Análisis iranì : sobre la situación en Yemen.
mapa de Yemen en 2012
Ni
EEUU ni Arabia Saudí podrán obstaculizar victoria de Yemen
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Actualizado:16/10/2014
La ancestral tierra de Yemen, situada en una
de las rutas comerciales más importantes del mundo que une el Mediterráneo al Océano Índico a través del Mar Rojo parece ser
maldecida por esta incalculable riqueza estratégica.
Los primeros
indicios registrados de la civilización de Yemen datan
los 7000 años debido a su importancia como centro de comercio en el
extremo sur de la Península Arábiga, Cuerno de África.
Hace unos 2000 años, el imperio romano se refiere a este
territorio como Felix Arabia, o sea, Arabia Feliz,
debido a sus tierras fértiles y la
cultura cosmopolita. Todo al contrario de lo que se veía en la desierta
saudí, la parte norte de la península, conocida sólo por sus desiertos áridos y
su clima abrasador.
Trágicamente,
la buena fortuna natural con la que han sido bendecidas estas tierras, ha
atraído la atención de los depredadores poderes extranjeros.
Los
imperios otomanos y británicos descuartizaron el territorio en dos partes,
norte y sur, para usar
las como sus exclusivas rutas comerciales a Asia.
En 1839, la Armada británica capturó la ciudad portuaria de Adén en el sur del territorio
yemení donde formó un “protectorado” británico. Los
británicos que necesitaban un depósito de carbón para abastecer sus buques de
carga de la compaña “East India” en el camino a Bombay, pusieron muy pronto de
relieve sus verdaderas intenciones del llamado “protectorado”.
Al final de
la Primera Guerra Mundial, en 1918, las tribus
del norte de Yemen, lideradas por el clérigo chií, Imam
Yahya Hamid al-Din, aprovecharon el deterioro de la dinastía Otomana,
para declarar independencia. Sin embargo, el plan de Imam Yahya para unir a
todos los yemeníes y formar un solo país fue frustrado por la intervención del Reino Unido y la recién formada Arabia Saudí bajo el mandato de Ibn-saud.
Los aviones
de combate británicos, bombardearon estas tribus durante la década 1920, y más tarde y, en la década 1930 los saudíes apoyados por los británicos, lanzaron
una guerra terrestre en el norte de Yemen.
El Reino Unido no quería perder su colonia en Adén, mientras que los saudíes
no querían un Yemen unido y fuerte en sus fronteras del sur. Los
británicos finalmente pierden su protectorado en 1967, después de una guerra de
independencia.
Esta
interferencia extranjera en los asuntos de Yemen se ha convertido en una
costumbre durante el siglo pasado. La intromisión depredadora de los poderes
extranjeros junto a la corrupción y conflictos tribales interminables, ha
supuesto una carga asfixiante en el desarrollo nacional de Yemen.
Yemen moderna ha sido testigo de al menos 11 guerras civiles, un legado con
irreparables daños a los 24 millones de habitantes
de este país.
Las guerras
del pasado, han sido impulsadas por Arabia Saudí, el
Reino Unido, régimen de Israel, Egipto, los EE.UU. y la antigua Unión Soviética con el objetivo de
prohibir la formación de un frente unido y a consecuencia, un gobierno poderoso
como representante del pueblo.
Cuando el
pueblo yemení se alzó en la primavera árabe, en enero de 2011, el dictador del
país, Ali Abdolá Saleh, que llevaba gobernando
el país desde hace 33 años, reprimió despiadadamente el movimiento con el apoyo
de Arabia Saudí y Estados Unidos.
Sin embargo,
en febrero de 2012 se vio obligado a renunciar por la resistencia de la
oposición popular. Esta oposición todavía sigue resistiendo hoy, a pesar de la
represión y los actos terroristas que Arabia Saudí
lleva a cabo en Yemen de forma encubierta.
Washington
y Riad, se han esforzado
por frustrar el movimiento prodemocracia en Yemen por todos los medios a su
alcance.
Arabia
Saudí, en particular, ha
alimentado las redes terroristas salafíes y de Al-Qaeda
para tratar arrodillar el levantamiento liderado principalmente por el
movimiento chií Ansarolá (Houthi).
Esto
contradice la postura oficial de Washington y Riad que en apariencia han
declarado Al Qaeda como su enemigo principal en la Península Arábiga. Drones
estadounidenses han matado a cientos de civiles yemeníes en una guerra de
cuatro años, supuestamente contra AQAP (Al Qaeda en la
Península Arábiga), una campaña que el presidente estadounidense, Barack
Obama ha coronado como un éxito.
En las
últimas semanas, cientos de
manifestantes contra el régimen han muerto en bombardeos y tiroteos realizados
por grupos vinculados con Al-Qaeda. Esta misma semana cerca de 50 personas
perdieron la vida en un atentado mortífero que tuvo lugar en una plaza central
en la capital yemení, Saná.
Desde que
empezaron las manifestantes pacíficas masivas en la capital en el 21 de
septiembre, el régimen respaldado por los EE.UU. y
Arabia Saudí del presidente Abdu Rabu Mansur Hadi, un vestigio de la dictadura Saleh, se vio obligado a dar marcha atrás
por las presiones.
Un candidato
respaldado por Estados Unidos para ocupar el cargo del primer ministro, Ahmad Ben Mubarak, fue rechazado la semana pasada por
los manifestantes que piden la renuncia total de todos los que han estado al
mando en el país hasta ahora y han declarado que seguirán ocupando los
edificios y plazas públicos hasta conseguir todas sus demandas.
Como dijo
recientemente el portavoz de la tribu chií Houthi, Mohamad Abdulsalam: “Esta
es una victoria estratégica para todos los yemeníes. Pero es sólo el comienzo
de una larga campaña para derrotar la corrupción endémica en el sistema
administrativa de Yemen. Hoy es el comienzo de una era diferente del pasado.
Una era en la que se oye la voz de toda la nación”.
Ahora, el
régimen elitista de Yemen, en su camino hacia el deterioro, se aferra con todas
sus fuerzas al poder frente un amplio movimiento prodemocrático que ha
demostrado su valor mediante la resistencia y el sacrificio. El movimiento
puede ser encabezado por la tribu chií Houthi, pero une sabiamente a todos los
yemeníes marginados durante décadas por gobernantes respaldados por los poderes
extranjeros, independiente de la tribu o la secta religiosa a la que
pertenecen.
Es
abominable cómo Arabia Saudí intenta hacer creer
a todo el mundo que las manifestaciones celebradas en Yemen, son una amenaza
para la seguridad regional, mientras Al-Qaeda y
grupos salafíes han intensificado su violencia mortal. En otras palabras, los
saudíes están haciendo advertencias que por su propia naturaleza contribuyen a
cumplirse.
Es, por
supuesto, amargamente irónico que Arabia Saudí envía al mismo tiempo, aviones
de guerra para bombardear grupos terroristas en el norte de Siria para
contribuir en “causa de la democracia” definida y dirigida por Estados Unidos.
Yemen es un claro ejemplo de que ni los EE.UU. ni su socio saudí
tienen ningún interés en establecer la
democracia, de hecho, están profundamente en contra de este fenómeno, no sólo en Yemen, sino en todo el Oriente Medio.
Sin embargo,
el pueblo de Yemen tienen la historia que atestigua a su favor y un arma
fundamental; la verdad. Washington y sus clientes árabes despóticos están
hundiendo cada día más en sus propias mentiras, su hipocresía, su doble rasero
y sus crímenes.
ymc
Nacido en
1963, Finian Cunningham, ha escrito extensamente
sobre asuntos internacionales, con artículos publicados en varios idiomas.
Durante casi 20 años, trabajó como editor y escritor en los principales medios
de comunicación, entre ellos The Mirror, Irish
Times e Independent. Originario de Belfast, Irlanda, ahora se encuentra
en este de África como periodista freelance, donde basado en la experiencia de
testigos presenciales, está escribiendo un libro sobre Baréin y la primavera
árabe.
El autor fue
expulsado de Baréin en junio de 2011 a causa de sus artículos críticos en los
que destacó violaciones sistemáticas de los derechos humanos por parte de las
fuerzas del régimen bareiní. Es columnista de política internacional para PressTV y la Fundación Cultura Estratégica
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