La
yakuza, de nuevo en pie de guerra
El capo de capos japones
el disidente Kunio Inoue
http://www.sankei.com/west/photos/150906/wst1509060013-p1.html
Inoue
yamaken-gumi que asistió a la reunión, que se ve como un Kunio jefe
"reunión ordinaria" (izquierda) y Sumiyoshi-kai ejecutivo (derecha).
Jefe de 13 organizaciones ha dejado se cree que la Yamaguchi-gumi haber puesto
en marcha una nueva organización = la quinta 13:08, Kobe, Japón
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/09/11/actualidad/1441990471_535097.html
El grupo de
la mafia japonesa se ha escindido y la policía teme un estallido de violencia
MACARENA
VIDAL LIY
Pekín
11
SEP 2015 –
Policías
japoneses, en un registro de un piso de la yakuza en Kobe. / AFP
La policía
japonesa se encuentra en alerta. Yamaguchi-gumi, la más poderosa de las
familias de la yakuza, la mafia japonesa, se ha
escindido y amenaza con declarar una guerra interna al cumplir su
centenario. Originaria de la ciudad occidental nipona
de Kobe, formada por unos 55.000 integrantes
—la inmensa mayoría, hombres— y agrupada en 850 clanes,
esta familia ha expulsado a 13 facciones disidentes.
Los líderes
de estas facciones han decidido formar un grupo rival, al que se han sumado
unos 3.000 miembros. La nueva banda tendrá
prácticamente el mismo nombre —Kobe Yamaguchi-gumi—
y los mismos símbolos, según han informado al diario Asahi
Shimbun fuentes policiales.
La razón que
alega el nuevo grupo para formarse es el “exagerado egoísmo” del actual capo de Yamaguchi-gumi, Kenichi Shinode, de 73 años.
También conocido como Shinobu Tsukasa, se
encuentra al frente de esta familia de la yakuza desde 2005. Este padrino, la
sexta generación de dirigentes de una organización que
nació en 1915 como una agrupación de estibadores, está acusado por sus
rivales de querer organizar ya su sucesión para dejar de herederos a algunos de
sus hombres más fieles, por encima de la jerarquía del grupo. También le
reprochan acaparar los ingresos de la organización.
Unos
ingresos que, al parecer, ya no son lo que eran. Las
facciones de la yakuza, nacidas en su mayoría del mundo del juego y que
aún basan en él muchos de sus ritos, no son, de por sí, organizaciones
ilegales. Están muy integradas en la cultura popular nipona, que exalta algunos
de sus valores como la lealtad y sus estrictos códigos de conducta, y parte de
sus actividades son legítimas. En el terremoto de Kobe de 1995, Yamaguchi-gumi,
originaria de esta localidad, acudió al socorro antes incluso que los propios
equipos de emergencia, y aportó hasta un helicóptero.
Otras de sus
actividades no son tan loables, ni mucho menos. Como otras mafias, la yakuza
japonesa tiene negocios en la trata de personas, en la
extorsión a grandes empresas o la venta de drogas. Aparentemente, no
obstante, tanto sus actividades legítimas como las ilegales se han convertido
en menos lucrativas en los últimos tiempos, afectadas tanto por años de lucha
policial como por el declive de la economía japonesa.
Con todo, la
revista Fortune calcula los ingresos de
Yamaguchi-gumi en unos 80.000 millones de dólares
(unos 70.000 millones de euros), la mayor cantidad de una organización
delictiva en todo el mundo y un pastel nada desdeñable.
Eso ha
desatado los temores a que pueda comenzar una guerra abierta entre esta
organización y la escindida, que está encabezada, al parecer, por Junio Inoue, de 67 años y líder de la facción Yamaken-gumi.
La perspectiva de un enfrentamiento pone los pelos de punta a las fuerzas de
seguridad. En 1984, la violencia entre bandas de la yakuza dejó treinta muertos
y decenas de heridos, muchos de los cuales eran ajenos al crimen organizado.
Como primera
medida preventiva, esta semana la policía nipona ya inició un registro en las
instalaciones de la nueva organización. El objetivo declarado era investigar
acusaciones de que se habían hecho de manera ilegal con tarjetas de crédito y
con números PIN de tarjetas de teléfono de ancianos. Pero también, su intención
era saber más sobre la nueva Kobe Yamaguchi-gumi.
El ministro
portavoz del Gobierno japonés, Yoshihide Suga, ha expresado la esperanza de que
la escisión sirva de oportunidad para debilitar aún más a estos grupos. E
Ichiro Kume, el jefe de policía de la Prefectura donde se encuentra Kobe, ha
declarado que piensa lograrlo “con campañas estratégicas y precisas tanto contra
sus recursos humanos como sus fuentes de ingresos”.
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