Es
inminente la profundización de olas quiebras de grandes empresas de países emergentes que serán
degradados a mercados de frontera,( su deuda es astronómica e impagable y asciende a US$3,600,000,000,000 de esa deuda China debe la mitad ) , mientras las tasa de los bonos de empresas no financieras
en países emergentes subió a 7,2 %.
La
deuda de empresas de países emergentes amenaza el crecimiento global
http://lat.wsj.com/articles/SB12674705660214523506404581493083488477032?tesla=y
La
siderúrgica estatal Sinosteel es una de las empresas chinas agobiadas por sus
altos niveles de endeudamiento. PHOTO: MARK SCHIEFELBEIN/ASSOCIATED PRESS
Por
Ian
Talley y
Anjani Trivedi
viernes,
22 de enero de 2016 0:05
EDT
Detrás de
las turbulencias que han caracterizado a los mercados este mes hay una
inquietud más profunda sobre la posibilidad de que las crecientes deudas
acumuladas en las economías emergentes, en especial de Asia y América Latina,
amenacen el crecimiento de la economía global.
En los mercados emergentes crecen las dudas sobre
la capacidad de las compañías más endeudadas para capear las futuras
turbulencias.
Las
agencias crediticias aceleran las rebajas de las calificaciones de la deuda
empresarial de países emergentes y
los
costos de endeudamiento están en alza. Los inversionistas se retiran de los activos de mayor riesgo
que antes parecían atractivos. Se estima que cerca de US$500.000
millones salieron de las economías en desarrollo el año pasado, según el
Instituto de Finanzas Internacionales, una entidad que agrupa a la banca.
Después de
ser el motor de la economía global durante años, los países emergentes están
atrapados entre la desaceleración de sus economías y un menor acceso al
crédito, lo que pone en riesgo la salud de sus endeudados sectores privados,
que aprovecharon al máximo la era de las tasas de interés bajas.
Las
repercusiones de las cesaciones de pagos se pueden propagar a toda velocidad. Los bancos
internacionales han prestado US$3,6
billones a las compañías de los países en desarrollo mientras que
los inversionistas extranjeros tienen en sus
portafolios cerca de 25% en promedio de deuda local de los mercados
emergentes.
La
calificadora de riesgo Standard & Poor’s Ratings Services indicó que las
cesaciones de pagos de empresas en las economías emergentes alcanzaron en 2015
su mayor nivel desde 2004. Las rebajas de calificaciones en las cinco mayores
economías en desarrollo, excluyendo China, se sextuplicaron en los últimos dos
años, a 154.
Las
compañías se endeudaron en los últimos años al apostar por un fortalecimiento
del consumo, un alza de los precios de las materias primas y una aceleración
del crecimiento. Se equivocaron. Las economías en desarrollo crecieron en
promedio por debajo de 4% en 2015, casi tres puntos porcentuales menos que la
proyección que había hecho el Fondo Monetario Internacional en 2011, y los
precios de los commodities se han derrumbado.
Las
empresas de los países emergentes “se han apalancado para una tasa de crecimiento
que podría ser el doble de lo que ha ocurrido en la realidad”, dice David Hensley, director de
investigación económica global de J.P. Morgan Chase
& Co. en Nueva York.
China,
que representa un tercio del Producto Interno Bruto combinado de los mercados
emergentes y más de la mitad de su deuda, es el epicentro del temor que sacude a los mercados. Un
enfriamiento más abrupto de lo previsto en China ha estremecido a países de
todos los continentes. El gobierno anunció el martes que la economía se expandió
6,9% el año pasado, su menor ritmo en 25 años.
Las grietas
ya comenzaron a aparecer en sectores industriales afectados por el exceso de
capacidad y el alto endeudamiento. La siderúrgica estatal Sinosteel Corp. extendió el mes pasado por tercera vez
el plazo para hacer un pago de deuda. Varias empresas privadas tampoco pagaron
bonos que vencían a fin de 2015 aduciendo el complicado entorno operacional y
la escasez de dinero.
Los
problemas de deuda no se limitan a China. Los acreedores están cobrando más por
prestarles a empresas, lo que podría perjudicar a las compañías que buscan
refinanciar su deuda. La tasa de interés de bonos de
compañías no financieras de mercados emergentes subió en los últimos
seis meses de cerca de 5,5% a casi 7,2%, según
un índice elaborado por Bank of America Merrill Lynch.
Mientras
tanto, crisis políticas también han puesto de punta los nervios de los
inversionistas en países que no han logrado grandes avances en sus reformas
estructurales, como Brasil, cuya economía entró
en su segundo año de recesión. Casi 20% de sus
exportaciones se dirigen a China.
América
Latina, cuyas economías dependen de las exportaciones de materias primas, ha
acusado el impacto del enfriamiento chino. A fines del año pasado, el gigante
minero Glencore despidió en Chile a miles de
trabajadores conforme cierra minas en todo el mundo para reducir sus niveles de
deuda. La cesación de pagos del concesionario Automotores
Gildemeister la semana pasada demuestra las amplias consecuencias del
desplome de los precios de los commodities y la menor demanda china. La
devaluación del peso chileno en los últimos meses encareció las importaciones
justo cuando caían las ventas, lo que dejó a la empresa sin condiciones de
pagar su deuda.
El desplome
del petróleo ha causado preocupación de que Venezuela se
vea obligada a incumplir pagos sobre sus US$120.000
millones en deuda externa, algo que profundizaría su crisis.
Muchas
empresas latinoamericanas siguen siendo estatales o cuentan con el aval del
Estado, lo que exacerba sus aprietos financieros. La
deuda emitida por compañías total o parcialmente en poder del Estado ha
aumentado 229% desde 2009 y podría contener
grandes pasivos que no figuran en los balances, advirtió J.P. Morgan. El
endeudamiento de la estatal Petróleos de Venezuela, por ejemplo, ha ayudado a
inflar el déficit fiscal de Venezuela a 25% este año, frente a 15% en 2014.
La empresa
de telecomunicaciones de Indonesia PT Trikomsel Oke
Tbk. casi duplicó su deuda entre 2012 y 2015 como parte de su campaña para
inaugurar cientos de locales en todo el país. Sus ingresos, no obstante,
colapsaron después de que el crecimiento de la mayor economía del sudeste
asiático cayó a su menor nivel en seis años y el poder de compra de los
consumidores se vio mermado por el debilitamiento de la moneda. La empresa
anunció en octubre que no estaba en condiciones de pagar cerca de US$150
millones en bonos en dólares singapurenses y entró en default sobre una deuda
de US$460 millones.
Los
problemas de Trikomsel se propagaron. El
conglomerado japonés SoftBank Group Corp.
realizó una rebaja contable del valor de su participación de 19,9% en la
empresa y asumió una pérdida de 39.500 millones de yenes (US$336,6 millones).
Entre 2010 y
2014, las empresas de Indonesia aumentaron su endeudamiento
en 41%.
La deuda corporativa de los mercados emergentes creció 30 puntos
porcentuales desde 2008, a 88% del PIB.
La deuda de
las compañías chinas llega a 130% del PIB. En
Estados Unidos, en cambio, la cifra es de 70%.
El FMI acaba
de reducir en 0,2 puntos porcentuales su previsión de crecimiento global para
este año a 3,4%. El organismo advirtió que las dificultades por las que
atraviesa la economía china y el contagio a los países emergentes podrían
obstaculizar el crecimiento global. “Los países emergentes y en desarrollo
afrontan ahora una nueva realidad”, advirtió Christine Lagarde, directora
gerente del FMI ante un grupo de banqueros este mes. “Una nueva ronda de aversión
global al riesgo podría conducir a nuevas caídas en los precios de las materias
primas (…) y la depreciación de los tipos de cambio”.
De todos
modos, muchos países están mejor vacunados contra un posible contagio que
durante crisis anteriores en América Latina y Asia. Muchos han aumentado sus
reservas en moneda extranjera, lo que les otorga municiones para contener las
corridas del mercado y apuntalar el sistema financiero. Brasil, por ejemplo,
incrementó sus reservas de 5% del PIB en 2000 a 20% del PIB en la actualidad.
Las reservas de US$3,3 billones de China le han ayudado a eludir una
devaluación violenta del yuan.
Muchas
economías emergentes también disponen de un tipo de cambio más flexible, lo que
amortigua las caídas al abaratar las exportaciones. En ocasiones anteriores,
las tasas de cambio fijas generaron episodios de pánico en los mercados.
Debido en
parte a estas razones, Sonja Gibbs, directora sénior de mercados de capitales
del Instituto de Finanzas Internacionales, estima que las probabilidades de una
recesión global son bajas. “Los vientos en contra de China y los
mercados emergentes tendrían que ser muy fuertes”, acota.
Gibbs, sin
embargo, no descarta que una ola de cesaciones de pagos en China repercuta en
la economía global. La depreciación del yuan refleja las dudas en torno a la
capacidad del gobierno para manejar la economía, observa. “Este es el mayor
imponderable: ¿lograrán administrar este proceso de manera suficientemente
efectiva para impedir la propagación de sus efectos?”, señala.
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