La economía europea empeora pero sus líderes
no se ponen de acuerdo
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Por
Marcus
Walker y
Anton Troianovski
Miércoles,
15 de octubre de 2014
0:02 EDT
Wolfgang
Schäuble, el ministro de Finanzas de Alemania, criticó duramente
los llamados para que Berlín eleve el endeudamiento y la inversión pública, que
escuchó la semana pasada. Lapresse/Zuma Press
BERLÍN—La confrontación entre el Banco Central Europeo, Alemania y otros gobiernos de
la zona euro entorpece los intentos de Europa por reactivar su economía.
Las
tensiones, que se han estado gestando durante meses, se agudizaron en el último
mes en momentos en que las cifras muestran un deterioro de la zona euro y
amenazan con bloquear una respuesta coherente cuando
Europa se encamina a su tercera recesión en seis años.
Un número
creciente de estrategas y asesores sostienen que es el momento de realizar una
ofensiva coordinada que abarque medidas enérgicas del BCE, un aumento de la inversión de Alemania e instituciones de la Unión
Europea y reformas más audaces en Francia e Italia.
“Necesitamos un gran
acuerdo en el que los gobiernos nacionales entiendan que la política monetaria
sólo podrá dar frutos si es acompañada de reformas estructurales y una política
fiscal responsable”, incluyendo una menor austeridad en Alemania, señala Marcel Fratzscher, director del Instituto Alemán de
Investigación Económica, un centro de estudios de Berlín sin afiliación
partidista.
No obstante,
funcionarios y economistas advierten que incluso una ofensiva coordinada de
esta naturaleza podría no ser suficiente para acelerar el crecimiento de la
zona, tomando en cuenta los arraigados problemas del bloque. Mientras tanto,
los riesgos de una recesión en el corto plazo y un declive de más largo plazo
aumentan, según muchos.
Una caída de 1,8% en
la producción fabril en agosto, reportada el martes, fue el indicio más
reciente de que el bloque de 18 países podría
haberse contraído en el tercer trimestre, luego de un declive en el segundo
trimestre.
No es lo
único. El gobierno alemán redujo sus proyecciones de crecimiento mientras que
las cifras de inflación fueron más débiles de lo previsto en Francia y Reino Unido, que no utiliza el euro pero
está expuesto a las dificultades del bloque.
El BCE, que siente presión para comprar activos
financieros a gran escala para reanimar tanto el crecimiento como la inflación,
no está seguro de que tal medida surta
efecto si se realiza en forma aislada y teme una reacción negativa en
Alemania.
La entidad
preferiría acompañar la compra de activos con otras iniciativas que acarrean
riesgos si los gobiernos realizan políticas complementarias para estimular sus
economías, dicen fuentes cercanas. Los líderes nacionales, sin embargo, no se
ponen de acuerdo sobre qué medidas implementar.
El gobierno
de la canciller alemana, Angela Merkel, rechazó
el martes los llamados para aumentar el gasto y aplazar la meta de equilibrar
el presupuesto del próximo año en medio de la creciente evidencia de una
desaceleración en la mayor economía europea.
Alemania
también ha dejado en claro que no cree que haya necesidad de que el BCE
emprenda medidas nuevas y experimentales.
Mientras
tanto, Francia e Italia se están demorando mucho
más de lo que le gustaría al BCE y a Alemania en poner en marcha iniciativas
como una reforma del mercado laboral y una reducción de los trámites
burocráticos.
Sin embargo,
están presionando al banco central y a Alemania para que hagan más para
impulsar la demanda en Europa. “Mi temor, compartido por muchos, es que si
no adaptamos (las políticas económicas de la zona euro) terminaremos en un
período prolongado de… crecimiento muy bajo e inflación muy baja”,
manifestó el lunes el ministro francés de Finanzas, Michel Sapin, en una
reunión de ministros de Hacienda en Luxemburgo.
“Corremos el riesgo de
ingresar en un período a lo Japón que causaría mucho daño a nuestras economías…
y nuestros presupuestos”, agregó Sapin, en alusión a los largos años que Japón ha
combatido la deflación y un crecimiento anémico.
El
ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, criticó duramente los llamados para que Berlín eleve
el endeudamiento y la inversión pública que escuchó durante las reuniones del
Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial realizadas la semana pasada en
Washington. “Lo peor que podríamos hacer es repetir los errores del pasado”
de depender de la deuda pública para
propulsar el crecimiento, aseveró el martes.
El gobierno
alemán prevé una expansión de 1,2% este año y de 1,3%
en 2015, un descenso frente a proyecciones anteriores cercanas a 2%. La
desaceleración “no es agradable… pero no es razón para hablar de una crisis”,
dijo Schäuble.
Fratzscher,
por su parte, reconoció ser “relativamente pesimista” respecto
de un cambio de curso de Alemania o de que Francia o
Italia emprendan reformas económicas con mayor determinación. La
voluntad política para el cambio “sólo aparece cuando estás entre la espada y
la pared”, señaló.
La
tranquilidad que ha imperado en los mercados de renta fija en los últimos dos
años ha eliminado la sensación de urgencia en los debates europeos sobre las
reformas, luego de que las alzas en las tasas de interés de largo plazo entre
2010 y 2012 amenazaran con hacer añicos la zona euro.
Aunque tal
peligro quedó atrás, la economía europea aún no se recupera del todo de la
crisis financiera de 2008 y la posterior recesión.
Un crecimiento prácticamente nulo,
una tasa de desempleo de dos dígitos y
una
inflación que en septiembre llegó a 0,3% en 12 meses
muestran que
la zona euro sufre de una falta de demanda, además de numerosos problemas
estructurales en ámbitos como la regulación,
la tributación y el sistema bancario.
La inflación
se ubica muy por debajo de la meta del BCE, de poco menos de 2% en 12 meses, y los inversionistas creen que el organismo
no tendrá más remedio que empezar a comprar valores a gran escala, incluyendo
bonos soberanos, una política conocida como relajamiento cuantitativo.
Algunos
funcionarios del banco central temen que
esta intervención será menos efectiva en la zona euro que en Estados Unidos o
Gran Bretaña debido a un sistema financiero más fragmentado, una
dependencia en el crédito bancario más que en los mercados de capitales y el
hecho de que los rendimientos de la deuda soberana de la zona euro ya
alcanzaron niveles muy bajos.
De todos
modos, el BCE probablemente no tiene más alternativa que comprar activos si
aumenta el riesgo de deflación.
Mario
Draghi, presidente del BCE, ha insinuado que la postura fiscal de la zona euro
es demasiado austera tomando en cuenta la debilidad de la economía y ha
advertido que la política monetaria no puede hacer todo el trabajo pesado por
su cuenta.
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