El
Califato de Iraq y la Gran Siria transforma a Mosul en un paraíso pero hay ciertas
restricciones a la libertad de desplazamiento.
La
transformación de Mosul tras un año en manos de Estado Islámico
http://lat.wsj.com/articles/SB11120473556046283797404581150422021930408?tesla=y
Por NOUR MALAS
Jueves,
6 de Agosto de 2015 0:03
EDT
Combatientes de Estado Islámico en
Mosul. AP
BAGDAD— En el bastión del Estado Islámico
en la ciudad de Mosul, el grupo extremista trabaja día
y noche para reparar caminos, embellecer jardines y remodelar hoteles.
La segunda mayor ciudad de Irak nunca lució tan bien,
gracias a las leyes estrictas que hacen cumplir los militantes sunitas.
Pero detrás
de esa apariencia, el grupo impone castigos mortales a quienes no cumplen con
una larga lista de prohibiciones establecidas desde que tomó control de Mosul
hace poco más de un año, el 10 de junio de 2014, según entrevistas con más de
una decena de residentes y ex residentes de la ciudad, refugiados y
funcionarios iraquíes.
Desaparecieron los puestos ilegales
que abarrotaban las aceras y la maraña de cables eléctricos que solía conectar
los techos.
Lámparas
nuevas iluminan las calles, que están inusualmente limpias de colillas de cigarrillos.
“En 30 años no había visto
a Mosul tan limpia, a sus calles y mercados tan ordenados”, dijo Omar, un residente. En las
últimas semanas, agregó, el Estado Islámico ha puesto de manifiesto una atención especial por las obras públicas, que
junto con otras iniciativas describió como parte de los esfuerzos del grupo por
obtener apoyo popular.
Mosul y su
población también cambiaron de otros modos. . Atrás han quedado santuarios emblemáticos y mezquitas que se alzaban en
el centro de la ciudad. Muchos fueron dinamitados
por los combatientes radicales, que consideran que venerar santuarios es algo
impío.
Iglesias
antiquísimas albergan ventas de garaje, donde miembros del Estado islámico
venden su botín de guerra o exhiben mercancías a selectas audiencias. La población cristiana nativa, una minoría en la
ciudad de mayoría sunita alguna vez salpicada de otros grupos religiosos y
étnicos, fue expulsada el año pasado bajo
amenaza de muerte. Cuando las mujeres salen a la calle están cubiertas de pies
a cabeza, incluyendo sus rostros. Los hombres fueron obligados a dejarse crecer
la barba.
El Estado
Islámico no tiene oposición aquí porque la vapuleada
minoría sunita de Irak tiene demasiado miedo a una campaña militar que podría
traer destrucción masiva y un futuro incierto
bajo un gobierno encabezado por chiitas y sus aliados, las fuerzas que
reconquistarían la ciudad, dijeron residentes actuales y pasados.
Así
transcurre la vida de más de un millón de personas en la ciudad más poblada que
el Estado Islámico controla en territorio de Irak y Siria.
Durante el
último año, el grupo profundizó su control sobre Mosul y construyó su aparato
administrativo y de seguridad. Al desactivar torres de
telefonía celular e Internet, aisló a la ciudad del resto de Irak y del
mundo.
AP
Un año
después de la caída de Mosul, el control de la ciudad se destaca como la mayor
victoria estratégica y simbólica del Estado Islámico.
La
campaña para recuperar Mosul es un importante eslabón de la estrategia de la coalición
encabezada por Estados Unidos contra este grupo, pero los planes de una
contraofensiva se han retrasado. Los militantes parecen estar capitalizando
este retraso para persuadir a la población de que están mejor bajo su control
que bajo la autoridad iraquí.
Desde agosto
pasado, cuando comenzó una campaña aérea encabezada por EE.UU., los bombardeos
han azotado los alrededores de esta ciudad del norte de Irak. Este año, fuerzas kurdas respaldadas por esos ataques aéreos
cortaron una vía clave de suministro desde Siria, y ahora rodean a la ciudad por el este, el oeste y el norte.
Los planes
de una contraofensiva han sido pospuestos porque Irak y EE.UU. han cambiado su
prioridad al desalojo del Estado Islámico de la provincia de Anbar y su capital Ramadi, que está más cerca de la
capital, Bagdad.
En
comparación con otras ciudades donde las fuerzas iraquíes y de la coalición han
expulsado a Estado Islámico, la población de Mosul no
se ha desplazado. Funcionarios estadounidenses afirman que alrededor de
un millón de habitantes permanecen en la ciudad. Funcionarios
iraquíes sostienen que la población está más cerca de
1,5 millones, incluyendo los desplazados de
Tikrit y Beiji.
“Todos los prisioneros
en esta ciudad oprimida quieren salvarse del Estado Islámico y regresar a la
vida normal”,
dijo Omar. “Pero todos están de acuerdo en que si la liberación se produce como en Tikrit y Anbar, con destrucción, bombas, disparos al
azar y saqueos, no queremos ese tipo de liberación”.
Otra
residente ratificó ese sentimiento y señaló que los informes de saqueos y
abusos de parte de las milicias chiitas en Tikrit agobian la mente de los
habitantes de la ciudad, aún cuando muchos de esos informes fueron exagerados.
Esta persona
dijo que incluso los soldados iraquíes podrían no ser
bienvenidos. “La mejor forma de deshacerse del Estado Islámico es
negociar con ellos para que se vayan a Siria”, aseguró. Esta propuesta
aparentemente irrealista refleja una desesperación por encontrar una solución
local en medio de las profundas sospechas y temores al ejército iraquí y sus
milicias chiitas aliadas.
En los
primeros meses del régimen del Estado Islámico, algunos residentes de Mosul
indicaron que pensaban que podían vivir bajo su dominio, según habitantes
actuales y ex habitantes de la ciudad.
“El Estado Islámico
logró en poco tiempo crear una organización de seguridad tan sólida, si no más,
en cuanto a orden y dureza, como la del régimen de Saddam Hussein”, dijo Omar. “De esta manera gobierna y dirige bien la vida
[de la gente]”.
Los
alimentos básicos se volvieron más abundantes y baratos debido a que el Estado Islámico
llenó el mercado con productos cultivados en las áreas bajo su control en
Siria, aunque el costo del combustible —monopolizado por el grupo— se disparó.
Muchas
tiendas cerraron y el comercio local se paralizó. Conforme el Estado Islámico
llenó con sus miembros los rangos de una nueva fuerza de seguridad y policía y
casi casi todos los demás empleos públicos, miles de personas quedaron
desempleadas. Las cortes islámicas y el sistema de castigos se volvieron cada
vez más severos.
Médicos,
jueces y profesores que desafiaron o cuestionaron las leyes de Estado Islámico
han sido ejecutados, a veces apedreados públicamente o crucificados. Las
prisiones están llenas de gente que espera sentencia de la corte islámica.
Una mezquita
destruida en Mosul. Associated Press
“Casi nadie
sale vivo”, dijo uno de los residentes.
Luego empezaron los ataques a las
minorías.
“Hay muchas cosas que
no nos parecen nada islámicas, como la forma en que fueron tratados los
cristianos”,
dijo una médica de Mosul que es muy religiosa y usa el velo.
“Mosul no
acepta lo que les pasó a los cristianos”, agregó la mujer, que vive en la
ciudad norteña de Kirkuk. El ataque del grupo contra las minorías “fue un gran
error que les costó nuestro apoyo”, aseguró.
En los
mercados, la lista de artículos e importaciones prohibidas comenzó a crecer.
En cuestión
de meses, las restricciones que eran una simple molestia se convirtieron en
sellos distintivos del dominio excesivo y extremo del Estado Islámico.
Una mujer de
52 años desplazada de Mosul, que ahora vive en las afueras de Bagdad, recordó
recibir una llamada de su hija a fines del año pasado. La hija, perpleja, se
quejaba que el pollo congelado estaba
prohibido debido a posibles aditivos que están prohibidos por la ley islámica.
“La
prohibición del cigarrillo fue absolutamente el mayor problema”, dijo un
residente actual. La prohibición ha desatado un costoso mercado negro de
tabaco.
En
noviembre, el Estado Islámico instituyó
una ley que prohibió los viajes fuera de la ciudad excepto por emergencias
médicas o para cobrar la jubilación en Bagdad. En ambos casos, el pedido debe
ser aprobado por una corte especial y requiere de un depósito de seguridad —que
incluye entregar un auto— para asegurar el regreso de la persona. El mes
pasado, los combatientes cavaron una
profunda trinchera alrededor de la ciudad, incrementando el sentimiento de
muchos de los residentes de Mosul de que están atrapados.
Nota del autor del blog: la
trinchera también sirve para detener una invasión.
—Ali A. Nabhan y Ghassan Adnan contribuyeron a este
artículo.
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