El
pesimismo se apodera de la economía china
http://lat.wsj.com/articles/SB10406843517564543344004581464832814565132?tesla=y
Una fábrica
de bombillos en Suining, China. PHOTO: ZHONG MIN/EUROPEAN PRESSPHOTO AGENCY
Por MARK MAGNIER
viernes,
8 de enero de 2016 0:08
EDT
BEIJING—La paliza que están recibiendo el
yuan y las acciones chinas es un síntoma del pesimismo que empieza a extenderse
acerca de muchos aspectos de la segunda economía del mundo.
Las empresas
que operan en el corazón industrial del sur y el oriente del país, desde
fabricantes de electrónicos a talleres textiles y fábricas de muebles, no dejan
de hablar de una disminución de los pedidos y atrasos en los pagos. Mientras
tanto, motores tradicionales de la industria pesada, como el acero, el cemento
y el vidrio, sufren las consecuencias de un exceso de capacidad acumulado
durante los años de bonanza.
“Todos creen que será
un año muy complicado”, reconoce Willy Lin, director gerente de Milo’s Knitwear Ltd., una
empresa de Taiwán que exporta faldas, trajes y otros tipos de ropa a Europa y
Estados Unidos desde su fábrica en Dongguan, una ciudad en la provincia de
Guangdong, en el sur de China. “Ninguna cifra apunta a un panorama optimista.
Será bastante turbulento”, predice.
Esta sombría evaluación se ha
trasladado a la bolsa y a la cotización del yuan. Economistas y empresarios opinan que
los desafíos que afronta el país y las dudas sobre si el gobierno está
implementando las políticas adecuadas para abordarlos justifican el clima de
pesimismo.
La
caída de las bolsas se acentuó el jueves luego de que el banco central orquestó
una brusca devaluación del yuan frente al dólar.
El descenso de la moneda china ha ayudado a
los exportadores, pero ha generado interrogantes en los mercados acerca de
la salud de economía. La Bolsa de Shanghai suspendió las operaciones a media
hora de comenzar luego de que el índice de acciones
líderes cayó 7%, el nivel que desata una suspensión inmediata. A finales
de la tarde, la agencia reguladora eliminó la norma, días después de haberla
implementado, al señalar que exacerbaba las pérdidas.
La
economía china, de US$10 billones, ha logrado hasta el momento atenuar la desaceleración y
todavía exhibe aspectos positivos. El consumo,
por ejemplo, se mantiene firme y el sector
de servicios ha absorbido parte de los trabajadores despedidos por las
compañías de manufacturas.
La producción industrial muestra
signos de estabilización, aunque a un nivel bajo, debido a un aumento de la inversión en
infraestructura.
En su discurso
de Año Nuevo, el presidente Xi Jinping dijo que la economía sigue creciendo a
una de las tasas más aceleradas del mundo y que las reformas ya están en
marcha.
Pero
inversionistas y empresas están perdiendo confianza en la capacidad del
gobierno para resolver problemas complejos en un momento en que la demanda se
frena y el crecimiento pierde fuerza. La intervención estatal, que durante años
pareció acelerar el crecimiento, está
provocando ahora preocupación de que las nuevas políticas, a menudo mal comunicadas,
generen turbulencias en los mercados de acciones y de
divisas.
“La gente que hace
negocios a largo plazo ha sabido desde hace un par de años que el crecimiento
es mucho más bajo de lo que dice el gobierno”, dice Andrew Polk, economista de The
Conference Board, quien cree que la cifra real es más cercana a 4%. “Ahora,
los mercados mundiales se están percatando de esta debilidad económica que
comenzó a mediados del año pasado. No me caben muchas dudas de que se producirá
más volatilidad económica y financiera en China”.
Los
problemas más recientes tienen lugar tras la reunión anual de política
económica del gobierno (realizada el mes pasado) en la cual se establecen las
políticas de corto plazo. El gobierno
prometió reducir el costo de hacer negocios en China para estimular la
inversión y reducir el exceso de fábricas, la cantidad de edificios de
departamentos vacíos y los altos niveles de endeudamiento. Un alto funcionario
señaló que el objetivo de las medidas es apuntalar la oferta y que el gobierno prevé una recuperación más
prolongada en forma de L, en lugar de una más
vigorosa en forma de V.
Algunas
empresas ya están sucumbiendo. En Shenzhen, un centro manufacturero de
tecnología en el sur del país, una serie de fabricantes pequeños han cerrado
sus puertas en los últimos meses, víctimas de la desaceleración económica y la
consolidación de la industria. Las
manifestaciones laborales se han duplicado.
Una reciente
damnificada es Shenzhen G. Credit Electronics Co., que en Navidad anunció el
cese de operaciones y el despido de sus 4.000 empleados, según la prensa local.
La empresa, que no pudo ser contactada para comentar al respecto, era
proveedora de Huawei Technologies Co. y Motorola Inc., según su página web.
Los
economistas advierten que el temprano y duramente ganado
impulso podría desvanecerse en el primer trimestre, cuando las plantas
cesen operaciones para celebrar el Año Nuevo Lunar en febrero y los gobiernos
locales aguarden la publicación de las metas económicas, habitualmente
publicadas en marzo. El gasto minorista también podría decaer este año si
aumenta el desempleo.
“El principal problema no es un alza
de los costos. El problema es que hay poca demanda”, manifiesta Li Chao, un fabricante de
camisas y pantalones del centro textil de Jiangyin, cerca de Shanghai. “La
mayoría de las firmas que conozco tienen el mismo problema”.
Li no planea
reducir su fuerza laboral de 20 empleados, pero tampoco contempla una
expansión. Los clientes, señala, demoran más en saldar sus cuentas. “El pago es
un tema cada vez más complicado”, confiesa. “Somos una pequeña empresa. Esto no
tiene buena cara”.
La mayoría
de los economistas indica que el gobierno parece renuente a adoptar las
dolorosas medidas necesarias para cambiar
el motor de la economía de las industrias tradicionales al consumo interno
y las pequeñas empresas y evitar quedar atrapado en un período de crecimiento
bajo y estancamiento de los ingresos.
Un motivo
que frena el avance de las reformas es la preocupación de que el cierre de empresas no rentables le restará dinamismo a la
economía, elevará el desempleo e intensificará
los disturbios sociales, dicen economistas. China ha indicado que planea
fijar una meta de crecimiento económico promedio quinquenal de 6,5%. La mayoría
de los economistas calcula que esto exigirá que el gobierno deje las reformas
en un segundo plano y se enfoque en el gasto.
Tal
perspectiva es la que llena de pesimismo a las empresas y los inversionistas. “Cualesquiera sean las intenciones del gobierno, las fuerzas
del mercado están teniendo un impacto cada vez mayor e indeleble”,
afirma Polk. “Y tales fuerzas ejercen más presión sobre la necesidad de
reformar la economía. En estos momentos, pareciera haber una gran tensión entre
los maestros y el mercado”.
—Eva Dou, Liyan Qi, Chuin-Wei Yap y Pei Li
contribuyeron a este artículo.
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