El
enviado de la ONU alerta de que Yemen camina hacia la guerra civil
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/03/23/actualidad/1427131464_366777.html
El avance
Huthi inquieta a los países que apoyan a un presidente sin poder
ÁNGELES
ESPINOSA
Dubái
23
MAR 2015 –
Protestas
contra los Huthi en la ciudad de Taiz, este lunes. / REUTERS
Las espadas
siguen en alto en Yemen. Ni el llamamiento del Consejo de Seguridad en la
madrugada del lunes, ni las protestas locales, están sirviendo para frenar el
avance Huthi.
Jamal Benomar, el enviado especial de la ONU, ha
alertado de que el país se encamina a la guerra civil.
No es la primera vez que los yemeníes oyen esa
advertencia.
Pero en esta
ocasión, sin Gobierno, con la capital tomada por los rebeldes, el presidente
atrincherado en el sur, las fuerzas de seguridad divididas y el Estado Islámico
(EI) aprovechando el vacío de poder, una fractura al estilo libio adquiere
tintes de realidad.
“Es ilusorio pensar que
los Huthi vayan a tener éxito en tomar el control de todo el país. Es
igualmente erróneo pensar que el presidente [Abdrabbo Mansur] Hadi pueda reunir
suficientes fuerzas para liberar el país de los Huthi”, manifestó Benomar durante su
intervención ante la reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad.
En su
opinión, si cualquiera de ellos lo intenta, sólo llevará al país a “una guerra
civil”, del tenor de las que se están viviendo en Irak,
Libia o Siria. Al término de la cita, los 15
miembros del Consejo de Seguridad
reafirmaron su apoyo al “presidente legítimo” y la necesidad
de preservar “la unidad” de Yemen.
El problema
es que Hadi apenas cuenta con una parte del Ejército, carece de milicia propia y tiene
escasa base popular, ni en el sur del país de donde es originario y ha
encontrado refugio a raíz del pulso con los Huthi, ni mucho menos en el norte.
Sus únicos respaldos vienen de quienes se oponen al
avance de ese grupo, sobre todo entre los vecinos de Yemen. El ministro de Exteriores saudí, el príncipe Saud al Faisal, ha
asegurado este lunes que si no se alcanza una solución pacífica, los países
árabes “tomarán las medidas necesarias” contra lo que Riad considera una
agresión orquestada por Irán.
Es cierto
como señala Benomar que los milicianos de Ansarullah
(nombre del grupo rebelde conocido como Huthi por el clan que lo lidera)
también carecen de capacidad militar suficiente. Incluso si suman los 100.000
hombres en armas que estiman los analistas, se trata de en su mayor parte de
aldeanos de las montañas del norte armados con viejos Kalashnikov.
Pero tienen
la ayuda, más profesional, de los fieles al
expresidente Ali Abdalá Saleh en las distintas fuerzas de seguridad.
El país
carece de esqueleto que lo sustente”, describe
un analista
Saleh,
que gobernó de 1978 a 2012, ha hecho causa común con esos rebeldes a los que combatió durante la década pasada.
Aunque no ha explicado ese giro, conviene recordar que sólo cedió el
poder ante la enorme presión internacional y presuntas garantías para él y su
familia, que ha ido perdiendo.
Hadi, a quien él había nombrado vicepresidente, relevó a su hijo, Ahmed, y a sus dos sobrinos al frente de las
principales fuerzas de seguridad, y el año pasado una resolución de la ONU
abrió la posibilidad a sancionarle.
“Yemen es como un
invertebrado al que le piden que se ponga de pie, pero carece de esqueleto que
lo sustente”,
describe gráficamente el diplomático y analista yemení Mustapha
Noman.
Con su ya de
por sí frágil economía completamente paralizada y la ayuda financiera saudí suspendida tras la toma del poder por los
Huthi, dos tercios de los 24 millones de
habitantes requieren asistencia, según la propia ONU.
A esa
situación al límite (10 millones no tienen suficiente
comida y 850.000 niños están severamente desnutridos) se suma ahora el
creciente peligro de atentados a medida que el conflicto adquiere tintes
sectarios.
Yemen, que hasta la revolución de 1962 fue
un imamato zaydí, siempre ha tenido muchos
problemas, pero la convivencia entre la minoría de esa rama del islam chií y la mayoría suní no era uno de ellos.
Ahora la
afiliación chií zaydí de los Huthi, que
empezaron como un movimiento evangelizador y se han convertido en una poderosa
milicia, está sirviendo de coartada para otros intereses.
Por un lado,
Arabia Saudí, país que tradicionalmente ha
tutelado la política yemení y que comparte 1.500
kilómetros de frontera, ve a los Huthi como un instrumento de Irán y de
su vieja aspiración de extender la revolución islámica.
Aunque Teherán dice que sólo proporciona apoyo moral y las
acusaciones de que les envía de armas nunca se han probado, esos rebeldes miran
a Irán como modelo, muchos de sus simpatizantes han sido becados allí en los
últimos años y los medios estatales les jalean.
Por otro, la rama local de Al Qaeda primero y ahora el EI, que el pasado viernes sorprendió al
responsabilizarse de los atentados de Saná y este lunes se ha atribuido la
muerte de 29 soldados en la provincia de Lahij, atacan a los Huthi para alentar
el sectarismo.
Algunas tribus suníes de Yemen ya han empezado
a colaborar con esos extremistas violentos para frenar el avance rebelde.
El propio
líder de Ansarullah, Abdel Malek al Huthi, ha
utilizado esa amenaza como coartada para el llamamiento a la movilización
general que lanzó el domingo. Sin embargo, su retórica
antioccidental y su asociación con Irán impiden la colaboración con EE UU
y sus aliados frente a ese enemigo común que es el EI.
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