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viernes, 10 de octubre de 2014

Analizan el caos que sobrevendrá a España si el Califato de Iraq y Siria consolida su poder en Libia. encontrado en el diario español el País.

  Analizan el caos que sobrevendrá a España si el Califato de Iraq y Siria consolida su poder en Libia.



Tripolitana era de  los romanos antiguos 

 Cirenaica (actualmente Bengasi) era de los griegos; al noreste en Derna están los del Califato de Iraq y Siria.

Fezzan en septiembre de 2013 autoproclamó su autonomía respecto al gobierno de Libia;era parte del antiguo imperio otomano y creo están mas cerca de unirse a Níger y a Mali.
 a simple vista son 3 países unidos a la fuerza.


Estado Islámico es un peligro real para Libia

"La amenaza para España y para Europa es la 'somalización' de Libia"

http://www.elmundo.es/internacional/2014/10/09/5435784dca4741ca138b456e.html


BERNARDINO LEÓN Enviado especial de la ONU para Libia

 Nota del autor del blog: es un intelectual anti  islámico hijo de judíos alemanes 

 Bernardino León, durante la entrevista con EL MUNDO.


 Bernardino León, durante la entrevista con EL MUNDO. Bernardino León, durante la entrevista con EL MUNDO. JAVIER BARBANCHO
ROSA MENESES

Madrid

09/10/2014 14:16 horas

Bernardino León (Málaga, 1964) viaja constantemente a Libia y los países vecinos desde que, este agosto, fuera nombrado enviado especial de la ONU para Libia. Sin duda, su amplio bagaje diplomático le sirve de instrumento para enfrentarse a la misión de mediar en la grave crisis por la que atraviesa Libia y evitar a toda costa la guerra y el desmembramiento del país, con consecuencias devastadoras para toda la región, incluida la ribera norte del Mediterráneo.

Tras el derrocamiento del régimen de Gadafi, en octubre de 2011, el país ha experimentado una deriva violenta hasta llegar al caos de hoy. Ahora mismo hay dos parlamentos y dos gobiernos paralelos, uno en Trípoli -apoyado por las milicias Fajr Libia, aliadas de Misrata- y otro en Tobruk (a más de 1.000 kilómetros de distancia), que es el único que reconoce la comunidad internacional.

Después de auspiciar varios encuentros, el lunes 29 de septiembre logró reunir en Ghadames por primera vez a diputados rivales.

¿Cuál es su balance hasta ahora de las negociaciones?

En Libia no hay un solo problema sino que es una crisis que tiene muchas dimensiones. Hay una primera dimensión que es institucional y de la que probablemente procede todo lo demás. Esa crisis nos plantea dos parlamentos, dos gobiernos, un país completamente dividido y una negación completa del otro. Se ha creado un ambiente político y social, que sigue existiendo todavía, muy preocupante para todos porque parecía que no había alternativa.

La segunda dimensión es de seguridad o militar, con cientos de brigadas armadas sobre el terreno (se calcula que sólo Misrata tiene unas 300 brigadas que controlan más de un tercio del país).

Desde ONU hemos tratado de compartimentar los problemas y comenzar con un enfoque gradual. El parlamento de Tobruk se estaba reuniendo sin la presencia de unos 60 parlamentarios de Misrata. Fue extremadamente difícil conseguir que aceptaran reunirse con una delegación de Tobruk, pero al final hemos logrado acordar una agenda para que se reúnan por primera vez en Ghadames, y afrontar que había que decir basta para no llevar al país a la guerra. Yo planteé dos decisiones sencillas: La primera: vamos a un proceso político en que nos mantengamos sentados hasta que encontremos soluciones a todos nuestros problemas, sí o no. La segunda: Hacemos una llamada al alto el fuego, sí o no. Subrayo llamada porque son parlamentarios que no pueden declarar alto el fuego, no hay un ejército que obedezca a un presidente. Pero la llamada política es importante porque legitima un alto fuego.

¿Cómo piensa enrolar a las brigadas en este proceso?

En paralelo a esta propuesta hemos iniciado un proceso con las milicias. En Trípoli ya me he reunido con más de 40 de ellas para convencerles. Tenemos como instrumento la resolución 2174 del Consejo de Seguridad de la ONU que aprueba sanciones directas contra grupos o personas que rechacen la vía pacífica o pongan trabas al proceso político.

Milicias de Fajr Libia y Dar al Ifta, la mayor autoridad religiosa del país han rechazado el proceso.

¿Supone un obstáculo importante?

Hemos tenido a gente que se ha puesto en contra. Pero lo interesante es que cuando esta escuela coránica vinculada al muftí hizo un comunicado rechazando las negociaciones, al día siguiente 12 académicos [religiosos] dijeron que había que estar con diálogo.

Cuando una milicia de Fajr Libia dijo que no al proceso, al día siguiente Central Shield y las milicias más importantes de Misrata dijeron que sí estaban a favor. El general Jalifa Hafter bombardeó Bengasi para dejar claro su 'no' al diálogo y al día siguiente el ejército libio, que es su principal aliado, declaró que estaba con el alto el fuego. Es decir, sabemos que este proceso no va a ser un éxito asegurado, que es un camino en el que nos quedan muchos pasos, pero era imprescindible darlos porque si no, la amenaza que tiene España y Europa es la somalización de Libia.


¿Cómo se ha llegado a la situación actual de Libia?

La comunidad internacional intervino del lado de los rebeldes para derrocar a Gadafi, pero una vez conseguido este objetivo

¿no tendría que haber acompañado mejor a los libios en su transición política para que no hubiera derivado en el caos?

Sí, la pregunta es muy apropiada. La comunidad internacional estableció después de la guerra una misión ONU muy fuerte y muy grande, con componentes de apoyo a la Administración, al desarrollo humano y económico y al entrenamiento del ejército y brigadas militares.

Pero lo que ha ocurrido es que mientras se intentaba ayudar a los libios también se les estaba dejando hacer porque su mensaje era que les dejáramos a ellos reconstruir el país.

 Libia es un país muy sensible a todo lo que sea intervención internacional (y eso es herencia de Gadafi). Hemos visto polarizado el país a medida que se polarizaba toda la región. Libia es un país que, a diferencia de Siria e Irak, que tienen un pasado imperial con los omeyas y los abásidas y una historia de Estado, con presencia otomana, británica, francesa, los partidos Baaz... Libia no tiene nada de eso, todo es centrífugo, es un país gigantesco, más de tres veces España, donde la distancia entre Trípoli y Bengasi son más de 1.300 km, de desierto total, sin historia común (la Cirenaica era griega y la Tripolitania, romana y púnica). No hay tradición de partidos porque Gadafi destruyó todo vestigio de Estado e instauró un sistema permanente de desconfianza con la Yamahiriya (república de masas), que era un movimiento permanente para que no hubiera nada y sólo permaneciera Gadafi. Tenemos cuatro grandes conflictos en el Mediterráneo: Siria, Irak, Israel y Palestina y Libia. A priori, cuando yo analizaba estos conflictos hace seis meses, pensé que lo más difícil iba a ser Libia porque no hay fuerzas centrípetas o constructoras. Pero ahora soy bastante pesimista respecto a Siria e Irak y tengo esperanza de que en Libia todavía se pueda reconstruir la situación y lo creo porque las distancias entre los diferentes actores no son tan grandes. Y porque la tradición tribal y guerrera no es destructora sino que busca resolver cuestiones pero no eliminar al otro.

¿Existe el peligro real de que los yihadistas de Estado Islámico (IS) establezcan una base en Libia?

Es una amenaza real, por supuesto, aunque controlable. En Derna ya hay bastantes elementos de Al Qaeda. Esto no es nuevo: Derna fue donde la resistencia a Gadafi tomó forma de yihadismo y muchos libios fueron a Afganistán. La situación fue tan grave que Gadafi llegó a bombardear la ciudad. Así que la preocupación es muy grande, porque sabemos que hay contactos entre Ansar al Sharia (el grupo que mató al embajador estadounidense) con Al Qaeda y el Estado Islámico y que hay tránsito de yihadistas y armas entre Libia, Mali, Argelia y Túnez, por la falta de control de las fronteras. Si no se resuelve la estructura política del país, es muy difícil que podamos ser eficaces en la lucha contra el terrorismo.

Si no se estabiliza Libia en dos o tres meses, España tendrá un enorme desorden en el sur del Mediterráneo, con una Libia donde Al Qaeda y el IS pueden tener una base operativa de enorme importancia económica y estratégica.

Como enviado especial de la ONU,
¿cómo valora las gestiones de España para apoyar su mediación?
España apoya muy activamente esta misión. El Gobierno apoyó con fuerza este nombramiento y pone todos medios para que no sólo sea un apoyo político, sino que tengamos éxito. Convocó la Conferencia 5+5 en Madrid, el 17 de septiembre, y tenemos contacto permanente. España está actuando con un gran sentido de la responsabilidad y con una gran habilidad política en la zona.


Nota del autor del blog: Solo el Estado Islámico impondrá el orden en Libia así como los talibanes lo hicieron en Afganistán 

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