El
gobierno mexicano de Peña nieto se esmero en ocultar los crímenes de los alumnos de Ayotzinapa cometidos por los militares y gano tiempo para borrar las
pruebas y ocultar las evidencias. La ONU contradice la versión oficial
Es un caso parecido al Gobierno de Egipto
que secuestra a turistas mexicanos bombardeados probablemente para matarlos
en la Unidad de Cuidados Intensivos y no permitirles narrar lo que aconteció.
La
ONU pide que se interrogue a los militares del ‘caso Ayotzinapa’
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/09/16/actualidad/1442366479_791660.html
Un informe
de la ONU critica por “tardías y deficientes” las pesquisas del Gobierno
JAN MARTÍNEZ
AHRENS México 16 SEP 2015 - 05:29 CEST
Vista del
basurero municipal de Cocula, Guerrero, donde según la PGR fueron asesinados
los estudiantes desaparecidos. / SAÚL RUIZ
Los ecos de
la tragedia de Iguala han llegado a la ONU. El
Comité de Desapariciones Forzadas de Naciones Unidas, en su último informe
sobre México, lanza un varapalo a las investigaciones “tardías y deficientes”
emprendidas por la desaparición de los 43 normalistas en septiembre de 2014. En una inesperada vuelta de tuerca, la ONU
pide un “replanteamiento general” de las pesquisas en consonancia con el
análisis de un grupo internacional de expertos que ha puesto en duda las tesis
oficiales.
Como remate,
el informe solicita que se permita a dichos
especialistas interrogar a los militares presentes esa noche en Iguala,
un punto rechazado por el Ejecutivo de Enrique Peña Nieto y que es visto como
una agresión por el intocable estamento militar mexicano.
México es
una tierra poblada de espectros. Más de 23.000
desaparecidos desde 2006 han convertido al país en una enorme tumba sin nombre. Y los
intentos de cerrarla no han funcionado. “La impunidad generalizada perdura como un
patrón crónico y favorece la perpetración de desapariciones forzadas”,
sostiene Naciones Unidas.
Más de
23.000 desaparecidos desde 2006 han convertido al país en una enorme tumba sin
nombre
A lo largo
de 300 páginas, el comité revisa los trabajos iniciados y prometidos por el
Estado mexicano desde que en 2011 giró visita al país. El resultado es
desolador. Aunque advierten algunos avances, los expertos de Naciones Unidas
sostienen que prevalece la misma “situación deteriorada” que hace cuatro años.
No hay, a su juicio, un diagnóstico ni una admisión del problema al más alto
nivel. “Esta falta de reconocimiento cabal se evidenció de manera cruda con la
desaparición de forzada de 43 estudiantes normalistas de Iguala en septiembre
de 2014 y las investigaciones tardías y deficientes que
le siguieron”, destaca la ONU, antes de entrar de lleno en la última y
feroz polémica en torno a este caso y que tiene como protagonista al Grupo de Interdisciplinario de Expertos Independientes
(GIEI), adscrito a la Comisión Internacional de
Derechos Humanos.
Estos
especialistas, tras una revisión de seis meses, no solo han solicitado la
apertura de nuevas líneas de investigación, haciendo tambalear el cierre del
caso, sino que han detonado una bomba de relojería al asumir el trabajo de un
perito internacional, el peruano José Torero,
que niega que en el basurero de Cocula se hubiese incinerado a los normalistas,
tal y como sostiene la Procuraduría General de la República. Esta conclusión
tiene efectos sísmicos. La hoguera de Cocula es el punto conclusivo de las confesiones
de los sicarios detenidos. Pero si no hubo tal fuego, sus declaraciones tampoco
serían ciertas, por lo que, como en un árbol contaminado, colapsaría el núcleo
de la versión oficial.
Ante esta
andanada, los investigadores de la Procuraduría se han mantenido firmes. Aunque
sin hacerlo público por la orden presidencial de evitar cualquier crispación en
un caso de alta volatilidad emocional, en privado sostienen que sus
conclusiones vienen avaladas por 487 informes
periciales, 386 declaraciones, 114 detenidos, 95 líneas telefónicas
intervenidas y un sinfin de registros. Es más,
consideran que el dictamen del perito internacional parte de un supuesto, la
necesidad de 800 kilos de madera para quemar un solo cuerpo, rechazado por
colegas de más prestigio y fácilmente refutable.
Ante la
polémica, el grupo de trabajo de la ONU, sin dejar de aplaudir la política de
mano tendida de Peña Nieto, se ha alineado con sus colegas del GIEI y pide un
“replanteamiento general” de la investigación de Iguala. En este contexto,
también respalda que se permita interrogar al personal militar presente aquella
noche en la ciudad, un punto de extrema sensibilidad y cuya sola mención
levanta ampollas en un generalato poco acostumbrado a
rendir cuentas al poder civil.
Con esta doble
petición, la pelota se sitúa en la pista de Peña Nieto en un momento altamente
delicado. La semana próxima se cumplirá un año de la matanza y las heridas
abiertas por aquella tragedia aún no se han cerrado. Los
padres rechazan la investigación oficial y las encuestas muestran que
una mayoría de la población sigue escéptica. En un entorno de fuerte erosión,
el Gobierno se enfrenta a su mayor enemigo: la desconfianza. Y a la
constatación de que en Iguala, para muchos mexicanos, aún es noche.
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