Europa
enfrenta el desafío de múltiples problemas de repercusión mundial incluyendo guerras atómicas y microbiológicas
y una austeridad deflacionaria que tiene para 8 años más.
La
OTAN busca misión
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/08/29/actualidad/1409328730_822332.html
La cumbre de la Alianza debate esta
semana su nuevo papel entre amenazas múltiples y presupuestos menguantes
LUCÍA
ABELLÁN
Bruselas
31
AGO 2014 - 00:00 CEST42
Infantería de la fragata Cristóbal
Colón, buque insignia de la OTAN contra la piratería. / ULY
MARTIN
El personal
de la OTAN dispone de dos ordenadores para realizar su trabajo.
Uno
de ellos es convencional,
para gestionar lo que la mayor organización político-militar del mundo denomina
información no clasificada.
Un cartel
pegado a esos aparatos advierte de que su contenido no está protegido por el
secreto de la OTAN.
El otro ordenador es más delicado: sin conexión a
Internet, alberga una red propia por la que circula información secreta de
operaciones atlánticas.
La doble
herramienta de trabajo es solo una de las múltiples peculiaridades que encierra
la sede central de la Alianza Atlántica en Bruselas, un edificio concebido en
1967 como emplazamiento provisional y que solo ahora, en 2016, será sustituido
por una nueva sede.
El del
cuartel general no es el único cambio que deberá afrontar la organización en
los próximos meses.
El
fin de la misión en Afganistán, la mayor desplegada nunca por la OTAN,
la
vuelta de Rusia como adversario y
nuevas amenazas como el yihadismo obligan a redefinir el papel de
esta organización para el siglo XXI.
La seguridad
es la principal seña de identidad en el mastodóntico complejo de la OTAN, con
reglas cercanas a lo novelesco:
las
reuniones de los altos mandos políticos y militares de la organización se
celebran en una planta noble del edificio, en salas sin luz natural ni móviles
(ni siquiera apagados) para preservar al máximo la confidencialidad de las
conversaciones.
Y al final
del día nadie puede dejar papeles sobre la mesa; deben quedar guardados bajo
llave. Pero más allá de mantener el sigilo, la organización deberá idear nuevos métodos para vencer en los nuevos
conflictos, alejados de las guerras clásicas para las que se preparó la
OTAN.
Barack Obama
pedirá a sus aliados apoyo a los bombardeos sobre Irak, un avispero en el que
la OTAN recela intervenir
Uno de esos
retos que la organización se resiste a aceptar es la convulsión en Oriente
Próximo, con el yihadismo como la mayor amenaza tanto para la región como para
Occidente.
Los
jefes de Estado o de Gobierno de los 28 países aliados deberán tratar los
problemas de Irak, Siria y Libia en una cena el próximo 4 de
septiembre, primera jornada de la cumbre que celebrará la Alianza Atlántica en Cardiff (Gales).
En ese
encuentro, el presidente estadounidense, Barack Obama, se dispone a pedir apoyo
—político y puede que más práctico— a los bombardeos sobre Irak, un avispero en
el que la OTAN recela intervenir,
según fuentes diplomáticas.
Los aliados
darán a Obama ese respaldo político, aunque
resulta poco probable que, más allá de la colaboración de algún socio, la Alianza Atlántica se implique
militarmente.
La intervención en Libia en 2011 —país ahora sumido en el caos— ha dejado
pocas ganas de volver a aproximarse a la zona, una actitud evidente desde el inicio
de la guerra en Siria, donde la organización rehusó involucrarse.
Más interés
tendrán los aliados en hablar de la confrontación con
Rusia.
Aunque esta
crisis represente una vuelta a los orígenes de la organización, fundada en 1949
para proteger a Occidente del entonces bloque comunista, la pugna por Ucrania
también fuerza a renovar las estrategias.
“Ya no va a haber guerras clásicas, con
columnas de tanques que van de una ciudad a otra. Son guerras híbridas, que
incluyen ciberataques, grupos insurgentes con estructura militar, pero que no
son ejércitos… En Ucrania resulta evidente que hay una guerra de propaganda”,
argumenta una fuente aliada.
Para todos
esos retos, que la organización abordará la próxima semana en Cardiff, los recursos de los presupuestos militares
son menguantes, una carencia que estará también presente en esas discusiones.
Tras muchos
años centrada en misiones ajenas a sus fronteras (Kosovo,
Afganistán, Libia...), la pugna con Rusia ha reavivado a un órgano cuyo
papel genera dudas una vez acabada la Guerra Fría.
Pero sus
miembros son conscientes de que Moscú no es la única —ni probablemente la
mayor— amenaza para la seguridad global.
“Hoy tenemos un entorno
de amenaza múltiple. Es ilusorio pensar que resolviendo un problema se
resuelven los demás. Tenemos que equilibrar nuestros esfuerzos, desarrollar más
la solidaridad entre los miembros. En el pasado los europeos solían mirar hacia
Estados Unidos para ver qué pasos daba. Pero la crisis de Ucrania ha sido una
llamada de atención para Europa. Tenemos que desarrollar un mayor sentido de
disuasión, no tanto el llamado poder blando que se ha ejercido hasta ahora”, expone Jamie
Shea, uno de los asesores del secretario general de la OTAN para los
desafíos de seguridad.
La
relevancia de Ucrania en la cumbre del 4 y 5 de
septiembre quedará reflejada en el invitado de excepción que tendrán los
jefes de Estado y de Gobierno: el presidente ucranio,
Petró Poroshenko.
Los líderes
le ofrecerán una mayor cooperación financiera y de asesoramiento para sus
fuerzas armadas, sin vulnerar el compromiso de no
suministrar armas a ese país.
Ese
acercamiento a Kiev va parejo al alejamiento de Moscú.
Uno de los
asuntos principales que tendrán que decidir los mandatarios aliados será la relación que quieren tener a partir de
ahora con Rusia.
Tras la
caída del muro de Berlín, la OTAN desarrolló una política de acercamiento a
Moscú, que en 1997 se convirtió en socio clave de la
organización, con estatus especial.
La
frustración de quienes han visto evaporarse todo este trabajo con la crisis
ucrania resulta evidente. “Nos hemos esforzado tanto en atraerlos
hacia nuestra visión del mundo y habíamos avanzado tanto…, todo se ha ido ahora
por la ventana. Teníamos una relación única con Rusia que nunca más
recuperaremos”, lamenta una fuente de la OTAN implicada en la
cooperación con Moscú.
Teníamos una relación
única con Rusia que nunca más recuperaremos”, lamenta un miembro de la OTAN
Aunque es
muy improbable que los Estados aliados decidan en Cardiff suspender el consejo
bilateral que mantienen con Rusia, la organización admite que ese diálogo es
ahora inexistente.
“Estos días se dice que
todas las decisiones están ya tomadas excepto las relativas a Rusia, lo que
indica que es el asunto más candente de la cumbre. Habrá que encontrar un
equilibrio para condenar duramente la actitud rusa sin romper las relaciones
institucionales”,
sugiere Claudia Major, investigadora del Instituto
Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP por sus siglas
en alemán).
Lo que sí
prosperará será el refuerzo de la presencia atlántica en el Este de Europa, una idea controvertida porque bordea los acuerdos firmados con Rusia en 1997, que excluían las
bases permanentes en los antiguos países comunistas.
Para
incrementar el peso sin violar esos compromisos, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, ha sugerido esta
semana a varios diarios, entre ellos a EL PAÍS, el establecimiento de tropas semipermanentes —es decir,
despliegues rotatorios para realizar maniobras— que den mayor seguridad al
flanco oriental.
Algunos de
los países que sufrieron la dominación de Moscú sienten ahora su amenaza tras
el apoyo que el presidente ruso, Vladímir Putin, ha prestado a la rebelión en
las regiones rusófonas de Ucrania.
Con todos
estos desafíos sobre la mesa, los dirigentes de la Alianza Atlántica son
conscientes de que mantener la
credibilidad de la organización requiere invertir en defensa.
La
mayoría de miembros de la OTAN nunca han cumplido el compromiso de destinar el
2% del producto interior bruto (PIB) a gastos militares, una meta que se ha alejado aún más con
la crisis económica. Solo Estados Unidos, que duplica
ese objetivo, Reino Unido, Grecia y Estonia
superan el nivel.
Nota del autor del blog: si Alemania e Italia están en recesión, poner 2 % del PBI en
armas seria quitar recursos a otros sectores productivos. Y Grecia en recesión casi
5 años ¿sigue poniendo el 2 % para defender a EEUU?
La cumbre
intentará fijar metas y ligarlas al crecimiento económico de cada país, aunque
será difícil que los países asuman compromisos estrictos en tiempos de
austeridad.
Más allá de
la cuantía de la inversión, los expertos de la Alianza piden un gasto de
calidad: que al menos el 20% se destine a equipos y
tecnología, frente a salarios y pensiones.
Solo
Francia, Estados Unidos, Reino Unido y Turquía superan esa meta.
“La OTAN es como un
seguro de vida: ojalá nunca haya que utilizarlo, pero hay que tenerlo. Su
sentido es la disuasión. El problema es que ha perdido mucha credibilidad por
la caída en las inversiones militares. Esta discusión es fundamental. Y si no
se pacta llegar al 2% de gasto, al menos se debería acordar que no bajara del
1%”, sugiere Borja Lasheras, del European Council on Foreign Relations,
una casa de análisis europea. Ian Anthony, director del
instituto de estudios para la paz Sipri, con sede en Estocolmo,
se muestra aún más escéptico:
“Ese objetivo lo han
señalado muchas veces y nunca lo han cumplido. En la práctica, sería más
creíble que decidieran al menos no recortar más el presupuesto de defensa”.
Los datos
son inequívocos. Aunque Estados Unidos en solitario
tiene menos riqueza que los otros 27 miembros de la Alianza juntos, su gasto en
defensa representa el 73% del total.
Nota del autor del blog: en realidad
esta cifra indica que la OTAN es en
realidad EEUU con unos cuantos ayudantes más.
Y de la inversión de esos 27 Estados, la mitad la aportan apenas
tres países: Francia, Alemania y Reino Unido.
Washington
cree que ha llegado el momento de acabar con esa supremacía estadounidense y
presiona fuertemente para que otros Estados asuman su responsabilidad.
El elemento
que más claramente marcará el cambio de era en la OTAN será el fin de la misión
de Afganistán, que culmina en diciembre de este año, sin que esté claro aún el
contingente de la Alianza que permanecerá en ese país para garantizar una
transición armoniosa hacia un nuevo mando militar, enteramente afgano.
La intención
es mantener una misión de dos años, pero todo debe pactarse con los nuevos
gobernantes afganos, aún por designar tras las elecciones presidenciales del
pasado junio.
Nota del autor del blog Por allí he leído
que hay un contraataque de de los talibanes por todos lados.
La gran
operación de combate en Afganistán, un contingente de 44.000 soldados
desplegados por 48 países, quedará como principal legado de Rasmussen, que
dirige la organización desde 2009 y dará el relevo al noruego
Jens Stoltenberg en octubre. Con la cita de Cardiff, su última cumbre,
Rasmussen cerrará un ciclo que comenzó con un discurso de acercamiento a Putin
y termina con palabras gruesas hacia un dirigente que, en su opinión, “ha
dejado de considerar a la OTAN un aliado”.
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