Embaucan
a los argentinos con que están ante un nuevo dorado petrolero con los
yacimientos petrolíferos no convencionales de Vaca Muerta y que venderán su petróleo
a US$ 77 el barril .y les harán invertir US$ 6000,000,000 (mil pozos a US$
6,000,000 el pozo)
Nota del autor del blog: entiendo que si puede ser un excelente negocio para los que venden la tecnología y los desarrolladores del proyecto pero de alli a venderlo y competir con el petroleod e arabia sudita a US$ 20 el costo d e su barril o el de Libia a US$ 3 es el costo de extraerlo
Vaca
Muerta, el sueño del oro negro argentino
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/06/14/actualidad/1434286413_160142.html
Visitamos la joya de la nacionalizada
YPF, que aspira a seguir los pasos de EEUU con el fracking
YPF
y Chevron firman un
acuerdo para explotar el yacimiento de Vaca Muerta
CARLOS
E. CUÉ
Neuquén
16
JUN 2015 –
Vista aérea
de un pozo del yacimiento de Vaca Muerta. / REUTERS
Vaca
Muerta no se huele, pero
se ve desde muy lejos. Después de 80 kilómetros de sobrecogedor desierto
patagónico desde Neuquén, la capital de la provincia,
la llegada al yacimiento que ha despertado los sueños de grandeza de los
argentinos se intuye por los fuegos que salen de cada torre que corona un pozo.
Es el gas sobrante, de mala calidad, que no se puede vender. Está prohibido
lanzarlo al aire, así que hay que quemarlo. Alrededor solo hay pequeños
arbustos y mucho polvo. Un desierto agujereado por 400 pozos de fracking, la
mayor explotación del mundo fuera de EE UU. Argentina,
gracias a Vaca Muerta, es el segundo país con más recursos de gas de esquisto,
y el cuarto en petróleo no convencional.
Un titular
como el que ocupaba este fin de semana los periódicos hace soñar a Argentina.
“EE UU se convierte en el primer productor de petróleo del mundo”. El fracking
ha revolucionado la economía de EE UU y del planeta, con la reacción de los
países árabes para forzar una bajada del precio que destruya la rentabilidad de
los pozos de Texas. Argentina cree tener en Vaca Muerta una joya como la que ha
convertido Texas en el nuevo Eldorado. Son 30.000
kilómetros cuadrados de roca llena de petróleo. Eso sí, a 3.000 metros de profundidad y atrapado en microporos.
Solo se puede sacar destrozando literalmente la roca con agua, arena y
productos químicos: el fracking.
Para
lograrlo, Argentina se ha aliado con la estadounidense Chevron
y ha traído a gente como Aldo Guerrero, un
texano de origen mexicano que ha trabajado 13 años en Texas y otros 7 en Arabia
Saudí y otros países. Es el responsable de la máquina de 35 millones de dólares
que agujerea el pozo que visitamos invitados por YPF, la compañía argentina que
nacionalizó (un 51%) Cristina Fernández de Kirchner después de expropiársela a
la española Repsol en 2012, precisamente cuando Vaca Muerta empezaba a ser una
realidad.
Argentina es
el segundo país con más recursos de gas de esquito, y el cuarto en petróleo
“He viajado por todo el
mundo haciendo fracking. Esto es incluso mejor que Texas. Esa roca tiene muchas
posibilidades, mucho futuro”, se entusiasma Guerrero. Es el único que duerme ahí, en el
pozo, en medio del durísimo desierto patagónico, sin un árbol a la vista y con
temperaturas que van de 40 grados en verano a 14 bajo
cero en invierno. Por la noche, solo hay viento y silencio.
Esas
durísimas condiciones de vida son las que hacen que el fracking sea menos
polémico en Argentina, aunque en Vaca Muerta los mapuches que reivindican la
propiedad de esas tierras se oponen a la explotación. “No es lo mismo hacer esto en la
superpoblada Europa o en Buenos Aires que en el desierto patagónico”,
explican en YPF, donde descartan con argumentos técnicos cualquier riesgo de
contaminación de los acuíferos, el principal temor de los ecologistas. “El fracking se hace a 3.000 metros y los acuíferos están a
200”, se justifican.
Mientras
sube a la torre de 56 metros desde la que se controla la perforación (3.100 metros hacia abajo y otros 2.305 en horizontal dentro
de la roca, antes de enchufar al agujero 20 camiones llenos de agua y
arena a una presión de 10.000 PCI, inimaginable
si pensamos que una rueda de un coche tiene 30)
Martín Costa, jefe del equipo, ironiza con la imagen que todos tienen de un
pozo petrolero. “Si sale a chorros y nos manchamos, como en las películas, es
que hemos hecho algo muy mal. Aquí todo está entubado, el petróleo nunca se
ve”.
Las tuberías
van recubiertas de cemento para evitar fugas, pero solo hasta 350 metros de
profundidad. Más abajo, aseguran, no hay riesgo de que el petróleo se cruce con
los acuíferos. Todo es metódico, mecanizado, aparentemente seguro. Un cartel
presume: “90 días sin incidentes en este equipo”. Parece un récord.
“Hemos hecho
ya casi 400 pozos. Aún estamos aprendiendo.
Cuando lleguemos a los 1.000 pozos tendremos un
conocimiento exacto de todo”, resume André Archimio,
el responsable de la tecnología del fracking en YPF. Cuantos más hacen, más
rentable: baja el coste por unidad. Ese es el gran problema económico del
fracking. Cada pozo cuesta unos seis millones de
dólares. Uno
convencional solo dos. Aunque han logrado bajarlo mucho desde los 50 millones que les costaba en 2010.
Aún así
Argentina necesita enormes inversiones extranjeras para abrir más y más pozos.
Además de Chevron, con la que ya sacan 39.000 barriles diarios, YPF ya tiene firmadas alianzas
con la también estadounidense Dow y la malasia Petronas. Y Fernández de Kirchner acaba de
acordar otras con la China Sinopec y la rusa Gazprom. Para garantizar la inversión, el
Gobierno asegura que el petróleo se pagará como mínimo a 77 dólares y no a los 60 que
está el mercado.
Guerrero
trabaja 28 días seguidos y luego se vuelve a su casa en Texas para descansar
otros 28. Los demás hacen turnos de 12 horas y duermen cerca del campo, sobre
todo en el pequeño pueblo de Añelo, el más cercano, que ha doblado su población
en dos años, desde que empezó el fracking.
Los jefes se
van a Neuquén, donde la prensa da cuenta de la inminente inauguración de nuevos
hoteles de lujo para los ejecutivos del petróleo. Sol de Añelo, el mejor hotel
del pueblo, es un dos estrellas de 69 habitaciones a 1.050 pesos la noche (casi 100 euros). Y está lleno todo el año. Algunos
vecinos venden sus casas por fortunas a las petroleras para que instalen a sus
trabajadores y se van a vivir a otros pueblos más alejados de la joya argentina.
La riqueza
del petróleo es bienvenida, pero causa también muchos problemas. Miles de
hombres solos con dinero y pocas opciones para gastarlo. “Hemos pasado de 3.000
a 6.000 habitantes. Esto era un pueblo tranquilo y ha venido un tsunami. Hay
que controlarlo. Nosotros no queremos ser un campamento petrolero con 10.000
hombres. Eso implica drogas, prostitución, juego. Queremos llegar en 20 años a
ser una ciudad de 50.000 habitantes, pero para eso tenemos que hacer que vengan
con sus familias. En eso estamos”, explica el acalde, Darío Díaz.
Toda la
provincia está en ebullición. El casino de Añelo impresiona, pero el de la
capital, Neuquén, es de los mayores de Argentina. En el libro “Vaca Muerta”
(Planeta), de Alejandro Bercovich y Alejandro Rebossio, que analiza con detalle
el fenómeno, se explica que el paro en Neuquén ha caído del 8% al 5% pero a la
vez se ha convertido en la segunda provincia con más máquinas tragaperras per
cápita. “El crecimiento trae problemas, ese es el reto”, asegura el
alcalde.
Argentina, un país rico en
casi todo, que fue una potencia mundial en los siglos XIX y XX, y acogió a millones de europeos que
huían del hambre, vive momentos de incertidumbre
económica, como casi toda Latinoamérica, y sueña con sacar de Vaca
Muerta un nuevo maná como el que antes supuso el trigo o la carne y ahora la
soja.
La bajada
del precio del petróleo preocupa a todos, pero también tienen claro que Vaca
Muerta durará al menos 40 años y el precio, creen, volverá a subir. El petróleo
está ahí abajo y Argentina tiene intenciones de sacarlo como sea.
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