Los
señales de China que el mercado ignoró
http://lat.wsj.com/articles/SB10229843365507953557404581203301087434180?tesla=y
Contenedores
demorados en los puertos de Los Ángeles y Long Beach, en febrero. PHOTO: BOB
RIHA JR./REUTERS
Por JOSH ZUMBRUN
Lunes,
31 de Agosto de 2015
0:02 EDT
Mucho antes
de que los inversionistas perdieran la fe en el mercado de acciones de China, algo raro estaba pasando en los puertos de Long Beach y Los Ángeles, donde los
estibadores y cargadores procesan casi 40% del comercio de Estados Unidos con
el gigante asiático.
Jock
O’Connell, un asesor
comercial con 28 años de experiencia estudiando los puertos en California, no
estaba viendo los patrones que se esperarían de un crecimiento rápido de la
clase consumidora china. El número de
contenedores procedentes de China seguía creciendo, pero desde 2013, menos
zarpaban en la dirección opuesta.
La semana
pasada, los mercados bursátiles globales tuvieron una sacudida violenta cuando
los inversionistas se despertaron de repente ante unos índices de acciones
chinos tambaleando, una señal inconfundible de que la segunda economía del
mundo se estaba desacelerando. Sin embargo, quienes observan de cerca los
patrones del comercio entre EE.UU. y
China han visto por varios años las señales que muchos en el mercado no vieron.
“Hace un par de años,
todo el mundo estaba aún emocionado con la pujante y creciente economía en
China”, dijo
O’Connell.
“Empecé a ver nuestras
cifras de exportación a China y pensé que tal vez estábamos haciendo algo mal”. Bienes producidos en EE.UU. que son
populares entre la clase media china, como almendras o los vinos de California,
no estaban registrando el alza de crecimiento que esperaba.
De 2000 a
2010, un número cada vez más alto de exportaciones, de
2% a 7%, salieron de EE.UU. hacia China. Luego, la tendencia se estancó.
La cifra volvió a subir en 2014 y desde entonces ha descendido.
Las señales
de advertencia de los puertos, sin embargo, no eran fáciles de detectar. La costa oeste de EE.UU. ha estado sumida en una ola de
congestión debido a problemas logísticos y agitación laboral en la industria de
carga marítima. Cuando esos inconvenientes se solucionaron durante el
segundo trimestre de este año, el comercio no se recuperó.
En
retrospectiva, las importaciones de china deberían haber suministrado una mejor
señal de advertencia. Desde 2002, después de que
se unió a la Organización Mundial del Comercio, el país asiático empezó a inundar los mercados globales con bienes baratos hechos
por trabajadores con salarios bajos.
Paul
Ashworth, economista jefe para EE.UU. de Capital Economics, cree que eso produjo un cambio
mayor en las dinámicas de inflación estadounidenses. “Durante los últimos 12 a 15 años, ha habido
una deflación continua de precios de bienes en EE.UU.”, dijo. “Todo es por
causa de China”.
Antes
de 2002, la inflación de servicios y la de bienes en EE.UU. se movían
típicamente en la misma dirección, impulsadas por la salud de la economía estadounidense.
Desde
2002, la inflación para servicios se mantuvo estable, mientras que la de bienes
empezó a hundirse. Los
restaurantes y las barberías no tienen mucha competencia internacional, pero
las estanterías de los minoristas están cada vez más llenas de bienes chinos.
En 2010 y 2011, pareció que la
presión de las fábricas chinas se moderó, lo que sugería que los consumidores en el país
asiático tenían el suficiente dinero para empezar a comprar ellos mismo los
bienes.
Pero para
2013, los precios empezaron nuevamente a bajar. Las autoridades chinas
confrontaron a las fábricas que producían artículos que nadie compraba. Ese
año, el Ministerio de Industria y
Tecnología de la Información de China les ordenó a empresas en 19 industrias
reducir sus niveles de producción. Las plantas de cemento,
acero, químicos y papel tuvieron que recortar su actividad.
De todas
formas, los bienes siguieron llegando, lo que sugería que la demanda interna en
China era débil. United Steelworkers, que representa a trabajadores de plantas
en EE.UU. que fabrican llantas, entre otros, se preocuparon lo suficiente como
para presentar un caso comercial con el que pedían la imposición de aranceles
sobre las llantas chinas. En enero, el Departamento de Comercio de EE.UU.
emitió una decisión preliminar diciendo que los neumáticos habían sido
injustamente subsidiados.
Cierta desaceleración
en China era inevitable. Una población que envejece y
crece poco significaba que el impulso que recibió en el pasado de nuevos
trabajadores sería difícil de repetir. La reserva de China de personas en edad
productiva (aquellos entre 16 y 59 años) empezó a contraerse en 2013 y se
espera que siga la tendencia descendente.
Los economistas también han
sospechado de las estadísticas económicas oficiales de China, las cuales solo han mostrado una
desaceleración modesta. Eso ha llevado a muchos economistas a monitorear
indicadores como la generación eléctrica, la producción de cemento o las ventas
de autos de pasajeros para tener una mejor lectura de lo que está pasando, dijo
Megan Greene, economista jefe de John Hancock Asset
Management.
El desempeño
del mercado de acciones de China fue otro factor
que ocultó los problemas subyacentes del país.
De octubre de 2014 a enero de este año, el índice Compuesto de
Shanghai se disparó 47%.
De
enero a junio, saltó otro 53%.
“A lo largo
del año pasado, mucha gente dijo, “hemos oído algunas
noticias negativas, pero mire, al mercado de acciones le está yendo bien, así
que algo debe estar bien’, y dejaron pasar las señales de una
desaceleración seria”, dijo Patrick Chovanec, estratega jefe de Silvercrest
Asset Management Group y ex profesor de la Universidad de Tsinghua, en Beijing.
Ahora, la ganancia del mercado de Shanghai para el año ha sido
borrada y los inversionistas que ignoraron las señales de una
desaceleración han tenido que reconsiderar abruptamente sus estrategias. Por su
parte, Chovanec cree que los inversionistas reaccionaron con exageración en las
dos direcciones.
“Primero que todo,
deberían haber prestado atención mucho antes, pero si prestó atención, habría
concluido que es un ajuste muy perturbador para China pero de ninguna manera
algo completamente negativo para el mundo”, señaló.
China sigue
siendo la segunda mayor economía del mundo después de EE.UU., una posición que
probablemente no cambiará pronto. En los próximos años, su crecimiento se
podría desacelerar aún más, pero China podría finalmente terminar con una
economía más sostenible. Un país que crece de forma lenta no puede seguir
construyendo carreteras para siempre, pero una clase media en ascenso podría
beber mucho más vino californiano.
“Antes,
cuando EE.UU, estornudaba, el resto del mundo se enfermaba”, dijo Greene de
John Hancock. “Ahora, otras economías grandes, especialmente China, pueden
estornudar y el resto del mundo lo siente”.
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