El
mercado, al son de los bancos centrales (la interacción entre el Banco central suizo,
La Fed, el BCE y el Banco popular de China y el Banco central Japonés)…
http://lat.wsj.com/articles/SB10081453220940414788904581456233983259172?tesla=y
La
presidenta de la Fed, Janet Yellen. PHOTO: MICHAEL REYNOLDS/EUROPEAN PRESSPHOTO
AGENCY
Por
Tommy
Stubbington, en Londres,
Min Zeng, en Nueva York y
Lingling
Wei, en Beijing
Lunes,
4 de Enero de 2016 0:03
EDT
Los
culpables de los mayores colapsos de los mercados en 2015 tienen cara conocida:
los bancos centrales.
Es probable
que la volatilidad siga siendo característica de los mercados en 2016, un año
en el que la Reserva Federal de Estados Unidos debe dejar de lado en forma
paulatina las políticas de crédito barato luego de subir las tasas por vez
primera en casi una década.
Desde la
sorpresiva decisión del Banco Nacional Suizo en
enero de dejar de lado el vínculo del franco suizo con el euro al decepcionante
paquete de estímulo que el Banco Central Europeo lanzó en diciembre, los bancos
centrales han desatado reacciones extremas en los mercados. A mediados de año,
el Banco Popular de China optó por debilitar el
valor del yuan, lo que generó dudas en torno a la salud de la economía del país
así como una oleada de ventas que sacudió a las bolsas en todo el mundo.
Las
turbulencias resaltan la creciente dependencia del mercado de las palabras y
las decisiones de los bancos centrales en los años posteriores a la crisis
financiera. Las tasas de interés por los
suelos y las gigantescas compras de activos realizadas con el fin de
reactivar las economías han estimulado la
compra de activos de mayor riesgo en la incesante búsqueda de los
inversionistas por conseguir retornos más altos. Eso ha dejado a muchas
economías, y en particular a los mercados emergentes, expuestos a bruscas
salidas de capitales.
“Este año fue el
preludio de lo que se avecina y lo más probable es que la situación empeore
antes de mejorar”, dijo Paul Lambert, director de divisas de la gestora de activos
londinense Insight Investment. “Las políticas de los bancos centrales han
llevado a muchos inversionistas más allá de su zona de confort. Ahora estamos
viendo las consecuencias”.
El mayor
desafío de 2016 lo tiene por delante el banco central más influyente. La Fed
debe convencer a los mercados de que las alzas de tasas serán lentas. No es una
tarea fácil. Tiene que explicar a los
inversionistas que la era del crédito barato llegó a su fin sin provocar una
sacudida que afecte la marcha de la economía.
Mientras
tanto, el BCE y el Banco de Japón enfrentan una
realidad marcada por un crecimiento débil y una inflación excesivamente baja,
una situación que los podría obligar a reforzar las políticas de estímulo. El banco central japonés sacudió los mercados el 18 de
diciembre, cuando anunció una modesta expansión de su programa de
flexibilización cuantitativa.
“Creo que 2016 será
bastante complicado para los bancos centrales”, dijo Stephen Jen, director ejecutivo
de SLJ Macro Partners LLP y ex economista del Fondo
Monetario Internacional. “Es como uno de esos camiones de 18 ruedas en
el que el conductor no sabe dónde doblar, pero que le ha prometido al mundo que
lo va a señalizar con mucha antelación”.
Un factor
que agrava el problema es que la
imposición de reglas más estrictas ha limitado la capacidad de los bancos
de inversión para transar grandes cantidades de acciones, bonos y divisas. Para
los inversionistas, eso se traduce en una menor liquidez, es decir la habilidad
de comprar o vender activos sin provocar grandes fluctuaciones de precios, así
como en reacciones violentas de los mercados cuando un banco central los toma
desprevenidos.
“Los inversionistas son
vulnerables a más episodios como estos en el futuro”, advierte Zhiwei Ren, director
ejecutivo y gestor de portafolio de Penn Mutual Asset Management Inc., que
administra cerca de US$20.000 millones en activos. “Las decisiones de los bancos
centrales han generado transacciones volátiles, y en el actual entorno de
liquidez baja, tener una posición popular puede ser la fórmula de un desastre”.
La
cotización del franco suizo se disparó más de 40%
frente al euro el 15 de enero, luego de que el Banco
Nacional Suizo dejara de intervenir para impedir una apreciación
excesiva ante la moneda común. Se trató del movimiento más violento en una
jornada de una divisa importante en los más de 40 años de tasas de cambio
flotantes. El organismo había intervenido en los mercados para evitar que el
alza del franco perjudicara a los exportadores, pero tiró la toalla ante su
preocupación por la enorme cantidad de euros que estaba acumulando. La decisión tomó por sorpresa a muchos
inversionistas que habían apostado a una caída de la moneda suiza.
En diciembre
se produjo una nueva instancia de inestabilidad en los mercados cambiarios que
se propagó a los mercados bursátiles. El
euro subió más de 4% contra el dólar luego de que el BCE
anunciara un paquete de estímulo más modesto del previsto. El alza,
gigantesca si se toma en cuenta que el cruce euro-dólar es el instrumento
financiero más transado del mundo, representa el último en una serie de
movimientos drásticos que caracterizaron 2015.
El episodio
también subraya otro tema que ha adquirido una importancia fundamental en la
agenda de los bancos centrales: cómo manejar las expectativas del mercado en
medio de un entorno incierto.
El banco central de China causó varias rondas de
turbulencias en los mercados mientras los inversionistas intentaban interpretar
las señales de una entidad que a menudo no aclara sus intenciones. El Banco Popular de China junto a otros organismos
reguladores contribuyeron a desatar un
alza de proporciones épicas en los precios de las acciones a comienzos de año
para luego ayudar a una caída igual de dramática a mediados de año al enviar
una serie de señales contradictorias.
El
derrumbe bursátil licuó de un plumazo activos por unos US$5 billones en junio y
julio.
El banco
central estuvo a la vanguardia de una campaña para elevar los precios
accionarios y prometió proveer liquidez ilimitada para ayudar a las empresas
estatales a invertir en la bolsa.
Mientras los
inversionistas en la bolsa se lamían las heridas, el banco
central tomó a todos por sorpresa al anunciar la devaluación del yuan a mediados de agosto. El organismo señaló que
la intención era alinear el valor de la moneda con las expectativas del
mercado, pero la inesperada decisión produjo una oleada
de ventas tanto del yuan como de las divisas de algunos de los principales
socios comerciales de China. Muchos interpretaron la devaluación como un
intento por apuntalar el sector exportador y una señal de que la economía se
desaceleraba a un ritmo más rápido del previsto.
Si China
está haciendo un esfuerzo genuino para abrir sus mercados financieros e
internacionalizar el yuan, entonces “mejorar la comunicación del banco central
con los inversionistas es muy importante”, puntualiza Puay Yeong Goh,
economista sénior de Neuberger Berman, una firma de inversiones de Nueva York.
Las
dificultades por las que atravesaron en 2015 dejaron a muchos inversionistas
recelosos de confiar demasiado en los bancos centrales. “La credibilidad, o más bien la
confianza en los bancos centrales ha disminuido”, asevera Jim Caron,
gestor de portafolio de renta fija de Morgan Stanley Investment Management, que
a fines de septiembre administrabaunos US$404.000 millones en activos. “La
consecuencia es que tal vez no puedan estabilizar los precios con la misma
efectividad que antes”.
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