El
ataque saudí a Yemen ahonda la brecha sectaria en Oriente Próximo
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/03/26/actualidad/1427387639_610597.html
Irán y sus aliados condenan el bombardeo
que en su opinión favorece a los yihadistas
Los árabes
toman la seguridad en sus manos
ÁNGELES
ESPINOSA
Dubái
26 MAR 2015 –
Manifestación
este jueves contra los bombardeos en Saná. / KHALED ABDULLAH (REUTERS)
Arabia Saudí
ha bombardeado Yemen este jueves para frenar el avance de los rebeldes Huthi
que amenazaban con tomar Adén, la segunda ciudad del país y donde se había
refugiado el presidente yemení, Abdrabbo Mansur Hadi. El ataque, que ha contado con el respaldo de una decena de
regímenes árabes suníes, expone las líneas del enfrentamiento
político-sectario que envenena la región desde el triunfo de la revolución
iraní de 1979. La República Islámica se ha apresurado a condenar la incursión
contra un grupo que, como otros chiíes, se mira en su espejo. Mientras, la
población yemení se mostraba igualmente dividida.
“Cualquier acción
militar extranjera contra la integridad territorial de Yemen y su pueblo sólo
aumentará los muertos y el derramamiento de sangre”, ha advertido el ministro de
Exteriores iraní, Mohamed Javad Zarif. En su opinión, el ataque hace el juego a
los yihadistas.
Las
relaciones entre el Irán chií y la
Arabia Saudí suní, los dos pesos pesados de Oriente Próximo, nunca fueron
fáciles, pero en los últimos años se han visto en frentes opuestos de las
crisis en Irak, Siria, Líbano y, ahora, Yemen, donde la intervención saudí
agudiza los recelos. Pero también la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, ha alertado “del riesgo de graves
consecuencias para toda la región” y de que los grupos terroristas
saquen partido.
Zarif
hablaba además desde Lausana, la ciudad suiza donde ultima con el secretario de
Estado norteamericano, John Kerry, un acuerdo nuclear que,
de lograrse, cambiaría las reglas del juego en la zona. Algunos analistas
vinculan ambos asuntos.
“El momento elegido por
Arabia Saudí ha sido brillante porque pone a prueba la buena voluntad de Irán
justo en el momento que está a punto de firmar el pacto nuclear”, asegura Theodore
Karasik, un analista de Dubái especializado en asuntos
político-militares del Golfo.
“Habrá que ver hasta
qué punto se involucra en ayudar a los Huthi, o los deja caer por salvar el
acuerdo y el levantamiento de las sanciones”, añade.
Un alto
funcionario iraní sin identificar aseguró a Reuters
que su país va a utilizar todas las vías políticas posibles para reducir la
tensión, pero que “no contempla la intervención militar”. Los Huthi, que han
llamado a los yemeníes a alistarse para defender su país, también han dicho que
no van a pedir ayuda a Irán. No obstante, la acción ha obligado a los países de
la zona a poner sus cartas sobre la mesa.
Por un lado,
los Gobiernos de Irak y Siria, así como el grupo
libanés Hezbolá, se han sumado a la condena iraní. Por otro, tal como explica
Karasik, “la Operación Tormenta Decisiva muestra un frente árabe suní unido
contra los Huthi, como presuntos aliados de Irán”.
Arabia
Saudí, que según la cadena Al Arabiya ha desplegado 150.000 soldados, cuenta con el apoyo del resto de los
miembros del Consejo de Cooperación del Golfo, a
excepción de Omán. El sultanato es la única de
las seis monarquías que no está dirigida por una familia real suní y siempre ha
mantenido una política exterior independiente.
Además, Jordania y Sudán han admitido que participan en la
ofensiva.
Egipto, donde este
fin de semana se reúne la Liga Árabe con Yemen como primer punto en el orden
del día, contribuye con aviones y también ha enviado cuatro fragatas a la zona.
Marruecos
mantiene silencio.
Y Pakistán estudia la petición de fuerzas terrestres,
aunque según Karasik ya tiene tropas en suelo saudí que colaboran en la defensa
de la frontera con Irak y que podrían haberse desplazado al sur.
“El cambio estratégico
en la región beneficia a Irán y no podemos guardar silencio ante el hecho de
que los Huthi llevan su bandera”, ha resumido el secretario de Estado de Exteriores emiratí, Anwar Gargash, en su Twitter.
Parecida
división se observa entre la población yemení, que hoy ha visto confirmada su
sospecha de que el presidente Hadi había huido del país cuando la televisión
saudí ha anunciado su llegada a Riad.
Mientras en
la ciudad de Taiz, una multitud ha salido a la
calle con imágenes de Hadi y del rey Salman de Arabia Saudí, también hay preocupación ante lo que
muchos, y no sólo entre los Huthi, ven como una nueva intromisión extranjera
en sus asuntos.
Aunque ese
grupo sigue una variedad del islam chií, desde el pasado septiembre ha hecho bandera de la lucha contra la
corrupción grajeándose algunas simpatías fuera de su comunidad. Sin
embargo, a partir de que tomara el poder a finales de enero, también ha
cometido muchos abusos.
“En los
últimos días [los Huthi] han detenido a cientos de personas, en su mayoría
simpatizantes del Islah [la versión local de los Hermanos Musulmanes] y
salafistas [rigoristas suníes], cerrado mezquitas y pisoteado las libertades
personales”, explica un ingeniero residente en Saná. A este yemení, muy crítico
con los rebeldes, también le preocupa que los terroristas de Al Qaeda o el
Estado Islámico se beneficien del caos. “Los partidarios de Hadi les han sacado
de las cárceles para que les ayuden contra los Huthi”, concluye.
Los árabes
toman la seguridad en sus manos
Á.
ESPINOSA
La incursión
aérea de Arabia Saudí en Yemen es más que una operación puntual contra los
Huthi al estilo del bombardeo que sufrieron en 2009. Los cambios que desde
entonces se han producido en la región han llevado a los dirigentes saudíes a
replantearse su seguridad que hasta ahora confiaban casi en exclusiva a Estados
Unidos. Grandes inversiones en defensa, pero sobre todo un nuevo enfoque
centrado en la cooperación con sus vecinos árabes, apuntan a que van a tomar la
iniciativa con mayor frecuencia.
“Arabia
Saudí y Emiratos llevan
tiempo colaborando para poner en pie una fuerza árabe suní que pueda utilizase
en operaciones de este tipo”, explica a EL PAÍS
Theodore Karasik, un analista de Dubái especializado
en asuntos político-militares del Golfo.
Karasik
recuerda que en los dos últimos años ambos países han llevado a cabo numerosos
ejercicios militares conjuntos. Su objetivo es valerse por sí mismos sin tener
que pedir apoyo, equipos o directrices a Occidente, en especial a EEUU. “Es su
vecindario y son ellos quienes deben ocuparse de su seguridad”, afirma el
analista.
El giro se
ha hecho especialmente visible a raíz de las protestas populares de 2011 que
llevaron a la caída de los presidentes de Túnez,
Egipto, Libia y Yemen, además de sumir la región en la inestabilidad.
Desde entonces, Arabia Saudí se ha convertido en el mayor importador de
material de defensa del mundo, con unos gastos de 9.800
millones de dólares (unos 9.000 millones de euros) este año, un 52% más que en
2014, según la empresa de análisis IHS.
Emiratos
Árabes Unidos (EAU), un
país mucho menor en superficie y población, le ha seguido de cerca. Ambos han
coordinado sus estrategias frente a las amenazas, reales o percibidas, en su
periferia. Además de adoptar duras medidas contra la disensión interna, han
participado al menos simbólicamente en los bombardeos de la coalición
internacional contra el Estado Islámico en Siria,
y ya en 2011 enviaron fuerzas a Bahréin para
apoyar a la familia real frente a la revuelta popular. Ahora buscan ampliar esa
cooperación a países como Marruecos, Egipto, Sudán o
Pakistán para contar con más recursos humanos.
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