Los
peruanos desconfían de la minería, pese al desarrollo económico
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La historia
de Perú ha estado estrechamente ligada a los metales y la minería y la
desconfianza hacia las mineras extranjeras data de hace siglos. PHOTO: DADO
GALDIERI/BLOOMBERG NEWS
Por John W. Miller y Ryan Dube
miércoles,
6 de enero de 2016 0:07
EDT
AREQUIPA,
Perú—El auge de las
materias primas impulsado por China ha sacado de la pobreza a Perú, el segundo
exportador mundial de cobre, pero las empresas mineras dicen que es uno de los
países más difíciles para los negocios.
La
desconfianza hacia las mineras extranjeras tiene raíces profundas. Una docena
de personas murieron en protestas contra las mineras en 2015.
Los
economistas dicen que la minería ha sido clave para el robusto crecimiento
económico de Perú durante el último decenio, al haber ayudado a reducir la pobreza de casi 60% en 2004 a 20% el año pasado.
Para los
peruanos de clase baja y media, el panorama no es tan claro. La minería “no es
buena, pero nos da dinero”, dice Daisy Araujo, de 28 años y madre de cuatro
hijos. Su esposo trabaja en una mina de oro bajo tierra que queda a 12 horas de
su casa y lo ve apenas unos días al mes.
La
desconfianza hacia la minería data del siglo XVI, cuando los conquistadores
españoles llegaron a las costas de Sudamérica impulsados por su codicia de oro
y plata. Después de capturar al emperador inca
Atahualpa, acordaron liberarlo a cambio de una habitación llena de oro y
dos de plata. Atahualpa cumplió su parte del trato, pero
los españoles se retractaron y mataron al líder
inca.
Desde
entonces, la volátil historia de Perú ha estado estrechamente vinculada a los
metales y la minería. La región andina, rica en oro, plata, cobre y otros
minerales, ha generado una amplia riqueza para gobiernos y empresas, pero
también ha dado lugar al resentimiento, la rebelión y conflictos con la
población indígena.
En el
período colonial, los españoles exigían
a las comunidades indígenas que enviaran una séptima parte de sus varones en
edad de trabajar a las minas durante un año. En algunos casos, según
historiadores, los hombres eran sacados de sus comunidades y forzados a caminar
durante meses a través de cientos de kilómetros de terreno montañoso para
llegar a las minas.
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“Eso de
tener que ir a trabajar a las minas era algo muy resentido por la población
indígena”, dice Carlos Contreras, historiador de la Pontificia
Universidad Católica del Perú. “Les molestaba mucho tener que pagar eso
tipo de impuestos que los llevaron tan lejos de sus hogares.”
La rebelión
indígena del siglo XVIII en la antigua capital incaica de Cuzco, liderada por
un descendiente de los incas José Gabriel Condorcanqui,
llamado Túpac Amaru, fue motivada en parte por reclamos para poner fin
al sistema de trabajo forzado.
El comienzo
de la minería moderna en Perú puede ser rastreado hasta principios del siglo
XX, cuando mineras estadounidenses, como Cerro de Pasco
Corporation, empezaron a comprar pequeñas empresas del sector y a
desarrollar grandes y modernas operaciones. Si bien la plata fue el principal
mineral durante la colonia, el cobre, utilizado en tuberías y cables, adquirió
mayor relevancia con la llegada de compañías estadounidenses y la revolución
industrial.
Para
albergar a los trabajadores, las firmas estadounidenses construyeron aldeas a
grandes altitudes en la Cordillera de los Andes, donde los indígenas de habla
quechua aprendieron sobre el capitalismo moderno y a hablar español.
No obstante,
la propiedad extranjera de los recursos naturales del país también provocó
resentimiento, llevando a la expropiación de minas de
empresas estadounidenses por parte del dictador
militar de izquierda Juan Velasco Alvarado, quien gobernó el país entre 1968 y 1975.
“Por un lado
eran lugares queridos porque eran lugares de trabajo y riqueza”, dice Contreras
sobre las minas de propiedad extranjera. “Pero por otro lado odiados. Pensaban
que era riqueza que no disfrutaban los peruanos como deberían disfrutarla”.
El Estado
operó las mayores minas de Perú hasta los años 90,
cuando el entonces presidente Alberto Fujimori
abrió la economía a la inversión foránea y privatizó
compañías estatales.
Las
políticas favorables para el sector empresarial atrajeron a inversionistas
extranjeros como Newmont Mining Corp., con sede en
Denver, que adquirió una participación mayoritaria en la mina de oro Yanacocha, y la china Shougang
Hierro Perú, que compró el proyecto de mineral de oro
Marcona.
Sin embargo,
el reciente auge minero, al igual que en el pasado, también ha encendido la
mecha de conflictos, esta vez por preocupaciones medioambientales y la
distribución de los beneficios económicos. Comunidades rurales se han opuesto a
varias minas de gran escala, lo que ha llevado a Newmont
y Southern Copper Corp. a archivar proyectos pese a contar con la
aprobación del gobierno.
Alrededor de
Arequipa, la expansión de Cerro Verde, de la estadounidense Freeport-McMoRan,
ha posibilitado una vida de clase media a miles de peruanos, pero también ha
generado quejas de que la empresa necesita distribuir más dinero y empleos.
El ingeniero
eléctrico Harold Lafont, de 33 años, dice que la compañía lo contrató en 2005,
al graduarse de la universidad, para hacer una pasantía. Recibió una evaluación
positiva, lo que llevó a un puesto de tiempo completo en 2011. No gana mucho
más de lo que Freeport dice que es un salario anual
promedio de US$30.000, pero le ha permitido tener un apartamento, un
auto y una buena vida para su esposa y su hijo de 2 años. “Son tiempos
difíciles en el negocio de la minería, así que soy muy afortunado”, cuenta. “Cerro
Verde es una compañía que hace las cosas bien y gasta el dinero que toma”.
Cerro
Verde en general ha
recibido altas calificaciones por sus políticas laborales en Perú. “Todos
saben que tiene los mejores trabajos, por lo que los niños de los barrios
pobres hablan de ser ingenieros de minas”, señala Alison Schmierer, una
estadounidense que dirige un programa escolar sin fines de lucro para chicos de
escasos recursos. “Desafortunadamente, necesitan capacitación para eso, y eso no siempre
está disponible”.
La iglesia
también puede jugar un papel decisivo en Perú. Freeport ha cortejado y recibido
el apoyo del arzobispo local, Javier del Río Alba. “Están pagando impuestos, y
contratando localmente, así que no tengo objeción”, dijo Del Río Alba en una
entrevista, agregando que la empresa ha contribuido dinero a programas sociales
que él apoya. En otras partes de Perú, clérigos han liderado la oposición a la
minería.
Araujo es
una de las decenas de miles de personas que viven en los barrios pobres cerca
de Cerro Verde. Tiene sentimientos encontrados acerca de la mina y desea que su
marido pudiera trabajar allí, pero él no está suficientemente calificado.
En 2010, con
la esperanza de apaciguar protestas y obtener respaldo, Freeport les envió a
Araujo y sus vecinos regalos de Navidad. Ella recuerda balones de fútbol para
los niños y muñecas Barbie para las niñas.
Freeport
afirma que tiene una tradición de enviar regalos de Navidad a los niños del
área y que también patrocina programa educativos.
La compañía
también acordó construir una planta municipal de tratamiento de agua,
contribuir a un fondo comunitario y financiar decenas de proyectos más
pequeños.
Araujo dice
que su postura sobre la gran mina cerca de su casa sigue siendo ambivalente y
que no quiere que sus hijos trabajen en la minería a menos que sean jefes o
ingenieros.
En la
Asociación de Cerro Verde, un barrio más acaudalado cercano a la mina, los
residentes tienen opiniones contrapuestas.
“Tenemos una
buena relación con la mina, y es buena para nuestra prosperidad”, afirma
Augustín Manchego, de 70 años y ex concejal cuyos hijos trabajan para Freeport.
“Pero hace que todo esté lleno de polvo, tengo que lavar mi auto cada dos días,
y a veces huele a huevo podrido”.
Teodore Juan
Manrique, un inspector municipal de transporte, dice que el tráfico de la mina
ha provocado “caos”. Además, Freeport rechazó su pedido de financiamiento para
arreglar la escuela de sus hijos.
Debido a que
Freeport ha pagado por tantas cosas, y porque sus residentes confían en que la
empresa cumpla, “ha reemplazado al gobierno como el proveedor a los ojos de
muchos”, dice Julia Torreblanca, vicepresidenta de Cerro Verde. “Pero
obviamente, no podemos pagar por todo”.
Freeport ha
intentado contratar tantas personas como sea posible que residan en las
inmediaciones de la mina. “Pero tienen que estar calificados, queremos a los
mejores de los mejores”, agrega. “Y si hubiera problemas laborales, no queremos
un montón de trabajadores descontentos que viven al lado de la mina”.
Nota del autor del blog:
1: Atahualpa previamente estaba en guerra
civil contra Huascar el legitimo heredero del trono inca y Atahualpa venció con
tropas desde Quito- Ecuador y mato a su hermano y es por eso que lo … asi dicen
los españoles- para justificar su
crimen.
2. Túpac
Amaru fue un revolucionario, pero si se lo juzgara en la actualidad los cargos
serian sedición narco terrorista
Sedición pues
fue contra el gobierno , narco pues era comerciante
de coca y transportaba con un convoy de 190 mulas hojas de coca a Argentina. Y terrorista pues ataco e incendio una iglesia llena de soldados
españoles
Y Newmont Mining Corp gano un juicio con ayuda de un asesor de la CIA, Vladimiro Montesinos que
controlaba el poder judicial me imagino pagando una cuantiosa coima .
Por otro lado la minería aporta a las
exportaciones con el 75 % pero si se lo mira bien son solo piedras que cuando se acaben o bajen de precio volveremos a ser pobres
pues lo que los saca de la pobreza a miles es que el gobierno da limosnas
disfrazadas de ayudas sociales.
Luego la minería contamina y la mayoría de comunidades campesinas viven
de la agricultura y una vez depositados los relaves, un accidente o lluvias
torrenciales puede llevarlos a causes de
los ríos y contaminar todo así como la compañía Vale contamino el sur de Brasil
El sueldo mínimo en Perú , es S/.750 unos US$ 220 mientras los ministros se
suben el sueldo a s/. 30,000 unos US$ 8823
así como la mayoría de funcionarios del estado jueces procuradores, bancos
estatales etc. Incluso creo los sacerdotes ganan como US$ 10,000 por medio de
una clausula llamada el Concordato , es decir la minería paga sus sueldazos y ellos ciertamente están a favor d e la minería.
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