Si no les dan comida a 3 millones de
refugiados sunies en Iraq se unirían al Estado islámico. y a fin de año serian
10 millones de sunies desesperados dispuestos a todo.
Un
éxodo que presiona las costuras de Irak
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/06/21/actualidad/1434895368_861201.html
El desamparo de 3 millones de
refugiados suníes amenaza con dar alas al Estado Islámico
ÁNGELES
ESPINOSA
Bagdad
25
JUN 2015 - 14:52 CEST
Refugiados
de Ramadi huyen hacia Bagdad el pasado mayo. / KARIM KADIM (AP)
En el campamento de Al Salam, al sur de Bagdad, los
desplazados por el avance del Estado Islámico (EI) sobre Ramadi el mes pasado
se superponen a los que llegaron de la provincia de Saladino hace ya casi un
año.
De
375 familias se ha pasado a 800 y siguen aumentando. En total 3,1 millones de
iraquíes se han visto obligados a abandonar sus hogares desde junio de 2014,
casi un millón de ellos en los últimos
seis meses.
Pero esa
creciente presión choca con una falta de fondos que está obligando a la ONU a
reducir sus programas de asistencia. Fuentes humanitarias advierten del peligro
de que el EI saque partido de la eventual suspensión de la ayuda, lo que
afectaría sobre todo a la comunidad árabe suní.
“Nos estamos quedando
sin dinero”,
declara a EL PAÍS Lise Grande, la coordinadora humanitaria de la ONU para Irak.
“Estamos
a punto de abandonar a las víctimas del EI, una de las insurgencias más
brutales del mundo”, añade.
note que desde que se creo el Estado Islámico en junio del 2014 los refugiados subieron en mas del 300%
La falta de
fondos es tan grave que han tenido que cerrar 77
centros médicos en las zonas del frente y reducir las raciones de comida
que proporcionan a un millón de iraquíes. Por eso, la ONU y las ONG que
colaboran con la organización han pedido con urgencia a
los donantes 450 millones de euros para cubrir el coste de facilitar agua, comida, techo y otra ayuda de emergencia durante
los próximos seis meses a las comunidades desplazadas o afectadas por los
enfrentamientos entre el EI y las fuerzas gubernamentales.
“Cada vez que hay un
enfrentamiento, aumenta el número de quienes abandonan sus hogares”, constata Grande, que ha visto como
los desplazados pasaban de 2,2 millones a 3,1 millones
en los seis meses que lleva en Irak. “Hay 14 potenciales Ramadi en
camino”, advierte tras recordar que en total 8,2
millones de iraquíes necesitan asistencia y que fácilmente van a superar los 10
millones para finales de año.
“Necesitan
que alguien les escuche”
La misma
sensación de urgencia transmite Médicos Sin Fronteras (MSF), cuyo coordinador
para Irak, Fabio Forgione, declaraba recientemente que el país “está
experimentando su peor crisis humanitaria de las últimas décadas”. Esa
organización alerta de “zonas grises” a las que no está llegando la ayuda
humanitaria que miles de personas, sobre todo en el
centro de Irak, necesitan con urgencia.
Aunque nadie
lo menciona de forma directa, en el centro de Irak, en las zonas grises, viven
sobre todo árabes suníes, la comunidad más afectada por el vuelco político que
ha dado el país desde el derribo de Sadam Husein. Aunque
la mayoría chií recela de sus simpatías hacia del EI, son ellos las
principales víctimas, primero de su avance y luego de los combates para
recuperar el territorio. Fuentes humanitarias señalan que el 90% de quienes reciben ayuda son suníes. De ahí el
temor a que, si la falta de fondos les
deja sin asistencia, terminen echándose en brazos de ese grupo, que se presenta como su salvador frente a los Gobiernos chiíes de
Bagdad y Damasco.
Se ha visto
de nuevo tras la caída de Ramadi. Miles de personas, que habían aguantado un
asedio de nueve meses, intentaron ponerse a salvo cruzando el Éufrates, la
única vía de escape posible. En lugar de una operación de asistencia, el
Gobierno (dominado por una coalición chií) desplegó controles para evitar que
entre los escapados se colara algún terrorista suicida. Sólo quien disponía de
un familiar o conocido que le apadrinaba podía cruzar. Las imágenes de la gente
agolpándose desesperada en el pontón de Bsabeez pusieron en evidencia a las
autoridades.
“En el
puente han muerto niños y gente mayor que no ha aguantado el calor”, admite
Grande.
En
contraste, algunos ciudadanos acudieron a título individual a ofrecerse como
garantes de desplazados a los que ni siquiera conocían. Es el caso de Yasin, el
almuédano de la mezquita de Al Muthanna, en el barrio de Al Dora, que ha
acogido a 23 familias. Como ellos, la mayoría de quienes huyen de la violencia
han encontrado refugio en casas de familiares, edificios cedidos por
benefactores o centros religiosos.
“Tenemos
dificultades para llegar a ellos porque se distribuyen en más de 3.000 lugares;
muchas comunidades les han acogido y se han mostrado extraordinariamente
generosas, pero según pasan los meses empiezan a resentirse del esfuerzo. En Kurdistán se ha doblado el nivel de pobreza no sólo de
algunas familias, sino de toda la comunidad”, explica la coordinadora
humanitaria de la ONU.
Además, este
año Irak afronta un importante déficit fiscal debido al descenso del precio del
petróleo y los gastos por el conflicto con el EI. El
presupuesto se ha reducido un 40%, lo que está impidiendo la ayuda en
efectivo a los desplazados. Eso aumenta su vulnerabilidad, ya que hasta que no
están registrados no tienen acceso a la cartilla de alimentos que distribuye el
Gobierno. De ahí que Grande insista en la importancia de que la comunidad
internacional arrime el hombro. “Es algo temporal. En cuanto suba el precio
del petróleo, Irak podrá hacer frente a esas necesidades por sí mismo”,
asegura
………………………
Á.
ESPINOSA
“No hay
enfermedades graves. La mayoría acude con diarreas, problemas respiratorios e
infecciones de la piel debidas a las condiciones en las que se encuentran. Si
logramos que se instale el sistema de saneamiento y distribución de agua que
hemos propuesto, se solucionarían el 70% de los casos”, explica Ernesto
Altamirano, responsable médico de MSF, durante una visita a Al Salam donde el grupo
opera dos clínicas. En opinión de este salvadoreño, “lo que más necesitan es
que alguien los escuche”. Por eso su organización está preparando un servicio
de salud mental atendido por psicólogos.
El problema
es la burocracia iraquí. Visados y permisos resultan laboriosos de conseguir.
Aunque sobre el terreno los extranjeros son bien recibidos, las autoridades se
muestran recelosas. Altamirano considera que eso está cambiando. “Desde hace un
mes el Ministerio de Sanidad ha empezado a reconocer que no llega a todo, que
necesita ayuda”, señala.
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