China
gasto US$ 1 billón de sus reservas y tiene solo 3.3 billones y debe pagar a fin
de año más de US$ 1,000,000,000,000 equivalente al PBI de España del 2014
El
banco central de China, el yuan y los mercados: anatomía de una crisis
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Por Lingling Wei y Anjani Trivedi
viernes,
8 de enero de 2016 0:08
EDT
A fines de
noviembre, cuando el Fondo Monetario Internacional admitió el yuan en el
exclusivo club de monedas de reserva mundial, los funcionarios del banco
central chino se felicitaron por un trabajo bien hecho. “Había una sensación de
misión cumplida”, reconoce uno de ellos.
El sello de
aprobación del FMI puso la moneda china en la misma
categoría que el dólar, el yen y la libra esterlina, un objetivo
largamente buscado por China y acorde con su estatus como segunda economía del
mundo.
Beijing
también consideró que esto les daba luz verde para cambiar sus prioridades
desde fortalecer el yuan a depreciarlo para estimular la economía, de acuerdo
con entrevistas de The Wall Street Journal con más de una decena de funcionarios
y asesores del Banco Popular de China.
Las
autoridades se internaron en el peligroso camino de tratar de debilitar
gradualmente al yuan para abaratar las exportaciones chinas, dicen las fuentes.
Los planes para facilitar las transacciones con la divisa china fueron
archivados.
El enorme riesgo de esa estrategia se
hizo dolorosamente evidente esta semana, golpeando a los mercados globales,
desde las acciones a las materias primas.
El intento
del banco central de orquestar una devaluación ordenada
del yuan fue abortado por los inversionistas, que salieron a vender yuanes en masa y se entreveraron en
una batalla titánica con el banco central por el control de la magnitud y la
celeridad de la caída.
Después de
haber llevado el yuan a su nivel más bajo frente al dólar en cinco años este
jueves, el banco central se vio obligado a salir a comprar de nuevo para
impedir que el descenso se convirtiera en una estampida de los operadores
globales, muchos de los cuales están instalados en los rascacielos de Hong
Kong.
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Las
sacudidas del Banco Popular de China dejaron
atónitos a los operadores, que vieron cómo apuestas de hasta US$50 millones
hechas por fondos de cobertura que transan yuanes fuera de China eran puestas
en riesgo, dijeron fuentes del mercado. “Es casi imposible que alguien tenga confianza y tome una
posición porque en apenas cinco minutos uno podría quedar completamente
descolocado”, dice Ashley Perrott, director de renta fija asiática
de UBS Global Asset Management en Singapur.
Las
consecuencias en otros mercados también fueron severas. Los inversionistas
interpretaron las medidas del banco central de dos maneras: como una señal de que la economía china se está desacelerando
más rápido de lo que muchos esperaban y como una indicación de que el gobierno no sabe cómo abordar la situación, una
preocupación recurrente desde mediados del año pasado.
El jueves,
menos de media hora después de la apertura, una rápida
caída de 7% activó una regla de interrupción de operaciones, resultando
en la jornada más breve en 25 años. Fue la segunda vez que ello ocurre en la
primera semana del actual sistema. Más tarde, el regulador de valores suspendió
el mecanismo.
Mientras
tanto, las bolsas de todo el mundo cayeron y los
precios del petróleo se vinieron abajo. El volumen de transacciones de
yuanes fue bajo el jueves debido al desconcierto del mercado sobre el próximo
paso del Banco Popular de China, que resultó ser una diatriba contra los
inversionistas.
“Algunas fuerzas
especulativas están tratando de obtener ganancias (…) del renminbi” (el nombre oficial del yuan), dijo
el comunicado del banco central. Tales actividades “no tienen nada que ver con
la economía real (de China)” y sólo han causado “fluctuaciones anormales” en la
moneda, sentenció el organismo.
El
comunicado trató de aplacar los nervios al indicar que la entidad “tiene la
capacidad de mantener la estabilidad del renminbi en un equilibrio razonable” y
que los fundamentos económicos no son compatibles con la depreciación a largo
plazo de la divisa.
De todos
modos, el tono combativo dejó en evidencia que el esfuerzo por controlar los
mercados se ha convertido en un costoso callejón sin salida para Beijing. Desde
mediados de agosto, cuando realizó una devaluación sorpresiva, el banco central ha estado recurriendo a sus reservas de
divisas para dar batalla a quienes apuestan contra el yuan.
Las reservas
chinas cayeron US$108.000 millones en diciembre,
respecto del mes anterior, una cifra récord, para quedar en US$3,33 billones, según datos divulgados del jueves.
La cifra casi quintuplicó las estimaciones de los analistas.
“China está pagando el
precio de su falta de entusiasmo hacia la liberalización del mercado y su
incapacidad para cortar el cordón del control estatal de mano dura de los
mercados y la economía”, afirma Eswar Prasad, profesor de la Universidad de Cornell y
ex responsable de China del FMI. El experto añadió que un claro compromiso con
las reformas es la única opción que China tiene a su disposición para
estabilizar los mercados y restaurar la confianza.
Beijing ha
tratado de hacer una pausa en la liberalización de la economía desde mediados
de 2015, cuando las oscilaciones en los mercados de acciones y divisas fueron
más violentas de lo esperado por las autoridades y pusieron a prueba su
capacidad para manejar la situación. En lugar de proseguir con las reformas, el gobierno ha tomado medidas para impedir la salida de
dinero de China. El banco
central, por ejemplo, suspendió las operaciones de divisas de algunos bancos
extranjeros en China para hacer más difícil a los inversionistas
extranjeros apostar contra el yuan.
“El aumento de los
costos asociados con las apuestas de divisas va en contra de la meta de la
internacionalización del renminbi”, dice Zhong Zhengsheng, director de investigaciones
económicas de Hua Chuang Securities, una firma estatal de corretaje. “Esto
demuestra que ese objetivo está tomando un segundo plano ante la necesidad de
estabilizar el tipo de cambio”.
La decisión
del FMI el 30 de noviembre de declarar el yuan una moneda de reserva oficial
eliminó un incentivo para que el banco central siguiera apuntalando su valor. El objetivo actual parece ser dejar que el yuan se deprecie
gradualmente para hacerlo subir un poco durante el segundo semestre,
según asesores del Banco Popular de China. Es entonces cuando Beijing será sede
de la cumbre del Grupo de los 20 mayores países industrializados y en
desarrollo, ansioso por mostrar el poderío económico de China.
La estrategia,
sin embargo, está llena de riesgos. El principal de ellos, dicen los analistas,
es la dificultad de revertir las expectativas del
mercado de una mayor devaluación. En Hong Kong, donde el yuan puede
comprarse y venderse libremente, se negocia con un gran descuento respecto de
China, donde su valor se cotiza dentro de una banda dictada por el gobierno.
La brecha ha
llevado a algunos inversionistas a tratar de sacar provecho de los diferentes
tipos de cambio, provocando un flujo irregular de fondos a través de las
fronteras de China.
Analistas de
HSBC Holdings PLC escribieron en una nota de
investigación que al intervenir en el mercado de Hong Kong el jueves para
tratar de limitar la cotización offshore del yuan y, al mismo tiempo, permitir
una depreciación más acelerada en China continental, el banco central parece
estar tratando de encontrar “un nivel de equilibrio a corto plazo que
puede ayudar a la convergencia de las tasas de cambio”.
A fines de septiembre, la deuda externa de China ascendía a US$1,53
billones. Más de dos tercios de esa suma vence
dentro de un año, según datos oficiales. Entre los grandes deudores en
moneda extranjera están las empresas inmobiliarias, que tienen más de US$60.000 millones
de dólares de deuda, según Dealogic.
Preocupados
por el continuo debilitamiento del yuan, algunas compañías tratan de cancelar
su deuda por adelantado. La aerolínea estatal China
Eastern Airlines, por ejemplo, pagó hasta US$1.000 millones de deudas el
lunes, citando la necesidad de reducir su exposición a las fluctuaciones del
tipo de cambio.
El banco
central ha intentado a menudo convencer a los inversionistas para que vean el
yuan como una moneda que fluctúa en ambas direcciones, al igual que el dólar,
el yen o el euro.
“El banco
central quiere claramente una volatilidad bidireccional del tipo de cambio”,
dice Larry Hu, economista para China de Macquarie Securities, un banco de
inversión australiano. “Pero es más fácil decirlo que hacerlo”.
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