ISIS.
El retorno de la yihad,// Un análisis del prestigioso corresponsal
británico en Medio Oriente Patrick Cockburn.
Estado
Islámico: mitos y verdades del grupo terrorista más salvaje
http://www.infobae.com/2015/02/28/1629335-estado-islamico-mitos-y-verdades-del-grupo-terrorista-mas-salvaje
En
"ISIS. El retorno de la yihad", el
prestigioso corresponsal británico en Medio Oriente Patrick Cockburn
analiza el ascenso de la agrupación integrista que aterroriza al mundo. Infobae publica un adelanto
En la
actualidad, los movimientos tipo Al Qaeda
controlan una vasta región del norte y oeste de Iraq y
del este y norte de Siria, varios cientos de veces mas grande que
cualquier territorio que alguna vez haya controlado Osama Bin Laden.
Desde la
muerte de Bin Laden, los afiliados o clones de Al Qaeda han tenido sus mas
grandes éxitos, incluyendo la toma de Raqqa en la parte
oriental de Siria, la única capital provincial de aquel país en caer
ante los rebeldes en marzo de 2013.
En
enero de 2014, ISIS se apodero de Faluya, ciudad ubicada apenas a 65 kilómetros al oeste de Bagdad y
que, como todo el mundo sabe, fue sitiada y atacada por los marines
estadounidenses diez anos atrás.
Al cabo de
unos cuantos meses, ISIS también había tomado Mosul y
Tikrit. Las líneas de combate pueden seguir cambiando, pero la expansión
generalizada de su poderío será difícil de revertir.
Gracias a
los veloces ataques efectuados en junio de 2014 en muchos frentes a la vez a lo
largo del centro y el norte de Iraq, los militantes de ISIS han desbancado a Al
Qaeda como el grupo yihadista mas poderoso y efectivo del mundo.
Estos sucesos causaron un impacto en políticos
y especialistas cuyos puntos de vista acerca de lo que estaba ocurriendo a
menudo eran superados por los acontecimientos. Una de las razones fue que
resultaba demasiado arriesgado para los reporteros y observadores extranjeros
visitar las áreas donde ISIS operaba, debido al enorme peligro de ser
secuestrados o asesinados. "Aquellos que solían proteger a los
medios extranjeros ya no pueden protegerse a sí mismos", me
comentó un intrépido corresponsal al explicarme por que ya no regresaría a la
Siria tomada por los rebeldes.
Esta falta de cobertura fue
conveniente para los Estados Unidos y otros gobiernos occidentales, ya que les permitía restar importancia a la magnitud del catastróico
fracaso de la "guerra contra el terrorismo" en los años que
siguieron al 11 septiembre. Este fracaso también ha quedado enmascarado por los
engaños y autoengaños por parte de los gobiernos.
Al hacer
referencia en West Point al papel que desempeñan los Estados Unidos en el
mundo, el 28 de mayo de 2014 el presidente Obama dijo que la principal amenaza
para los Estados Unidos ya no venia de Al Qaeda central, sino de "los
afiliados y extremistas descentralizados de Al Qaeda, muchos de ellos con
agendas enfocadas en los países donde operan". Agregó que "a medida
que la guerra civil siria se extiende más allá de sus fronteras, se incrementa
la capacidad de ir tras nosotros por parte de los grupos extremistas
endurecidos por la guerra".
Un oficial
de inteligencia de un país de Oriente Medio vecino a Siria me dijo que los
miembros de ISIS "dicen que siempre se sienten complacidos cuando se envían armas
sofisticadas a grupos anti Assad de cualquier tipo porque siempre pueden
quitarles las armas mediante amenazas, por la fuerza o mediante pagos en
efectivo". Estos no son simples alardes. Las armas suministradas
por los aliados estadounidenses como Arabia Saudita y
Qatar a las fuerzas anti-Assad en Siria han sido capturadas de manera
regular en Irak.
Yo mismo
experimenté las consecuencias de ese flujo de armas aun antes de la caída de
Mosul, cuando en el verano de 2014 traté de reservar un vuelo a Bagdad en la
eficiente aerolínea europea que utilicé un año antes. Me dijeron que habían
descontinuado los vuelos a la capital iraqui debido a que temían que los
insurgentes hubieran obtenido misiles antiaéreos
portátiles, originalmente proporcionados a las fuerzas anti Assad en
Siria, y que los usaran en contra de los vuelos comerciales que llegan al Aeropuerto Internacional de Bagdad.
El apoyo occidental a la oposición
siria pudo haber fracasado en derrocar a Assad, pero ha tenido éxito en
desestabilizar a Irak, como los políticos iraquíes predijeron que ocurriría
hace mucho tiempo.
El fracaso
de la "guerra contra el terrorismo" y el resurgimiento de Al Qaeda se
explican de manera más amplia a través de un fenómeno que se hizo evidente a
pocas horas de los ataques del 11 de septiembre. Los primeros movimientos de
Washington dejaron en claro que la guerra antiterrorista se llevaría a cabo sin
ninguna confrontación con Arabia Saudita o Paquistán,
dos aliados cercanos a los Estados Unidos, a pesar de que sin la participación
de estos dos países hubiera sido poco probable que dichos ataques ocurrieran.
De los 19 secuestradores que actuaron ese día, 15 eran saudíes. Bin Laden
procedía de la elite saudí.
En
subsecuentes documentos oficiales estadounidenses, varias veces se hizo énfasis
en que el financiamiento de Al Qaeda y los grupos
yihadistas procedía de Arabia Saudita y de las monarquías del Golfo.
En cuanto a Paquistán, desde principios de los noventa su
ejercito y su servicio militar desempeñaron un papel determinante en impulsar al poder a los talibanes en Afganistán, donde
acogían a Bin Laden y Al Qaeda. Después de una breve interrupción
durante y después del 11/9, Paquistán retomo su apoyo a los talibanes afganos.
Al hacer referencia al papel central de Paquistán en el respaldo a los
talibanes, el fallecido Richard C. Holbrooke,
representante especial estadounidense ante Afganistán y Paquistán, dijo:
"Quizás estemos luchando contra el enemigo equivocado en el país equ
ivocado".
La
importancia de Arabia Saudita en el surgimiento y el regreso de Al Qaeda con
frecuencia se malentiende y se subestima. Arabia Saudita ejerce influencia
debido a que su petróleo y su vasta riqueza la hacen poderosa en Oriente Medio
y más allá. Sin embargo, no solo los recursos financieros hacen que sea un
jugador importante.
Otro factor
es la propagación que hace del wahabismo,
versión fundamentalista del Islam del siglo XVIII, que impone la ley sharia,
relega a las mujeres a ser ciudadanas de segunda clase y considera a los
musulmanes chiitas y sufíes como no musulmanes que deben ser perseguidos
junto con cristianos y judíos.
Esta
intolerancia religiosa y autoritarismo político, que tiene muchas similitudes
con el fascismo europeo de la década de 1930 en cuanto a su presteza para
utilizar la violencia, lejos de mejorar está empeorando. Por ejemplo, en años
recientes, un saudí que creo un sitio web liberal
en el que se podía criticar a los clérigos fue
sentenciado a 1 000 latigazos y siete años de prisión.
La ideología
de Al Qaeda e ISIS toma muchos elementos del wahabismo. En cualquier parte del
mundo musulmán, los críticos de esta nueva tendencia del Islam no sobreviven
mucho tiempo.
Son forzados
a huir o son asesinados. Después de denunciar a líderes yihadistas en Kabul en
2003, un editor afgano los describió como fascistas sagrados que estaban usando
inadecuadamente al Islam como "un instrumento para tomar el poder".
No ha de sorprendernos que fuera acusado de insultar al Islam y tuviera que
abandonar el país.
En décadas
recientes, la forma en la que el wahabismo se esta apoderando de la corriente
principal del Islam sunita es mediante un progreso extraordinario en el mundo
islámico.
En un país tras otro, Arabia Saudita
está aportando dinero para el entrenamiento de predicadores y la construcción
de mezquitas. El
resultado es la diseminación del conflicto sectario entre sunitas y chiitas.
Estos últimos son blanco de una crueldad sin precedentes desde Túnez hasta Indonesia.
Semejante
sectarismo no está confinado a los pueblos rurales fuera de Alepo o en el Punjab; está envenenando las relaciones
entre las dos corrientes en todos los grupos islámicos.
Un amigo
musulmán que vive en Londres me dijo: "Si mirás la libreta de direcciones de
cualquier sunita o chiita en Gran Bretaña, encontrarás muy pocos nombres de
personas que no pertenecen a su comunidad".
Aún antes de
Mosul, el presidente Obama comenzaba a darse cuenta de que los grupos tipo Al
Qaeda eran mucho mas fuertes que antes, pero su formula para tratar con ellos
repite y exacerba antiguos errores. "Necesitamos socios que luchen a nuestro lado contra los
terroristas", dijo a su audiencia en West Point. Sin embargo, quienes serán esos socios?
No mencionó a Arabia Saudita ni a Qatar, ya que siguen siendo aliados
cercanos y activos de los Estados Unidos en Siria. En su lugar, Obama señaló a "Jordania y el
Líbano, a Turquía e Irak" como socios que recibirán ayuda para "enfrentar
a los terroristas que actúan a lo largo de las fronteras de Siria".
Hay algo
absurdo en todo esto, ya que los yihadistas extranjeros en Siria y en Iraq, las
personas que Obama admite son la mayor amenaza, solo pueden llegar a esos países porque pueden cruzar la frontera
turco-siria de 820 kilómetros de largo sin ningún impedimento por parte de las
autoridades turcas.
Arabia
Saudita, Turquía y Jordania pueden estar aterrorizadas por el Frankenstein que han ayudado a crear,
pero hay muy poco que puedan hacer para contener al monstruo.
Un propósito
sobreentendido por parte de los Estados Unidos al insistir en que Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Bahrein
formaran parte de los ataques aéreos sobre Siria en septiembre o los apoyaran
fue forzarlos a romper sus antiguos lazos con los yihadistas en Siria.
Siempre hubo
algo de fantasía en que los Estados Unidos y sus aliados occidentales hicieran
equipo con las monarquías teocráticas absolutas sunitas
de Arabia Saudita y el Golfo para propagar la democracia y fortalecer
los derechos humanos en Siria, Irak y Libia.
En 2011, el poder de los Estados
Unidos en Oriente Medio era mas débil que en 2003, debido a que sus ejércitos
fracasaron en lograr sus objetivos en Irak y Afganistán.
Cuando
surgieron los levantamientos de 2011, el ala
militarizada sectaria yihadista y sunita de movimientos rebeldes recibió
inyecciones masivas de dinero por parte de los reyes y emires del Golfo. Los oponentes seculares no sectarios de
los estados policiales establecidos mucho tiempo atrás pronto fueron marginados, acallados o asesinados. Los
medios internacionales tardaron mucho en comprender como había cambiado la
naturaleza de estos levantamientos, aunque los islamistas fueron muy abiertos
con respecto a sus prioridades sectarias: en Libia, uno de los primeros actos de los
rebeldes victoriosos fue convocar a la legalización de la poligamia, que había
sido prohibida bajo el antiguo régimen.
ISIS
es producto de la guerra.
Sus miembros buscan reorganizar el mundo que los rodea a través de actos de
violencia. La mezcla toxica, pero potente, de habilidades militares y
religiosas extremas que hizo este movimiento es resultado de la guerra en Iraq
después de la invasión estadounidense en 2003 y de la guerra en Siria desde
2011. Precisamente cuando la violencia en Iraq estaba menguando, la guerra fue revivida por los árabes sunitas en Siria.
Los medios y
el gobierno en Occidente concuerdan en que la guerra civil en Iraq se reavivo
debido a las políticas sectarias del primer ministro
iraquí Nouri al-Maliki en Bagdad. En realidad,
fue la guerra en Siria lo que desestabilizo a Iraq, debido a que grupos
yihadistas como ISIS, que después recibieron el nombre de Al Qaeda en Iraq,
encontraron un nuevo campo de batalla donde podían pelear y florecer.
Los Estados Unidos, los europeos y sus aliados regionales en
Turquía, Arabia Saudita, Qatar, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos crearon las condiciones para el surgimiento de ISIS.
Ellos avivaron un
levantamiento sunita en Siria que se extendió a Iraq.
Alentaron
que la guerra continuara en Siria, aunque después de 2012 fue evidente que
Assad no caería.
El nunca controlo
menos de 13 de las 14 capitales provinciales sirias, y estaba respaldado por Rusia, Irán y Hezbollah. Sin
embargo, los únicos términos de paz que le ofrecieron durante las
conversaciones de paz de Ginebra II en enero de 2014
fueron que dejara el poder, aunque
controlaba casi todas las ciudades de Siria. El no iba a irse y se crearon condiciones ideales para que
ISIS prosperara.
Los Estados
Unidos y sus aliados ahora están tratando de poner a las comunidades sunitas en
Iraq y Siria en contra de los milicianos, pero será difícil de lograr mientras
estos países estén convulsionados por la guerra.
El
resurgimiento de los grupos tipo Al Qaeda no es una amenaza confinada a Siria,
Iraq y sus vecinos cercanos. Lo que esta ocurriendo en estos países, combinado
con la creciente dominación de las creencias wahabistas
intolerantes y exclusivas al interior de la comunidad
sunita mundial, significa que 1600 millones de
musulmanes, casi una cuarta parte de la población mundial, resultará cada vez
más afectada. Es poco probable que los no musulmanes, incluyendo muchos
en Occidente, no sean tocados por el conflicto. El resurgimiento actual del
yihadismo, que ha cambiado el terreno político en Iraq y Siria, ya esta teniendo efectos de gran alcance en la política
global, con consecuencias terribles para todos nosotros.
"ISIS. El retorno de la yihad", de Patrick Cockburn (Editorial
Paidós)
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