El
ejército mexicano y la policía federal mataron a los estudiantes pues para cremar 43 cuerpos en las condiciones
descritas harían falta 60 horas, 30.1 toneladas de madera seca por 10 meses,
13.3 toneladas de neumáticos y 13.33 toneladas de diésel. Y el cuartel del ejército
estaba a pocos centenares de metros de allí
Viaje
al epicentro del mayor misterio de México
http://www.elconfidencial.com/mundo/2015-09-09/viaje-al-epicentro-del-mayor-misterio-de-mexico_1006645/
El centro
del debate en el caso de los 43 estudiantes de Iguala sigue siendo la pira
supuestamente improvisada en el basurero rural de Cocula. Viajamos hasta el
lugar para desmontar la versión oficia
Velas con
las fotos de algunos de los 43 estudiantes desaparecidos durante una vigilia
ante la Fiscalía, en México D.F., el 26 de marzo de 2015 (Reuters).
TÉMORIS
GRECKO. BASURERO DE COCULA (MÉXICO)
09.09.2015 – 05:00 H.
“Vamos a
tomar en cuenta las consideraciones” realizadas por el Grupo Interdisciplinario
de Expertos Internacionales (GIEI), dijo Tomás Zerón de Lucio, director de la Agencia de Investigación Criminal -el FBI mexicano-.
El GIEI es el organismo creado por la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos con el visto bueno del Gobierno mexicano, y el domingo divulgó un informe de 560 folios en el que reveló con detalles los
errores, omisiones y desvíos de lo que Jesús Murillo Karam (entonces procurador
-fiscal- general de la República) definió como “la más grande
investigación” de la historia: la de la desaparición de 43 estudiantes en Iguala,
hace un año.
En
declaraciones hechas el lunes, Zerón de Lucio asumía así la línea indicada
desde la Presidencia de la República: no confrontar al GIEI y mostrar buena
cara. Pero esa misma orden incluía no ceder terreno: era un acto de diplomacia
que tanto Enrique Peña Nieto como Arely Gómez -sucesora de Murillo Karam como
Procuradora General de la República (PGR)- ejecutaron el mismo domingo sin
renunciar a la versión oficial ni mostrar incomodidad en la delicada postura en
la que quedaron las autoridades. No fue tan sencillo para Zerón, quien al
matizar el anuncio de que valorará las recomendaciones del GIEI, dejó la
impresión de sentirse en el desamparo: “Pero al final, la verdad, estamos sobre
el mismo camino, la verdad que tenemos nosotros es que en el basurero fueron
ejecutados, fueron incinerados y posteriormente trasladados al río un número
importante de estudiantes”.
De estos
tres altos funcionarios, Zerón es el único que ha estado involucrado
directamente en los trabajos que ahora han quedado desacreditados. La cabeza de
Murillo Karam empezó a rodar el 3 de marzo, cuando fue reemplazado por Arely
Gómez, y terminó de caer el 27 de agosto, al perder la posición de segunda
línea (ministro de Desarrollo Agrario) en la que parecían haberle encontrado
cobijo. La de Zerón sigue en su sitio, por el momento, y no se rinde en su
defensa de lo que su exjefe Murillo Karam llamó “verdad histórica”: a
medianoche del 26 de septiembre de 2014, los 43 estudiantes de Ayotzinapa
fueron trasladados a un lugar remoto en el municipio de Cocula, asesinados a
balazos, bajados por la pendiente de un amplio hoyo que tiene forma de cráter y
es usado como basurero, apilados como troncos e
incinerados durante 12 o 16 horas, utilizando madera, neumáticos y plásticos
como combustible.
Algo ha
cambiado: en contraste con el despliegue de firmeza que hacía Murillo Karam,
Zerón ya no asegura que ése fue el destino de la totalidad de los 43, sino tan
solo el de un “número importante”; tampoco pretende sugerir que sabe qué pasó
con los demás. Pero en lo fundamental, son conclusiones que el Gobierno no
abandona, a pesar de que han sido cuestionadas o rechazadas por todo tipo de
instancias, desde la oficial Comisión Nacional de los Derechos Humanos y el
mencionado grupo de expertos de la Comisión Interamericana, hasta los padres y
compañeros de los 43 desaparecidos.
Familiares
de algunos de los estudiantes desaparecidos se manifiestan en México D.F., el
27 de agosto de 2015 (Reuters).
El hueso de
Alexander
El informe
del GIEI abarcó la totalidad de la investigación de la PGR, que pide
“reorientar”. Descubrió que en los crímenes de Iguala no solo estuvieron
involucrados los dos autobuses de la línea Estrella de Oro cuyos pasajeros
desaparecieron y los dos de la compañía Costa Line
que concentraron a los supervivientes, además del Castro Tours en el que, por
confusión, fueron atacados adolescentes de un equipo de fútbol: había un
Estrella Roja que apareció y desapareció de las averiguaciones oficiales, y que
una vez que fue detectado por los expertos, se quiso hacer pasar por otro. No
se conoce aún su paradero, aunque podría ser la clave que explique esta
operación masiva que involucró al menos a 120 perpetradores y dejó, además de
los 43 desaparecidos, a seis muertos, 40 heridos y un
joven con muerte cerebral.
Igualmente,
terminó de derribar la versión sostenida por todo tipo de funcionarios civiles
y militares de que, a lo largo de la noche, solo participaron criminales y
agentes municipales, con plena ignorancia de las autoridades federales:
documentos de diversas autoridades y declaraciones
ministeriales revelan que fuerzas estatales y federales, y el mismo Ejército
Mexicano, no solo estuvieron enterados minuto a minuto de lo que
acontecía, sino que hubo vigilancia de soldados y
policías federales e incluso su intervención
directa. Lo anterior implica que no se trató de un asunto limitado a
escala municipal, sino que los actos susceptibles de ser faltas y crímenes,
tanto de comisión como de omisión, alcanzan los niveles superiores, y que todo
esto fue marginado de la investigación.
El centro
del debate, sin embargo, ha seguido siendo el destino de los estudiantes y, en
particular, la pira supuestamente improvisada en el basurero rural de Cocula.
El informe del GIEI señala que la versión oficial está sostenida principalmente
en los testimonios brindados por los presuntos ejecutores de los crímenes, de
quienes se sospecha que pudieron haber sido torturados. Según sus
declaraciones, grabadas en vídeo y hechas públicas, ocho sicarios trasladaron
en una camioneta y un camión a los estudiantes al basurero, donde asesinaron a
los 28 que seguían vivos, pues los demás habrían muerto aplastados por el peso
de sus propios compañeros, apilados sobre ellos en los vehículos. Después los
habrían hecho rodar cuesta abajo hasta el fondo del basurero del Hoyo del
Papayo, 20 metros abajo.
Vista desde
arriba del Hoyo del Papayo, en el basurero de Cocula, el centro del caso (Foto:
T.G.).
Una
inspección directa, realizada por este
reportero, deja ver que esto es improbable.
En primer
lugar, porque donde se dice que arrodillaron a los jóvenes para
asesinarlos uno a uno, no se aprecian huellas de sangre
ni la investigación indicó que las hubieran hallado.
Aunque la
pendiente es inclinada, la basura está apelotonada de manera natural en lo que
parecen terrazas de agricultura, que hubieran detenido el movimiento de los
cadáveres. Sin acarrear nada, descender requiere de
unos diez minutos, y una persona hubiera tenido
que esforzarse empujando cada cuerpo, en la oscuridad de luna nueva y
cielo cubierto a la medianoche, bajo una lluvia persistente.
La PGR fue
incapaz de encontrar ahí un rastro directo de los jóvenes. El único elemento en
las actas es un fragmento de hueso que los exámenes de ADN indican que
perteneció al estudiante Alexander Mora, pero no provino del basurero y está en
duda si efectivamente fue hallado donde se dijo -el río San Juan, a seis
kilómetros de distancia-. De lo demás, se asegura que todo fue incinerado.
Pero
la sangre derramada durante la matanza no habría quedado expuesta al fuego, lo mismo que los restos de cabello, sudor, grasa y otros fluidos, o de ropa, que
habrían quedado tras el arrastre de los cuerpos por metros y metros de basura.
Todo esto habría provisto elementos de identificación mediante pruebas de ADN,
pero nada fue reportado.
La
pira inexistente
La súbita
depresión conocida como Hoyo del Papayo (en la
imagen) y utilizada como basurero es geológicamente interesante. Podría
convertirse, efectivamente, en un gran horno.
Pero en temporada seca:
en
tiempos lluviosos, como los de septiembre, es natural que en el fondo se
produzcan acumulaciones de agua.
Especialmente
si llueve, como ocurrió ese día. Y sería necesario disponer del combustible.
Ya en diciembre del 2014, el doctor Jorge Antonio Montemayor,
del Instituto de Física de la Universidad Nacional
Autónoma de México, y el maestro Pablo Ugalde, habían presentado un
documento titulado “Imposible la cremación de 43 normalistas en el basurero de
Cocula”.
Otros
científicos habían refutado la versión de la PGR en entrevistas con reporteros,
pero éste fue el primer informe sustanciado y fundamentado en una extensa
bibliografía. Entre sus hallazgos, está el cálculo de la cantidad de material
que habría sido necesario para mantener un fuego de 950ºC,
que en ocasiones habría llegado a 1.600ºC,
durante las 12-16 horas referidas, y la
estimaron en 33 toneladas de troncos, de cuatro
pulgadas de diámetro, y 995 neumáticos.
).
Una
manifestante llora durante una protesta para exigir información sobre los
estudiantes, en México D.F. (Reuters).
Entrevistado
por el periodista, Montemayor señala: “33 toneladas son
dos tráilers, o sea, dos cajas completas de un tráiler llenas de madera.
Los
troncos los tuvieron que haber talado, los tuvieron que haber puesto a
secar por ocho o diez meses, tuvieron que ir los
dos tráilers ahí, tuvieron que cortarlos y acomodarlos, tuvieron que
haber previsto de qué largo iban a ser estos arreglos y de qué ancho, y para
eso tuvieron que hacer cálculos, o por lo menos, tuvieron que, ya muy mala la
situación, haber visto ya de perdida una foto de (las cremaciones en) la India,
entonces, y luego los tuvieron que serruchar, de esas
formas, de esos tamaños”.
Montemayor
y Aldrete fueron acusados de exagerar los números. Pero ocho meses después, el peritaje
del experto en incendios José Torero, director de la Escuela de Ingeniería
Civil de la Universidad de Queensland (Australia), incluido en el
informe del GIEI, coincide: para cremar 43 cuerpos en
las condiciones descritas harían falta 60 horas, 30.1 toneladas de madera, 13.3
toneladas de neumáticos y 13.33 toneladas de diésel.
Materiales
que deberían ser alimentados a la pira a lo largo de la quema, añade. Para
esto, en ese basurero, hubiera sido necesario descender a la base del fuego y
arrojarlos desde ahí. Pero hubiese sido imposible
acercarse a menos de 15 metros porque cualquier ser humano se hubiese quemado
vivo.
Un fuego de
esas dimensiones “hubiera
generado un incendio forestal” y hecho arder plásticos, papeles y
los desperdicios en general, dice el peritaje. Pero el basurero sigue ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario