Análisis: La desaceleración de China a 4% en su PBI favorece a Estados Unidos
Análisis:
La desaceleración de China favorece a Estados Unidos
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La
desaceleración china podría ayudar a abaratar el acero que usan las
automotrices. En la foto, una planta de ensamblaje de BMW en Greer, Carolina
del Sur. PHOTO: LUKE SHARRETT/BLOOMBERG NEWS
Por BOB DAVIS
Miércoles,
9 de Septiembre de 2015
0:02 EDT
La
desaceleración de la economía china y la errática respuesta del gobierno han
vapuleado a los mercados en las últimas jornadas. A largo plazo, sin embargo,
un crecimiento más moderado en China podría beneficiar a Estados Unidos de
varias formas.
En el
aspecto económico, el enfriamiento de China mantendría
a raya la inflación puesto que el debilitamiento de la demanda del
gigante asiático deprime el precio de materias primas,
como el cobre, el petróleo y el acero, utilizadas en automóviles, electrónicos
y otros productos de consumo, dicen los economistas.
Si China
reconfigura su economía para que dependa más de los servicios,
una de las metas del actual gobierno, eso ayudaría a las empresas
estadounidenses, como firmas de software y compañías de
entretenimiento, y reduciría el exceso de producción en sectores industriales
de China.
Otro factor
que favorecería a EE.UU., según los economistas,
es que aumenta el atractivo de invertir en ese país
conforme la rentabilidad de las inversiones disminuye en China y crece en
EE.UU. A su vez, algunos de los estudiantes chinos más
brillantes que estudian en EE.UU. podrían optar por quedarse en el país
si las perspectivas económicas de China decaen.
En el ámbito
geopolítico, un menor crecimiento de China aplazaría por décadas el momento en
el que esta supere a EE.UU. y se transforme en la mayor economía del mundo.
Algunos estiman que China podría cruzar esa barrera en
2030. Eso debilitaría las aspiraciones chinas a un liderazgo global y
socavaría el “modelo chino” de desarrollo, en el cual el Estado juega un rol
clave en la economía. En cambio, la visión estadounidenses de que el
crecimiento depende de la innovación y la capacidad de emprendimiento, la
libertad de pensamiento y una intervención mínima del gobierno cobrará renovado
impulso.
“Los problemas
económicos de China probablemente alterarán sutilmente el equilibrio de poder
en las negociaciones bilaterales y multilaterales a favor de EE.UU., cuya
recuperación económica continúa ganando impulso”, dice Eswar Prasad, economista de la
Universidad de Cornell y ex especialista en China del Fondo Monetario Internacional.
“EE.UU. acudirá a las reuniones del G-20 y las instituciones internacionales
con una mano más fuerte frente a China”, asevera.
La expansión
de la economía china es vital para muchos países, entre ellos sus vecinos
asiáticos, que dependen del intercambio comercial, y los exportadores de
materias primas de América Latina y África.
Moody’s
Analytics estima que cada reducción de un punto porcentual del Producto Interno
Bruto chino reduce el PIB global en medio punto porcentual. (El cálculo
incluye la economía china, lo que le imprime un mayor dramatismo al resultado).
La economía
estadounidense, sin embargo, no tiene vínculos tan estrechos con China. Las exportaciones de EE.UU. a ese país representan
cerca de 1% del PIB, mientras que la inversión
directa china en EE.UU. es una fracción de 1% del total de la inversión
extranjera.
“Si China desapareciera
del mapa”, el
crecimiento estadounidense se reduciría en alrededor de un punto porcentual,
señala Paul Ashworth, economista de Capital Economics. “Eso ni siquiera es una
recesión”, sentencia.
Las posibles
ventajas que acarrearían una desaceleración de China para EE.UU. han desatado
algunas críticas en Beijing. Yao Yudong, investigador
del banco central chino, atribuyó las recientes turbulencias en los
mercados a los planes de la Reserva
Federal de subir las tasas de interés de corto plazo, no a los aprietos
económicos de China.
La magnitud
de las ventajas que podría obtener EE.UU. depende, en buena medida, de la forma
en que China reaccione a sus problemas.
Un giro
importante hacia una economía basada en el consumo exigiría que China reduzca
las barreras que impiden que los migrantes residan en las ciudades, fortalezca la débil red de protección social para que
los ciudadanos no sientan la necesidad de ahorrar tanto y desmantele gran parte
del control estatal de los bancos, entre los varios cambios a los que se oponen
los poderosos gobiernos provinciales y municipales y las empresas estatales.
Los precios
de los electrónicos, muchos de los cuales se fabrican en China, podrían
permanecer bajos conforme la economía china se enfría. PHOTO: RCK WILKING/REUTERS
Esta clase
de reformas crearía una oportunidad enorme para los grandes bancos,
aseguradoras y firmas de salud, Internet y entretenimiento estadounidenses de
expandir sus negocios en China, según especialistas. Los cambios también les restarían importancia a industrias tradicionales como la
siderúrgica y la de neumáticos, que tienen un exceso de capacidad y
exportan sus superávits, lo que desemboca en gigantescas disputas comerciales
en todo el mundo. Muchas de estas compañías que arrojan pérdidas no tendrían
más remedio que cerrar sus puertas si los bancos chinos concedieran préstamos
en función de la rentabilidad, en lugar de seguir las directrices del gobierno.
Sin embargo,
incluso si China dejara de lado las reformas, acudiera a su viejo libreto e
intentara apuntalar las exportaciones, es poco probable que EE.UU. salga muy
perjudicado. Como el mayor exportador del mundo, China no tiene mucho margen
para incrementar sus exportaciones y EE.UU. ya ha absorbido el grueso del shock
proveniente de la máquina exportadora china, observa Gordon Hanson, economista
de la Universidad de California en San Diego.
Si
China intenta expandir su sector industrial, en cambio, se parecería al Japón de los años 90, donde la
economía perdía fuerza, la deuda aumentaba para mantener las empresas a flote y
se esperaba que el gobierno creara una estrategia industrial para sacar a la
economía del atolladero. Sin embargo, los burócratas japoneses nunca lo
consiguieron.
“El gobierno (chino)
apostaría a ciertas industrias”, recalca Hanson. “Algunas darían resultado y otras no”.
El primer
ministro Li Keqiang ha estado tratando de que China desarrolle la impresión
3-D, la llamada Internet de las cosas y una industria local de semiconductores,
entre otras iniciativas.
Tampoco hay
que descartar que una brusca desaceleración económica genere la tentación en el
gobierno de emprender algunas aventuras militares en el exterior para conservar
su apoyo. De todos modos, incluso en este ámbito, el enfriamiento económico
favorecería a EE.UU. “Una cosa es expandir el presupuesto militar 10% al año
cuando la economía crece 7% al año”, señala Ted Truman, ex funcionario del
Departamento del Tesoro durante el gobierno de Barack Obama. “Otra cosa es
hacerlo cuando la economía crece 4%. Absorbería
el resto del presupuesto. Eso reduciría el desafío de China al dominio
estadounidense”.
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