¡Venda
todas sus monedas asiáticas y/o acciones
de empresas no exportadoras (de Asia)! y compre oro o dólares, hay pánico por
la posible quiebra de gran parte de China y el desplome de los mercados mundiales
es casi inminente. Además de la recesión
en Europa es un hecho ineludible.
Nota del autor del blog: (hace como
3 años predije en promedio 10 años de recesión en Europa en mi blog ¿no
recuerda? Faltan unos 7 años más)
El
peso de la economía china acentúa el riesgo de contagio para otros mercados
http://lat.wsj.com/articles/SB10270843544971154258104581472981023442492?tesla=y
Un
inversionista frente a un tablero de cotizaciones en Nanjing el lunes, cuando
el Índice Compuesto de Shanghai cayó 5,33%. PHOTO: TPG/ZUMA PRESS
Por Anjani Trivedi, en Hong Kong,
Biman
Mukherji, en Nueva Delhi, y
Georgi
Kantchev, en Londres
martes,
12 de enero de 2016 0:05
EDT
El derrumbe
de las bolsas mundiales de la semana pasada comenzó con personas como Wu
Yizhang. El jubilado de 65 años acababa de instalarse frente al tablero de
operaciones en su sala de corretaje favorita de Shanghai en la mañana del
jueves cuando vio la caída en picada del mercado. Wu entró en pánico y vendió
acciones.
El mercado de Shanghai es pequeño y
aislado.
Su
capitalización es menos de una cuarta parte de la de la Bolsa de Nueva York.
Apenas
37% de sus acciones están disponibles para ser transadas y los inversionistas
extranjeros poseen una fracción diminuta. La divisa china, el yuan, también
está sujeta a estrictos controles mientras que el enorme sistema bancario de
China tiene lazos relativamente débiles al del resto del mundo.
Aun así, la
oleada de ventas provocada por Wu y sus compatriotas, junto con la decisión del
gobierno de devaluar el yuan, causó estragos en los mercados mundiales de
acciones, divisas y materias primas.
La reacción en cadena augura una
nueva era para China,
cuya influencia en los mercados financieros fue durante mucho tiempo muy
inferior a su poderío económico.
Hasta el año
pasado, pocos prestaban mucha atención a lo que sucedía en la Bolsa de Shanghai, que tiene un historial de pronunciados
altibajos. A mediados de 2015, una brusca caída del
Índice Compuesto de Shanghai, tras de un alza de 60%, combinada con una
sorpresiva devaluación del yuan, desató un derrumbe global de los mercados. La
atención se disipó pronto y la Bolsa de Shanghai cerró el año con un aumento de
9,4%.
El desplome
de la semana pasada volvió a demostrar el peso de China en los mercados. Para
muchos, también sugirió una posibilidad más nefasta: que
el gobierno no esté manejando bien la economía. Eso podría tener
consecuencias desastrosas para los precios de los bienes y los commodities y,
por ende, los mercados mundiales.
China
representa alrededor de 11% del Producto Interno Bruto del mundo, 12% de su
consumo de petróleo y cerca de la mitad de la demanda de acero. Es el
principal socio comercial de numerosos países, entre ellos Australia, Brasil y Corea del Sur, y absorbe
exportaciones equivalentes a más de 10% del PIB de
Singapur y Taiwán.
Pese a los
estrictos controles cambiarios y bancarios que aíslan a China de buena parte de
lo que acontece en el sistema financiero global, su enorme presencia en el
comercio la vincula en forma cada vez más estrecha al resto del mundo. Su
explosivo crecimiento benefició a las bolsas occidentales, como la de Fráncfort, donde abundan
empresas manufactureras que venden máquinas y equipos a China.
Ahora, tales
lazos pueden ser un lastre. En Europa, cuyas empresas
derivan 10% de sus ingresos de la región Asia-Pacífico, el índice Stoxx Europe 600 acumula un descenso de 7% en 2016, mientras que el DAX,
de la Bolsa de Fráncfort, ha cedido 8,5%.
Europa es en
particular vulnerable a la desaceleración de la economía china. Su crecimiento
ha sido anémico y el continente depende de las exportaciones para llenar el
vacío. Casi 10% de las exportaciones de los 28 miembros
de la Unión Europea se dirigen a China.
Las
compañías de Estados Unidos, en cambio, obtienen sólo
5% de sus ingresos de Asia-Pacífico y pueden aprovechar el mayor
dinamismo de la economía estadounidense. El índice
S&P 500 registra un retroceso de 6% este año.
De todos
modos, en el caso del resto de Asia, América Latina y
cualquier país que depende de las exportaciones de recursos naturales,
el impacto del enfriamiento de China ha sido abrupto.
Un canal
vital de influencia ha sido el yuan, que la semana pasada cayó 1,5% frente al dólar en un intento del Banco Popular de China
de orquestar una devaluación ordenada de la moneda en el mercado onshore. En el
mercado offshore, no obstante, la moneda, que se cotiza libremente, retrocedió
en forma precipitada y redujo drásticamente el valor de las divisas de sus
principales socios comerciales.
El
dólar australiano, por ejemplo, perdió 4,4%. El yuan cerró al alza el lunes tanto en China como en el
mercado offshore.
Los
controles cambiarios hacen que el volumen de transacciones en China sea
relativamente modesto, al rondar los US$300.000
millones diarios en los mercados interno y offshore, para una economía
de US$10 billones, según cifras del banco
central y de HSBC Holdings PLC. En cambio, el volumen de transacciones del yen es de US$1,2 billones diarios a pesar de que el PIB
japonés equivale a menos de la mitad del de China.
El
debilitamiento del yuan abarata los productos chinos en el exterior, una mala
noticia para sus competidores. Los inversionistas también resaltan que
interpretaron la devaluación de la semana pasada como
una señal de que la economía china se desaceleraba con más fuerza de lo
previsto, lo que sembró confusión sobre los objetivos de largo plazo del
gobierno. Los mercados empezaron a apostar a una devaluación de las divisas de
países como Corea del Sur, el mayor exportador a China,
o Malasia, cuyas ventas al gigante asiático constituyen 8% del PIB.
En su
oficina de Taipéi, Jasmine Wu, gestora de fondos
de Fuh Hwa Securities Investment Trust, comenzó
a reducir su exposición a divisas como el ringgit
malasio y el baht tailandés el lunes pasado, tras enterarse de que el
Banco Popular de China había debilitado el valor del yuan. Wu administra un
portafolio de bonos de países de Asia emergente en moneda local y quería
protegerse del riesgo de una caída en el valor de la deuda denominada en esas
divisas. “Hicimos nuestras coberturas de inmediato, no tuvimos tiempo de revisar
nada”, cuenta.
El jueves
pasado, mientras el yuan se seguía depreciando, Wu tenía cobertura de hasta 70%
de su exposición a monedas asiáticas y el viernes redujo sus posiciones en wones de Corea del Sur y dólares de Singapur, que acumulaban
descensos de 2,7% y 1,7%, respectivamente, este
año hasta el viernes.
Los
inversionistas dicen que el desempeño de las divisas asiáticas ahora gira en
torno al yuan, en lugar del dólar. La depreciación del yuan ayuda a las
siderúrgicas chinas, que pueden reducir los precios y aumentar sus
exportaciones a países como Colombia y Brasil, lo
que deprime más los precios del acero y sus componentes. La semana pasada, por
ejemplo, las cotizaciones de materiales clave para el acero, como el carbón de
coque y el mineral de hierro, también descendieron.
Sentado en
su oficina con vista al puerto en Middelfart, Dinamarca, el corredor de
petróleo Michael Nielsen cuenta que recibió llamadas de clientes en estado de pánico toda la semana pasada.
China es el
segundo consumidor de petróleo del mundo después de EE.UU. y su demanda empieza
a flaquear. El banco británico Barclays prevé que la
demanda del país crezca en unos 300.000 barriles al día este año, frente a
510.000 de barriles al día el año pasado. Eso ha afectado los precios
del crudo así como los de las divisas de exportadores de petróleo como Rusia,
que es la mayor fuente de petróleo de China.
Nielsen
señala que el derrumbe de las acciones chinas la semana pasada volvió a
ensombrecer el ánimo del mercado. El jueves pasado, el día en que el índice de
acciones líderes de la Bolsa de Shanghai cayó 7% y las transacciones se
suspendieron, el precio del crudo de referencia Brent retrocedió a su menor
nivel en 11 años y medio y se ubicó por debajo de US$33 el barril. Nielsen ya
había vendido sus posiciones en petróleo el día anterior.
La semana
pasada había que “huir y guarecerse”, indica.
En Shanghai,
Wu cuenta que perdió 10.000 yuanes (unos US$1.500), alrededor de 10% de sus
inversiones, la semana pasada y dejó de invertir en acciones. Los reguladores chinos han anunciado
medidas para convencer a personas como él de que todo está bajo control. Ja
—Yifan Xie en Shanghai y Tommy Stubbington en Londres
contribuyeron a este artículo.
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