Opinión:
China dispara primero en una guerra de divisas
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Pese a sus
declaraciones, las autoridades chinas no han dejado que el mercado determina el
valor de su moneda. PHOTO: STR/AFP/GETTY IMAGES
Por GREG IP
Viernes,
14 de Agosto de 2015
0:04 EDT
En los
últimos años, Japón, Estados Unidos y Europa han
sido acusados de fomentar la guerra de divisas mediante el uso de políticas de
estímulo monetario que depreciaban sus monedas.
Estas
acusaciones no tenían sustento: todo el mundo, incluyendo a sus socios
comerciales, se benefició del aumento del gasto interno con una política
monetaria más flexible.
Pero la
decisión de China de devaluar el yuan es una excepción. Como esta acción no es
parte de un impulso monetario más amplio, su efecto será el desvío de la
demanda de sus socios comerciales sin dar nada a cambio. Se trata de un juego
de suma cero y por lo tanto, el primer disparo en una guerra de divisas.
Cuando la Reserva Federal de Estados Unidos o el Banco Central Europeo
flexibilizan sus políticas monetarias a través del recorte de las tasas de
interés o la compra de bonos, animan a los inversionistas a llevar su dinero a
otros lugares en busca de mejores retornos. Normalmente, eso lleva a la depreciación del dólar o el euro. La
Fed y el BCE, sin embargo, no tienen mucho que decir sobre cuánto caerán sus
divisas. Sólo saben que el impulso a sus economías vendrá a través del efecto combinado de menores tasas de
interés y una moneda de menor valor. Si bien esto último puede perjudicar a
sus socios comerciales, las menores tasas de interés ayudarán a una mayor
demanda interna que por lo general conduce a más importaciones.
En
contraste, China tiene un sistema financiero cerrado
y rutinariamente ajusta tasas de interés y tipos de
cambio de forma independiente el uno del otro.
La
devaluación de esta semana no se produjo debido a un recorte de tasas de
interés, sino en lugar de ese recorte. Al tratar de estimular la economía, las
autoridades chinas parecen apuntar a las exportaciones antes que correr el riesgo de que tasas más bajas
puedan elevar los precios de los activos y la deuda.
EE.UU. y el
Fondo Monetario Internacional han pedido desde hace tiempo a China que deje que
las fuerzas del mercado determinen el valor del yuan en vez de que el gobierno
lo dicte. Esto es lo que China dice estar haciendo. Las fuerzas del mercado han
estado presionando al yuan hacia la parte inferior de su banda cambiaria
permitida, y en lo sucesivo, esa banda
de negociación se ajustará en función del nivel al que las fuerzas del mercado
empujen la moneda.
Pero esto
está muy lejos de dar al yuan el valor que determine el mercado. El hecho de
que el Banco Popular de China mantenga cualquier tipo de banda cambiaria, que
la fórmula detrás de ésta siga siendo una caja negra, y que el cambio (al menos
en las transacciones internas) no pueda hacerse fuera de esa banda, va en
contra de lo que sería la real determinación del valor por el mercado.
¿En qué se
diferencia eso, podría uno preguntarse, de la vinculación de la corona danesa al
euro? La diferencia es que Dinamarca ajusta sus instrumentos monetarios —tasas
de interés y el volumen de coronas que imprime— para garantizar que el mercado
acepte el tipo de cambio fijado.
Si el
mercado empuja la corona por encima de ese nivel, Dinamarca tiene que bajar las
tasas de interés, imprimir coronas y comprar euros. Por lo tanto, el vínculo de
la corona al euro y su valor fundamental de mercado son los mismos.
Para China, el equivalente sería
permitir compras y ventas ilimitadas de yuanes por parte de extranjeros y
residentes, y luego
utilizar tanto la intervención como las tasas de interés para llevar al yuan a
su nivel deseado. Pero a pesar de sus declaraciones sobre las reformas de
mercado, las autoridades chinas siguen profundamente apegadas al uso de tantas palancas macroeconómicas como sea posible; convertir
el tipo de cambio en un apéndice de la política monetaria, como ocurre en la
mayoría de los países, sería renunciar a una de esas palancas.
Aunque en la
superficie China se ha movido hacia la idea de que el mercado determine el
valor de su moneda, seguramente no es una coincidencia que esto se haya producido cuando los mercados empujaban el
yuan en la dirección que las autoridades consideran esencial para el estímulo
económico.
Esto tiene el beneficio colateral de callar al
gobierno del presidente Barack Obama.
Dado que en
principio EE.UU. sólo quiere que el yuan sea determinado por el mercado,
Washington no puede quejarse si el resultado es que, en lugar de apreciarse, el
yuan se deprecia.
Pero la
verdadera prueba de si China está verdaderamente comprometida a que el precio
de su divisa lo determine el mercado se producirá cuando las fuerzas del
mercado lo empujen en la dirección opuesta a la que prefieren las autoridades. Tal vez China hable en serio, y se mantenga
al margen cuando eso suceda.
Por otra parte, hemos visto cómo su
compromiso para que el mercado determine el precio de las acciones duró sólo
mientras esos precios iban en alza, pero se diluyó cuando las bolsas empezaron a
hundirse.
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