulsar el crédito
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El Banco
Popular de China PHOTO: REUTERS
Por LINGLING WEI
Actualizado Lunes, 24 de Agosto de 2015 0:03 EDT
BEIJING—El Banco Popular de China se está
preparando para inundar el sistema bancario del país
con nueva ronda de liquidez destinada a impulsar el crédito, de acuerdo con
funcionarios y asesores del banco central, conforme la debilidad de la moneda
podría estimular una mayor salida de capitales del país.
La medida consiste en el recorte del encaje bancario
—la proporción de los depósitos que los bancos deben mantener en reserva— y
sería una señal de que las maniobras
cambiarias del banco central en las últimas dos semanas no estarían teniendo el
efecto buscado.
Beijing vuelve a recurrir así a las medidas de
flexibilización financiera que hasta el momento no han logrado estimular la
actividad económica.
La nueva
medida, que podría llegar este mes o a principios de septiembre, implicaría una reducción de medio punto porcentual en el coeficiente de
reservas, lo cual liberaría 678.000 millones de yuanes (US$106.200 millones) para que los bancos presten.
Sería
la tercera reducción del encaje este año.
Otra opción
que estaría considerando el banco central sería limitar los recortes sólo a los
bancos que prestan grandes cantidades a las pequeñas empresas privadas
—consideradas clave para el futuro crecimiento de China— aunque esa estrategia
no ha demostrado ser eficaz en la canalización de crédito a ese segmento.
El 11 de
agosto, una devaluación del yuan diseñada por el Banco Popular de China provocó
un descenso de casi 2% en el tipo de cambio oficial con respecto al dólar, lo
que ha llevado a una caída de 4% en la tasa cambiaria en el mercado, la más
pronunciada en dos décadas.
El banco
central vinculó la depreciación con sus esfuerzos por hacer que el mercado
tenga una mayor influencia en la determinación de la tasa de cambio conforme los inversionistas cambiaron sus expectativas del
último año y ahora esperan que la divisa se debilite en
lugar de fortalecerse.
No obstante,
la devaluación se produjo en un momento en el que un tambaleante mercado
bursátil ya había socavado severamente la fe de los inversionistas en la
capacidad del gobierno para manejar la economía. Y a la par de los crecientes
temores de una desaceleración más profunda, el yuan ha seguido en caída
mientras el banco central recurre a una estrategia que había dicho que
utilizaría en menor medida: la intervención directa para controlar el valor de
la moneda.
La última
intervención ha supuesto la venta de dólares y la
compra de yuanes para frenar la caída de la divisa. Analistas de Orient Securities Co., una firma de corretaje de
Shanghai, estiman que el banco central ha gastado en la intervención más de US$40.000 millones de sus cerca de US$3,6 billones en reservas
de divisas extranjeras. Conforme la acción oficial drenó efectivamente
los yuanes del mercado, el banco central inyectó la semana pasada en el sistema
financiera 260.000 millones de yuanes en fondos de
corto y mediano plazo para compensar la escasez de liquidez.
Sin embargo,
eso podría no ser suficiente si la desaceleración de la economía y el
debilitamiento de la moneda disparan una mayor salida
de capitales. Las posiciones en yuanes acumuladas en los bancos chinos
por compras de divisas extranjeras se redujeron en un récord
de 249.100 millones de yuanes en julio, una señal de que más dinero está
dejando China.
“Una nueva ronda de
reducciones de los requisitos de reservas es inevitable”, dice Zhang
Ming, economista sénior de la Academia China de Ciencias Sociales, un
centro de estudios del gobierno. Zhang proyecta hasta
cuatro recortes el resto del año.
Aun así, en
el banco central persisten las dudas acerca de la eficacia de esas medidas,
según funcionarios y asesores. Los últimos datos del banco central muestran que
los esfuerzos que el gobierno hizo desde principios de julio para apuntalar los
precios de las acciones se han traducido en un aumento de los créditos a las
instituciones financieras, pero los préstamos a la
economía real se han desplomado. Además, un considerable aumento de la oferta monetaria ampliada de China, de US$21 billones —casi
el doble de la de Estados Unidos—, podría impulsar la inflación y alimentar
burbujas de activos.
“El banco central
hubiese preferido no inundar el mercado de nuevo con liquidez de haber tenido
opciones”, dijo
uno de los funcionarios cercanos al banco central.
El dilema
sugiere que la política monetaria de China sigue en gran medida a merced de su
rígido sistema cambiario. El deseo de Beijing de controlar el valor del yuan,
como lo demuestra la reciente intervención cambiaria, significa que a
diferencia de la Reserva Federal de EE.UU. y otros bancos centrales, el Banco
Popular de China aún carece de la capacidad para llevar a cabo una política
monetaria independiente. La compra o venta de yuanes para influir en el tipo de
cambio afectaría la liquidez interna, lo que a su vez obligaría al banco
central a ajustar su política monetaria.
“Lo llamamos el dilema de
Zhou Xiaochuan”,
dice Wang Jian, analista de Orient Securities, en referencia al veterano
gobernador del Banco Popular de China.
Durante la
mayor parte de la última década, el banco central vendió yuanes y compró
dólares para moderar la velocidad de apreciación del yuan, lo que resultó en la
conformación de una enorme reserva de divisas y un aumento de los requisitos de
encaje para la banca. Desde el año pasado, conforme las expectativas del
mercado sobre la dirección del yuan cambiaron de la apreciación a la
depreciación, China ha experimentado preocupantes salidas de capital y el banco
central ha tenido que reducir los requisitos de encaje para evitar una mayor
salida de capitales y para impulsar la liquidez del mercado.
El Banco
Popular de China ha debatido la posibilidad de devaluar el yuan durante largo
tiempo, de acuerdo con funcionarios y asesores. La entidad se había resistido a
la medida en gran parte debido a su deseo de convertir el yuan en una moneda
global, dado que una divisa china más débil podría perjudicar su atractivo para
las empresas y los inversionistas internacionales. Sin embargo, en las últimas
semanas, en medio de continuas señales de debilitamiento de la economía china,
el banco central se vio obligado a ceder a la presión de una depreciación desde
dentro del gobierno chino.
En los meses
previos a su sorpresiva medida del 11 de agosto, el banco central mantuvo el
yuan prácticamente sin cambios frente al dólar, efectivamente empujándolo a una
apreciación frente a las monedas de otros mercados emergentes y perjudicando a
los exportadores de China. De hecho, hasta la depreciación, el yuan se había fortalecido 55,7% respecto de las
monedas de sus socios comerciales, en términos
reales, desde que se permitió la flotación parcial de la moneda china a
mediados de 2005. El yuan se apreció cerca de 33%
frente al dólar en el mismo período.
En una
conferencia de prensa del 13 de agosto, al explicar la decisión de devaluar, Zhang Xiaohui, un vicegobernador del Banco Popular de
China, dijo que para mantener el valor del yuan, también conocido como
renminbi, más en línea con el de sus pares, había “una cierta necesidad de
devaluar el renminbi frente al dólar”. Funcionarios del banco central también
dieron a entender en los últimos días que la entidad ya ha cumplido en gran
medida su cometido de guiar el yuan a la baja y que ahora se centraría en mantenerlo en torno a 6,4 yuanes por dólar.
Dentro del
gobierno chino, algunos vieron la estrategia del banco central de combinar la
depreciación del yuan con las reformas de mercado como una decisión inteligente
que podría contener las críticas de los detractores de China. Otros, sin
embargo, piensan que la oportunidad de la intervención del banco central es
cuestionable y que una mejor comunicación por parte de la entidad podría haber
evitado parte de la consiguiente volatilidad y lo que algunos llaman una
reacción exagerada del mercado frente al movimiento devaluatorio del yuan.
Funcionarios
de prensa del banco central no respondieron a las solicitudes de comentarios.
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