Un
análisis de porque la economía mundial se encamina a la peor recesión global
nunca antes vista desde que se extinguieron los dinosaurios.( Alan Stoga es
Asesor Senior en Kissinger Associates, Nueva York) . El barco chino se hunde inexorablemente,
Los mercados financieros están cayendo prácticamente en todo el mundo sin lugares
donde refugiarse, excepto comprar dólares, lo cual agravara más la economía mundial.
Empezamos
mal…
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/01/14/actualidad/1452783083_855035.html
El año nuevo
ha comenzado con turbulencia económica e incertidumbre global
ALAN
STOGA
14
ENE 2016 - 18:11 CET
El año ha
comenzado con un estallido, pero no de los que les gusta oír a quienes celebran
el Año Nuevo. Los mercados financieros están cayendo
prácticamente en todo el mundo; el capital busca
refugios; el superdólar, que supuestamente
"no puede ser más fuerte de lo que es", sigue subiendo; el petróleo y otras materias primas industriales
continúan con perspectivas a la baja; los pronósticos
económicos, en particular para los grandes mercados emergentes, empeoran casi a
la misma velocidad a la que se deprecian sus monedas.
¿Por
qué este pánico cuando, en realidad, no ha sucedido casi nada nuevo? La respuesta rápida es tal vez que a
los mercados les gustan las anclas y cuando esas anclas desaparecen se quedan
de inmediato a la deriva. La relativa estabilidad de los dos últimos años se
basaba sobre todo en dos cosas:
el
mantenimiento de tipos de interés cero por parte de la Reserva Federal y
la
confianza en la capacidad de China para diseñar un aterrizaje suave. Ambas cosas han desaparecido, y los
mercados están desquiciándose.
Primero,
la Fed. La duda
hamletiana que durante tiempo acosó a su Junta de Gobernadores se resolvió por
fin el mes pasado, y así comenzó el final de más de cinco años de unos tipos de
interés en mínimos históricos y, en teoría, el regreso a un entorno financiero
más normal. Lo malo es que toda la matriz mundial de financiación pública y
privada —literalmente billones de dólares de
instrumentos financieros— estaba construida sobre esa plataforma de dinero híper barato. Al mismo tiempo que las empresas y los hogares en Estados Unidos se
desapalancaban después de la crisis financiera, las
empresas y los gobiernos en el resto del mundo acumulaban deuda barata mucho
más deprisa de lo que acumulaban ganancias o ingresos fiscales.
Por
supuesto, todo el mundo sabía que, algún día, los tipos de interés —y por tanto los costes de endeudamiento— aumentarían,
pero pocos inversores en busca de rendimientos ni empresas en busca de dinero
barato pudieron resistirse a la tentación inmediata.
Pues bien, ese "algún día" ha llegado, ha comenzado lo que podría
denominarse la
gran descompresión, y la posibilidad de
crisis financiera se agudiza debido al ambiente mundial de crecimiento
lento y deflación.
Por ejemplo,
el Banco de
Pagos Internacionales informa de que la ratio de apalancamiento de las empresas con sede en mercados
emergentes no sólo aumentó espectacularmente sino que superó a la de las
empresas de mercados desarrollados por primera vez desde la gran recesión.
Las empresas de los mercados
emergentes —de Brasil, China, Turquía, México y otros
países— acumularon deuda y perdieron rentabilidad; desde 2010,
la ratio deuda/capital en las empresas de mercados emergentes pasó del 80% al
105%, mientras que el rendimiento del capital
cayó de un máximo del 15% al 11%. Estas empresas están mal colocadas
para la gran disolución, por lo que está garantizado
algún tipo de crisis, aunque sólo sea porque, en
su mayoría, no se han enfrentado nunca a ciclos crediticios globales.
Después
está China. El
crecimiento económico del país lleva varios años desacelerándose. En parte, la
ralentización se debe al agotamiento del modelo basado en las exportaciones que
transformó el país y lo convirtió en la segunda economía del mundo; y en parte,
fue resultado de los esfuerzos del gobierno para introducir las fuerzas del
mercado, estimular el consumo en lugar del ahorro ¿?? y
reformar las empresas de propiedad estatal. Como consecuencia, la tasa de
crecimiento anunciada oficialmente se situó alrededor del 6,5%, donde iba a permanecer, según insistió el
presidente Xi, hasta 2020.
Nota del autor del blog: Creo se debió
decir …estimular en ahorro en lugar del consumo …debe ser error de traducción
Por
desgracia, las cifras reales pueden ser muy inferiores,
de acuerdo con diversos economistas, operadores, intermediarios y empresarios
cuyos encargos han disminuido en paralelo a los precios de las materias primas
y las importaciones chinas.
Pero la
reducción del crecimiento y la caída de los precios de las materias primas no
son nada nuevo. Lo que es nuevo es que
China ha empezado el año con una inesperada devaluación de su moneda, varias
intervenciones más bien torpes en las bolsas, medidas fallidas de interrupción
del mercado y nuevas restricciones a las ventas a grandes inversores, todo
ello intercalado con la declaración de un alto regulador chino de que el
sistema es "en
general estable y saludable". Un anuncio de este tipo suele ser casi siempre
señal de que el barco se está hundiendo.
Para ser
justos, las autoridades chinas tienen escasa experiencia en administrar los
inmensos flujos de capital que hasta las menores oportunidades de arbitraje
pueden desatar y que la imposición y el levantamiento periódico de
restricciones estimulan sin remedio. Ahora bien, en noviembre, el Fondo Monetario Internacional elogió a esas mismas autoridades al aceptar el renminbi como una de
las divisas de reserva del mundo, junto al dólar, el
euro, la libra y el yen. Desde entonces, se han devaluado tanto el renminbi como el sello de reconocimiento del
FMI.
Estados
Unidos y China, juntos, representan aproximadamente un tercio de la economía
mundial. En un mundo en
el que Estados Unidos está creciendo pero tiene considerable incertidumbre política y estratégica, y
China está desacelerándose y también tiene incertidumbre
estratégica (y quizá política), los mercados financieros no pueden ir
demasiado bien. De hecho, la peligrosa atmósfera geopolítica —guerras en
Oriente Próximo, migraciones masivas de refugiados, tensión en el Mar del Sur
de China, enfrentamiento entre Arabia Saudí e Irán, entre otros— intensifica de
forma inevitable el deseo de seguridad de los inversores. El círculo vicioso del dinero que huye del riesgo y con su huida
aumenta el riesgo es ya uno de los temas de 2016, ya sea en China, Brasil, México o Rusia.
A
corto plazo, esta situación beneficia probablemente a Estados Unidos, que sigue siendo el refugio más
seguro de todos. Pero ni siquiera el
crecimiento norteamericano podría sobrevivir a una sacudida financiera mundial,
que es la espada de Damocles que pende sobre la economía global en este inicio
del largo regreso a la normalidad.
Alan
Stoga es Asesor Senior en Kissinger Associates, Nueva York
Traducción
de María Luisa Rodríguez Tapia
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