En
EE.UU., el papa Francisco se enfrentara a unos fieles divididos
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Un coro de
Maryland ensaya con miras a su participación en una misa oficiada por el Papa.
PHOTO: MICHAEL REYNOLDS/EUROPEAN PRESSPHOTO AGENCY
Por FRANCIS X. ROCCA
Martes,
22 de Septiembre de 2015
0:02 EDT
Cuando
Francisco pise suelo estadounidense esta semana, visitará una comunidad
católica de gran influencia por tamaño, riqueza y poder político. Pero también
encontrará unos feligreses cada vez más divididos sobre la dirección que está
tomando la Iglesia Católica.
Los seis
días que el Pontífice pasará en Estados Unidos, país que nunca ha visitado,
podrían ser un momento decisivo para un papado que ya está generando división
entre los fieles en temas que van desde el divorcio hasta el calentamiento
global.
La enorme
atención que está recibiendo su viaje y el alto perfil de su agenda —un
discurso ante el Congreso estadounidense, una visita a la Casa Blanca y un
discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, entre otros eventos—
ofrecerán una oportunidad sin precedentes para el que el Santo Padre pueda
enviar su mensaje a los fieles católicos y al mundo en general.
Hay
mucho en juego.
Si el Pontífice hace énfasis en su agenda
social y en sus esfuerzos por atraer nuevamente al redil a los católicos
decepcionados, podría atraer a una generación más joven que es clave para la
revitalización de la Iglesia.
Pero si hace
eso, también corre el riesgo de
desmoralizar y alienar a un núcleo de creyentes que han permanecido
incondicionales en su apoyo a lo largo de medio siglo de agitaciones.
Según Marco
Politi, autor del libro “Francisco entre lobos”, este viaje es crucial
debido a la influencia que EE.UU. tiene sobre algunos de los temas que el Papa
está priorizando, desde el medio ambiente hasta el tráfico de personas.
Pero también
es importante porque el Pontífice se reunirá con una “Iglesia dividida” en la
cual los obispos y los laicos conservadores resisten
sus intentos de liberalización sobre los temas de la familia. “El viaje
es importante adentro y afuera”, dice Politi.
La
importancia de la Iglesia estadounidense hace de ésta una visita única. Con 80 millones de feligreses, la comunidad
católica de EE.UU. es la cuarta del mundo y una de las más generosas en
términos de donaciones a organizaciones benéficas e instituciones de la
Iglesia, incluyendo el Vaticano.
Como la
mayor economía del mundo y la única superpotencia geopolítica, EE.UU. es
también una audiencia clave —y blanco— de la enseñanza social de Francisco. Es
en esa nación donde sus severas críticas al sistema financiero global generaron
las reacciones más fuertes, tanto positivas como
negativas.
Los
católicos estadounidenses
están divididos sobre asuntos eclesiásticos y sobre
cuestiones políticas, sociales y culturales que van desde la inmigración, la
política ambiental hasta el matrimonio del mismo sexo, temas que han
polarizado a la sociedad estadounidense en su conjunto. Francisco se ha metido
de lleno en esa división.
El lunes, el
papa Francisco ofició una misa en Holguín, Cuba, antes de viajar a EE.UU.
PHOTO: ALESSANDRA TARANTINO/ASSOCIATED PRESS
Desde el
Concilio Vaticano II de 1962-1965, cuando todos los obispos católicos del mundo
se reunieron para examinar la relación de la Iglesia con el mundo moderno, los
católicos en general se han dividido en un número de temas respecto de la
enseñanza y las prácticas de la Iglesia, incluyendo la ética sexual y médica y
la postura general de la Iglesia hacia la cultura secular. Por casi 40 años,
durante los pontificados de San Juan Pablo II y Benedicto XVI, los
conservadores disfrutaron de un fuerte apoyo del Vaticano respecto a cuestiones
teológicas y morales.
En general, Francisco ha restado importancia a las enseñanzas de
ética sexual y médica para concentrarse en los temas de
justicia social, en particular las inequidades de la economía de
mercado.
Ninguno de
sus predecesores inmediatos fue un entusiasta del capitalismo, pero Francisco
utiliza un lenguaje particularmente profundo y apasionado para denunciar los
aspectos negativos de la globalización.
Se espera,
por tanto, que el Papa subraye sus posiciones sobre justicia social y el medio
ambiente, con lo que podría apelar a los católicos de la generación del
milenio.
Según William V. D’Antonio, profesor de sociología de la
Universidad Católica de América en Washington, D.C., sólo
23% de los católicos más jóvenes asiste a misa regularmente, pero este
grupo es un gran partidario de causas progresistas como la cobertura universal
de salud.
Ese mensaje,
sin embargo, podría desalentar a los católicos que apoyan las soluciones de
libre mercado para la economía y el medio ambiente. Según Gallup, la caída de popularidad de Francisco entre los conservadores (pasó de 72%
el año pasado a 45% recientemente, según una
encuesta de la firma) puede ser atribuida a sus declaraciones enfáticamente
progresistas sobre cambio climático, capitalismo y la desigualdad de ingresos.
“Entre los
conservadores estándar, en particular los conservadores económicos, existe la
preocupación de que el Papa está siguiendo el libreto liberal y no aprecia cómo
el capitalismo ha sacado a millones de la pobreza”, dice W. Bradford Wilcox, profesor de
sociología de la Universidad de Virginia. Mientras tanto, los “conservadores
teológicos” están “preocupados más sobre la trayectoria de la enseñanza [del
Papa] sobre el matrimonio y la vida familiar”.
Los
conservadores teológicos sienten cada vez más que el Papa, en su búsqueda de
una iglesia más abierta y acogedora, está promoviendo activamente una agenda
teológica progresista.
Están
preocupados por las declaraciones del Pontífice, tales como su famoso
comentario sobre los funcionarios homosexuales del Vaticano (“¿Quién soy yo
para juzgar?”) y algunos nombramientos clave en Roma y EE.UU.
En el país
norteamericano, la designación más importante del Papa hasta ahora ha sido la
del Arzobispo de Chicago, Blase Cupich, quien recientemente se ganó las
críticas de los opositores del aborto al afirmar que la manera en que Planned
Parenthood [una organización promotora de los derechos reproductivos en EE.UU.]
se ocupa del tema de los fetos abortados
no es más censurable que el desempleo o el maltrato de los inmigrantes.
“Si bien el comercio
con los restos de niños indefensos es particularmente repulsivo, no debemos
estar menos consternados por la indiferencia hacia las miles de personas que
mueren diariamente por falta de atención médica decente; hacia aquellos a
quienes un sistema de inmigración ineficaz y el racismo les niega diariamente
sus derechos; a quienes sufren de hambre, desempleo y carencias; a quienes
pagan el precio de la violencia en los barrios saturados de armas; o a quienes
son ejecutados por el Estado en nombre de la justicia”, dijo el arzobispo en un comunicado
el mes pasado.
La batalla
clave para los conservadores teológicos es el debate que tiene lugar
actualmente dentro de la Iglesia en temas de familia. El año pasado, el Papa
convocó a un sínodo, una reunión de obispos de distintas partes del mundo, para
analizar las enseñanzas y las prácticas católicas en ese ámbito. Varios de los
obispos designados por el Pontífice para participar de este sínodo —que está
dividido en dos partes, la segunda concluye en octubre de este años— son
marcadamente progresistas y están a favor de facilitar a los católicos
divorciados y vueltos a casar civilmente recibir la comunión, una práctica
actualmente prohibida en el derecho canónico, y también tienden a reconocer los
aspectos positivos de las llamadas relaciones irregulares, incluidos los
segundos matrimonios y los matrimonios del mismo sexo.
El resultado
final de estas discusiones podría zanjar el debate desencadenado en la Iglesia
poco después de que Francisco se convirtiera en Papa: si éste es un radical que quiere cambiar la enseñanza de la Iglesia o
si es simplemente un reformador predicando doctrinas tradicionales en un estilo
distintivo. La jerarquía y la mayoría de los católicos laicos opinan lo
último; las minorías conservadoras y progresistas temen o esperan que ocurra lo
primero.
Ambas partes
pueden citar las palabras del Santo Padre sobre cuestiones de familia, lo cual
refleja una estudiada ambigüedad. Francisco probablemente mantendrá esa
ambigüedad durante su visita a EE.UU., alimentando así ansiedades conservadoras
y dejando a algunos progresistas decepcionados y frustrados.
El papa
Francisco llegará a EE.UU. el martes. PHOTO: ALBERTO PIZZOLI/AGENCE
FRANCE-PRESSE/GETTY IMAGES
Si el
Pontífice no habla enérgicamente en contra del aborto o del matrimonio entre
personas del mismo sexo, corre el riesgo de alienar a
los católicos conservadores que dominan 20% de las parroquias de EE.UU,
de acuerdo con D’Antonio.
Estos
conservadores son una minoría, pero su importancia es desproporcionadamente
grande, dice Wilcox, quien los llama las “personas cuyos hijos serán sacerdotes
o monjas en el futuro”. Sin embargo, D’Antonio señala que este grupo está en
gran medida formado por personas mayores de 75.
Aunque los
católicos progresistas pueden estar esperando escuchar lo que quieren oír de
Francisco, la mayoría de los católicos conservadores sigue adoptando una
actitud de expectativa, dice Wilcox. La visita de esta semana promete ser
crucial para determinar su apoyo al Papa.
“Yo espero
que diga algo que indique su apoyo al campo provida [anti aborto]”, dice Philip
F. Lawler, director de la página web conservadora Catholic Culture. “Creo
que esto es necesario en este punto, porque hay tantos católicos buenos y
fieles que están muy nerviosos”.
Si el Papa
satisface a los conservadores en temas morales, podría hacer incluso más para
tranquilizar a su principal base de apoyo: podría ampliar el apoyo a su agenda
social.
Según Robert
Royal, editor en jefe del sitio web conservador Catholic Thing, si las personas
que “se preocupan principalmente por el aborto y la homosexualidad” se sienten
seguros del apoyo del Papa en esos temas, van a ser capaces de “escuchar más lo
que tiene que decir acerca de la inequidad”.
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