La
tecnología como fuente de alimentos
http://lat.wsj.com/articles/SB11961172208015624747104581202673889787408?tesla=y
Los
drones ya son parte de las nuevas tecnologías que se incorporan a la agricultura para responder a
las demandas de una mayor productividad. PHOTO: ALEX BRANDON/ASSOCIATED PRESS
Por CHRISTOPHER MIMS
Domingo,
30 de Agosto de 2015
12:01 EDT
Mark Bryant
es un agricultor de Ohio con unas 4.900 hectáreas
en las que siembra maíz, soya y trigo. Rara vez
se sube a un tractor, porque ya no es así como funcionan los cultivos.
En lugar de
hacer eso, Bryant pasa sus días monitoreando pantallas cargadas de datos que
recogen los casi 20 iPhones y los cinco iPads que
ha suministrado a sus empleados, quienes a través de esos dispositivos
transmiten información sobre los cultivos en tiempo real. Esto es posible
gracias al software
de Granular, una startup financiada por Google. Datos sobre la humedad, la calidad y el rendimiento de los
suelos recopilados desde aviones,
tractores sin conductor y otras formas de sensores automatizados y remotos son
también esenciales para su trabajo.
“Imagínese, hasta la
llegada de Granular hacíamos todo en una hoja de cálculo de Microsoft Excel”, dice Bryant.
El suyo no
es un caso atípico. Cada vez más, esta es la forma en que debe practicarse la
agricultura para que un cultivo siga siendo competitivo.
“Si realmente vamos a
ser agricultores profesionales y alimentar (a todo el mundo), tenemos que
utilizar esta tecnología”, afirma Jeremy Jack, un granjero en Belzoni, Missouri, una
ciudad que se ha autodenominado “La capital mundial del bagre”.
Este es el
problema que afrontamos: vivimos en un planeta habitado
por 7.000 millones de personas.
Se proyecta que a mediados de siglo, las bocas para alimentar serán 2.000
millones más.
Alrededor de
1.000 millones de personas ingresarán a la clase media
durante ese lapso, con lo que la demanda de
calorías en forma de carne y otros alimentos ricos en energía se
acelerará considerablemente. La Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) estima que para 2050 los agricultores del mundo deberán producir 70% más
de calorías en menos —tal vez mucho menos— tierra y con menos agua de lo que
usan hoy.
La
alternativa a esto es que la gente se muera de hambre,
que los gobiernos tomen medidas drásticas y que haya
sangre en las calles, como durante la crisis mundial de alimentos de
2007-2008.
En la
actualidad existe un gran debate sobre la sostenibilidad de nuestro sistema
agrícola, que depende fuertemente del agua y los
combustibles fósiles. Las personas están divididas entre el apoyo a los organismos genéticamente modificados (OGM) o los alimentos
orgánicos, o entre los animales alimentados con
pasto versus los criados casi como en fábrica. En todo caso y con
cualquier combinación de soluciones ad hoc para estos temas, un hecho sigue
siendo cierto: la agricultura familiar (particularmente
en Estados Unidos) deberá producir mucho más por hectárea, y esto
después de un siglo de avances en productividad sin precedentes en la historia
del sector.
EE.UU. tiene
más tierra cultivable que cualquier otro país, pero esa cantidad se está
reduciendo. Alrededor de 1.200 hectáreas se pierden
cada día debido al desarrollo. A pesar de esto, poco menos de 360 millones de hectáreas (40% de la superficie terrestre) se
dedica hoy a la agricultura. EE.UU. es, por
mucho, el mayor exportador de granos.
En
un sentido muy real, EE.UU. alimenta al mundo.
Obtener más
alimentos de cada hectárea sin devastar la tierra para las generaciones futuras
requiere del cumplimiento simultáneo de dos objetivos contradictorios: que los
cultivos sean cada vez más grandes —la consolidación conduce a la eficiencia,
como en cualquier otra industria— y que los agricultores sean capaces de
entender todo lo que pasa en su fincas hasta el más mínimo detalle, en días,
metros cuadrados e incluso plantas individuales.
El resultado
es una panoplia de tecnologías agrícolas que me sorprendió, pero tal vez se
deba a que los avances en tractores difícilmente reciben la atención de los
medios que recibe la iteración más pequeña en tecnología de consumo.
Y estas son
tecnologías que ya están en uso.
El mayor productor del mundo de vehículos autónomos de cuatro
ruedas no es Tesla ni Google, sino John Deere.
Y la cabina de uno de estos tractores de
conducción automática tiene tantas pantallas y tabletas
que se parece a la cabina de un avión de pasajeros. La comparación es
exacta en más de un sentido, ya que tal vez sólo la industria aérea puede
coincidir con la agricultura en el grado en que sus vehículos se han
automatizado.
“Cuando uno
piensa en John Deere piensa en un montón de ingenieros mecánicos diseñando
grandes piezas de acero, pero tenemos 2.600 empleados
que vienen todos los días a escribir software”, dice John May, director
informático de John Deere. (Como
referencia, una empresa de tecnología como Facebook, que ha estado contratando
mucho en los últimos tiempos, sólo triplica aproximadamente esa cantidad de
desarrolladores).
El resultado
es que John Deere y sus competidores no sólo están
produciendo tractores, cosechadoras y camiones que se manejan solos. Estos
vehículos también se coordinan entre sí, convergiendo automáticamente en
formaciones cerradas que atraviesan un campo, como cazabombarderos en un
espectáculo aéreo, poniendo en funcionamiento sensores
inalámbricos que hacen un mapa del campo. O máquinas
de sembrado y riego que pueden aplicar semillas y nutrientes, como si fueran cabezales de 20 toneladas de
una impresora 3D.
A diferencia
de lo que ocurre en la mayoría de las áreas de tecnología, esto está sucediendo
hoy. John Deere ha estado vendiendo tractores autónomos
durante 15 años. La novedad son las empresas centradas en datos con
pedigrí de Silicon Valley, como Granular, creada hace dos años y medio, o DroneDeploy,
una startup de vigilancia aérea, que tienen la capacidad de aprovechar toda
esta maquinaria y administrar los cultivos tan eficientemente como Google
administra sus centros de datos.
Mientras
buscaba una analogía que describiera lo que está pasando en la agricultura de
EE.UU., Sid
Gorham, presidente ejecutivo y cofundador de Granular, me sugirió
una poca atractiva pero apropiada: la agricultura está finalmente obteniendo su
ERP, un software de planificación de recursos
empresariales. Esta área banal pero crítica del software, dominada por
empresas como SAP, Oracle y Microsoft, permite a
las grandes corporaciones gestionar toda su cadena de suministro y sus partes
interconectadas, incluyendo flujos de caja y recursos humanos.
Este cambio
es revolucionario para quienes participan de él, como Bryant. El agricultor
solía administrar su granja con formularios en papel, una hoja de cálculo de
Excel y una experiencia duramente adquirida de decisiones instintivas acerca de
cuándo plantar y sembrar.
En otras
palabras: la forma en que vamos a alimentar a los 10.000 millones de personas
que según las proyecciones de los demógrafos habitarán este mundo en unos
decenios será mediante la gestión de cada hectárea de nuestras tierras de
cultivo con la misma precisión que hace posible que Apple ofrezca decenas de
millones de iPhones con pocas semanas de diferencia.
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