Analistas
alemanes ponen en duda las compras alimentos de Rusia a Sudamérica.
Rusia
y los brazos abiertos de América Latina
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América
Latina es toda oídos desde que Vladimir Putin dijo que negociaría con algunos
de sus países el incremento de sus exportaciones agropecuarias hacia Rusia.
Está por verse si la palabra de Moscú
es consistente.
El anuncio
de que Rusia había prohibido con efecto
inmediato la importación de carne, productos lácteos, verduras y frutas de
la Unión Europea (UE), Estados Unidos, Noruega, Canadá
y Australia acaparó la atención de la opinión pública internacional este
miércoles (6.8.2014). Y América Latina es toda oídos desde que el hombre fuerte
de Moscú, Vladimir Putin, dijo que negociaría con algunos de sus países el
incremento de sus exportaciones agropecuarias hacia el gigante de Eurasia.
Rusia
castiga así a los Estados que le han impuesto sanciones, alegando que el
Kremlin se inmiscuye en la crisis interna ucraniana para atizar la discordia
entre los separatistas prorrusos y el Gobierno central de Kiev. Y países como
Argentina, Brasil, Chile y Ecuador se preparan para ser los primeros al sur del
río Bravo en recibir petrodólares rusos a cambio de alimentos y productos
agrícolas cosechados en sus tierras. La Asociación Brasileña de Proteínas
Animales (ABPA) dice estar lista para aumentar su producción.
Rusia,
que en 2013 fue el primer comprador de productos avícolas estadounidenses después de México, ha vuelto la
mirada hacia Brasil, que le envió 60.000 toneladas
de pollo el año pasado y podría enviarle 150.000 toneladas adicionales en 2014 bajo el signo
de la crisis ucraniana.
El Servicio
de Vigilancia Veterinaria y Fitosanitaria de Brasil señaló
que también está contemplado multiplicar las exportaciones de productos lácteos
y otros tipos de carne hacia el territorio ruso.
También Uruguay se beneficiaría con el golpe de timón de
Putin.
En julio
–antes de que el jefe del Gobierno ruso decidiera boicotear a los exportadores
de alimentos comunitarios, estadounidenses, noruegos, canadienses y
australianos–, el volumen de exportación de carne bovina uruguaya mostró un incremento interanual del 19,7 por ciento debido a un aumento notable en la
demanda de Rusia.
El Gobierno
de José Mujica informó este 6 de agosto que los
ingresos en este rubro ascendieron un 30,2 por ciento.
En
Argentina, los
productores de soja también se están frotando las manos.
Aunque el
grano cerró la jornada del miércoles (6.8.2014) con significativas ganancias,
muchos productores han tendido a retener su soja con la esperanza de que su
precio aumente aún más. De que Rusia es un mercado valioso, no cabe duda.
En 2013, ese país importó
43.000 millones en alimentos y productos agrícolas.
Es por eso
que el anuncio de Putin ha generado tanto optimismo en América Latina, sobre
todo en Sudamérica.
No obstante,
advierte una analista, está por verse qué tan consistente es la palabra de
Putin.
“Rusia ha
intentado diversificar sus relaciones comerciales, económicas o políticas;
pero, en la mayoría de los casos, esos esfuerzos no han sido particularmente
exitosos porque Rusia no tiene mucho que ofrecer ni se desarrolla lo suficiente
como para tener qué ofrecer en el futuro.
También
China ha sido presentada por Rusia como un mercado alternativo para su petróleo
y su gas, pero no se puede decir que Moscú y Pekín sean los grandes amigos”,
comenta Susan Stewart, de la Fundación Ciencia y
Política (SWP) de Berlín.
Los
latinoamericanos cruzan los dedos para que la cooperación con Rusia se consume.
“Argentina, Brasil, Chile y Ecuador tienen un
interés genuino en hacer negocios con Rusia porque tienen mucho que ofrecerle;
sus economías se complementan.
Rusia no es
un país rico, pero cuenta con un flujo de caja importante.
Además, la agenda rusa no impone modelos
socioeconómicos, políticos, éticos, morales o de gobernabilidad y eso es
llamativo para los países de América Latina”, explica Víctor M. Mijares, del Instituto Alemán de Estudios Globales
y Regionales (GIGA) de Hamburgo.
Algunos investigadores
creen que América Latina reincide en el error de perfilarse como un mero
exportador de materias primas, sustituyendo su dependencia económica de Estados
Unidos por una nueva dependencia de China y, ahora, quizás, Rusia.
Mijares
relativiza ese argumento con uno propio: “Puede que lo que voy a decir no valga para
Chile, pero sí aplica para Argentina, Brasil y Uruguay. Estos países son
grandes productores de alimentos y los alimentos están por convertirse en el
bien de consumo más importante para la estabilidad mundial”, sostiene
el politólogo.
“Ser un
‘mero’ productor de alimentos ya no tiene la connotación negativa que tenía en
el pasado porque los alimentos y las fuentes de energía son y serán elementos
cruciales para el desarrollo de los Estados en el siglo XXI. Rusia debe
involucrarse en el mercado de los alimentos si quiere mantener su posición de
potencia mayor.
Por otro
lado, las distancias geográficas entre América Latina y Rusia –o entre
Latinoamérica y China–neutralizan el temor a una excesiva dependencia o a la
posibilidad de que potencias lejanas puedan convertirse en Estados depredadores”, agrega Mijares.
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