La
ofensiva yihadista reaviva las tensiones entre kurdos y árabes
Nuestros
vecinos árabes se han unido al Estado Islámico
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La ofensiva yihadista reaviva las
tensiones entre kurdos y árabes en Irak
ÁNGELES
ESPINOSA
(ENVIADA
ESPECIAL)
Majmur
(Irak)
18
AGO 2014 - 18:36 CEST27
Una calle
vacía de Majmur, el 14 de agosto, donde apenas hay huellas de combates / EDU MARÍN (EFE)
Majmur es un pueblo fantasma. El calor del
mediodía hace pensar que sus habitantes sestean. Pero no sólo las cancelas
están cerradas, tampoco hay coches en las calles, ni se oyen niños.
Aunque hace
una semana que las fuerzas kurdas (peshmergas) recuperaron la localidad de
manos del Estado Islámico (EI), la mayoría de sus habitantes no se ha atrevido
a regresar.
El actual
conflicto ha reavivado las tensiones entre kurdos y árabes iraquíes, y los
yihadistas aún están a una veintena de kilómetros.
“¿Cómo voy a traer a mi familia en
estas condiciones?”,
plantea Ismail Husein mostrando el agujero causado por un obús de mortero en el
techo de la segunda planta de su casa, una modesta construcción de paredes y
suelo de hormigón.
Ni Husein ni
su familia estaban allí cuando impactó el proyectil. Como el resto de los
13.000 habitantes de la comarca, escaparon en la noche del pasado día 6 ante la
proximidad de los milicianos del EI. “En cuanto oímos los bombardeos, nos
fuimos a Erbil a casa de mi hermana”, explica
este jubilado que ha vuelto para tantear la situación.
La capital
de la región autónoma de Kurdistán se encuentra a 54
kilómetros hacia el noreste. De ahí el pánico que despertó en los
dirigentes kurdos tener a los yihadistas a sus puertas. Sin embargo, también
los peshmergas se retiraron inicialmente. Tal vez eso explique que, salvo en el
bazar, donde luego se harían fuertes los radicales del EI, apenas haya huellas
de combates y predominen los impactos de artillería.
“Nos replegamos porque
al oeste hay numerosas aldeas árabes de las que desconfiamos; temíamos que nos
atacaran por la espalda”, explica un combatiente kurdo que no se identifica, mientras
dibuja en el mapa de la periodista una media luna alrededor de Majmur.
Lo ocurrido
sólo alimenta el recelo que la población kurda siente hacia sus vecinos árabes. Majmur, como otras zonas en las lindes del
Kurdistán iraquí, fue objeto de un
proceso de arabización bajo la dictadura de Sadam Husein. Muchos de sus
habitantes se vieron obligados a marcharse. Para complicar más la historia,
durante la guerra civil kurda (1994-1997), Saddam ayudó al Partido Democrático (PDK) frente a la Unión Patriótica (UPK)
y a cambio, incorporó esta comarca a la vecina provincia de Nínive.
Nota del autro del Blog. Note las montañas de Sinjar donde estaban huyendo los yazidies y EEUU decidio ayudarlos pero en realidad lo hacia para controlar el embalse de la presa de Mosul
Hasta que en
2003, la Operación Libertad para Irak permitió que los kurdos regresaran a sus
casas, y supuso la expulsión de numerosos árabes. A ojos de éstos, también convirtió a los kurdos
en colaboracionistas de los estadounidenses.
En el centro
de operaciones militares de Majmur, un contenedor en el patio de la sede local
del PDK, su responsable, Nazad Ali Fatem, asegura que no tienen “nada contra
los árabes” y que su lucha es ”contra los terroristas”. Sin embargo, para
muchos de sus hombres no cabe duda de que los vecinos árabes simpatizan con los
yihadistas y les han vendido.
Muchos kurdos temen que los árabes
formen células durmientes dentro de Kurdistán tras la contraofensiva para
expulsar al EI. Por
ahora, las autoridades han logrado contener el malestar. La policía se apresuró
a disolver unas pequeñas manifestaciones antiárabes tanto en Erbil como en
Gwer, un pueblo mixto a medio camino entre la capital y Majmur, que también fue
tomado brevemente por los radicales.
“Apoyan al EI. Personas
que conozco y con las que mantenía buenas relaciones se han unido a ese grupo.
Actúan con hipocresía”, asegura Tawfiq Fars, un enfermero que se ha alistado como voluntario
para defender su pueblo. “No creen en la coexistencia”, interviene otro
peshmerga que no da su nombre.
Como prueba,
mencionan que ninguna de las 25 familias árabes que quedaban en Majmur se fue
cuando entraron los extremistas, y sin embargo ya no estaban en el pueblo
cuando lograron echarles. La idea de que, como en Gwer, hayan escapado por temor
a las represalias después de que los invasores saquearan las casas no les
convence. “Uno de ellos fue nombrado alcalde por el EI”, apunta Tawfiq.
Más tarde,
un soldado mostrará la casa del efímero regidor, la única claramente
vandalizada entre todas las de la calle. Cuando pregunto quién lo ha hecho, me
responde que “la gente”. Pero no hay gente en Majmur. No todavía. Aunque kaka
Nazad, como todos llaman respetuosamente al comandante local, estima en un 25%
los retornados, a primera vista no son tantos. Sólo los peshmerga se mueven con
confianza por las calles desiertas. Todos van armados.
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