Brasil formara parte de la mitad de países del
mundo que estará en recesión este 2016 y
aumentara la deuda, el déficit y la
inflación.
América
Latina gira, y todos miran a Brasil
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Incluso si
no prosperara en el Congreso el juicio político a la presidenta Dilma Rousseff,
el trámite despejaría un factor que afecta las expectativas económicas. PHOTO:
EVARISTO SA/AGENCE FRANCE-PRESSE/GETTY IMAGES
Por JOHN LYONS
Martes,
5 de Enero de 2016 0:04
EDT
SÃO
PAULO—Después de un año
en el que el real se hundió, la economía se contrajo y el Congreso dio comienzo
al proceso de juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff, muchos
brasileños se preguntan: ¿cuán peor podemos estar?
“Va a empeorar antes de
que empeore”,
decía un reciente titular de periódico. “Oscuridad al final del túnel”,
decía otro. Los pronósticos dicen que la mayor economía de América Latina se
reducirá 2,8% en 2016, después de haberse contraído un estimado de 3,7% en
2015. La inflación y el desempleo van en aumento.
Brasil
todavía se está recuperando del final del auge mundial de los commodities. El
aumento de la inversión extranjera que alimentó el gasto público y el consumo
interno se ha desvanecido. En su lugar se encuentra el pesimismo
económico y una crisis política que complicará la recuperación en 2016.
Uno de los
temas es la amplia investigación sobre el escándalo de presunta malversación de
US$2.000 millones en Petróleo Brasileiro SA, o
Petrobras. El escándalo en la petrolera de control estatal, en el que
están implicados políticos y empresarios de alto nivel, ha paralizado la
administración del país y sectores de la economía. La posibilidad de que haya
más arrestos de alto perfil o de que la investigación judicial se expanda a
otras partes de la economía sólo añade incertidumbre a las perspectivas.
Rousseff,
que no está entre los acusados en el escándalo de Petrobras, enfrenta un juicio
político y podría no sobrevivir este año en su cargo. El Congreso inició el
procedimiento de destitución en diciembre, alegando que Rousseff permitió
implementar una inapropiada contabilidad presupuestaria. Ella rechaza la
acusación y dice que ha sido fabricada por sus opositores. Sin embargo, con
apenas 12% de aprobación, la mandataria tiene
una difícil batalla por delante.
El panorama
es tan sombrío que Brasil podría superar algunas expectativas. Por ejemplo, sea
cual sea el resultado, el juicio político a la presidenta debería eliminar en
parte la incertidumbre política. O una pequeña concesión a la ortodoxia fiscal
de parte del nuevo ministro de Hacienda, Nelson Barbosa, podría desatar un
movimiento alcista en los mercados. Hoy, los inversionistas temen que este
economista de izquierda permita que aumenten la deuda,
el déficit y la inflación.
Un
debilitamiento de la moneda brasileña, el real, haría más atractivos los activos locales para los
inversionistas. Ciertamente sería bien recibido por los turistas extranjeros
que planean asistir a los Juegos Olímpicos de 2016 en Rio de Janeiro, donde los
precios de hoteles se han desplomado en términos de dólares.
El
oficialista Partido de los Trabajadores, que ha
estado en el poder durante 13 años, no es el único
movimiento populista latinoamericano sacudido por el fin del auge de las
materias primas. En Argentina, Venezuela y Cuba,
un alejamiento del populismo podría cambiar el diseño político de la región por
muchos años.
En
Argentina, los votantes eligieron en noviembre como presidente al ex jefe de
gobierno de la ciudad de Buenos Aires, el político de centroderecha Mauricio
Macri, rechazando al candidato respaldado por la ex presidenta Cristina
Fernández de Kirchner, quien nacionalizó industrias e impuso controles de
divisas. Macri se ha movido rápidamente para desmantelar las políticas
económicas de su predecesora. Desde que asumió el cargo en diciembre, su
gobierno ha eliminado las restricciones cambiarias y la mayoría de los
impuestos a las exportaciones agrícolas, y ha anunciado nuevas inversiones en
el sector energético.
Reformar las
políticas populistas de los últimos 12 años en Argentina no será fácil. Se
espera que este año el nuevo gobierno enfrente una dura oposición en el
Congreso y los poderosos sindicatos, dominados por el peronismo.
En
Venezuela, rica en petróleo,
los votantes dieron hace poco la mayoría en la Asamblea Nacional a una
coalición opositora, repudiando 17 años de chavismo, el movimiento socialista
iniciado por el fallecido presidente Hugo Chávez. Los representantes de la
coalición, que asume el control hoy, han dicho que se concentrarán en arreglar
una economía sumida en una inflación de tres dígitos y una escasez de productos
de primera necesidad, en lugar de tratar de sacar del poder al presidente
Nicolás Maduro.
La
liberalización de la economía va a ser una batalla cuesta arriba, ya que Maduro
y su Partido Socialista Unido de Venezuela se
han comprometido a no dejar pasar nuevas políticas. En diciembre, sus aliados
en la Asamblea Nacional saliente nombraron 13 jueces del Tribunal Supremo de
Justicia, lo que podría bloquear la agenda de la oposición.
Los
problemas económicos de Venezuela son una de las razones por las que Cuba está
renovando lazos con Estados Unidos y relajando parcialmente sus estrictos
controles económicos y políticos. La isla comunista ya no puede contar con las
dádivas de su viejo aliado y protector. Los viajes a Cuba probablemente
aumenten este año después del acuerdo recientemente firmado con EE.UU. para
comenzar vuelos comerciales directos. Muchas empresas, incluyendo cadenas
hoteleras como Marriott International, dicen que el embargo de Washington sigue
entorpeciendo el aumento de lazos comerciales con Cuba.
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