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domingo, 8 de marzo de 2015

Brasil tuvo un déficit comercial de US$4.000 millones en 2014, y en los 2 primeros meses del 2015, el déficit ya alcanza alrededor de US$6.000 millones // .Por Paulo Trevisani del WSJ

Brasil  tuvo un déficit comercial de US$4.000 millones en 2014,  y en los 2 primeros meses del 2015, el déficit ya alcanza alrededor de US$6.000 millones.



Necesitado de exportar, Brasil busca mejorar sus relaciones con EE.UU.


http://lat.wsj.com/articles/SB10722811844060803467804580506630343386578?tesla=y



Por Paulo Trevisani


domingo, 8 de marzo de 2015 23:39 EDT






La presidenta brasileña Dilma Rousseff. Rousseff instaló un nuevo equipo económico para su segundo mandato. European Pressphoto Agency


BRASÍLIA—La amenaza de una recesión está empujando a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, a tratar de mejorar las relaciones con Estados Unidos y superar un caso de espionaje que había tensado las relaciones entre los dos países.

En un momento en que el crecimiento se ha estancado, el intercambio comercial con China se ha moderado y el consumo interno se ha replegado, Brasil necesita con urgencia impulsar sus exportaciones.

EE.UU., el mercado de consumo más importante del mundo, se ha convertido en un blanco para la ofensiva diplomática.

La urgencia quedó en evidencia la semana pasada, cuando Brasil anunció que el déficit comercial de febrero llegó a US$2.800 millones, el peor desempeño mensual desde 1980.


El año pasado, las exportaciones brasileñas a cada región se han desplomado, con una excepción: las ventas a EE.UU. crecieron 8,9%, gracias en gran parte a las compras de aviones brasileños.

Armando Monteiro, el ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, se convirtió el mes pasado en el primer miembro del nuevo equipo económico de Rousseff en visitar EE.UU. desde que la mandataria comenzó su segundo período el 1 de enero.
El ministro de Hacienda, Joaquim Levy, también se reunió en febrero con inversionistas en Washington y Nueva York.



 


Brasília y Washington trabajan en los planes para un viaje de Rousseff a EE.UU. este año, tras la cancelación de una visita de estado al presidente Barack Obama hace dos años.

El encuentro ayudaría a aliviar las tensiones que se iniciaron a mediados de 2013, después de que Edward Snowden, ex empleado de la Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU. (NSA, por sus siglas en inglés), reveló el espionaje estadounidense sobre empresas y ciudadanos brasileños, entre ellos la propia Rousseff.


La mandataria ha solicitado una disculpa formal del gobierno estadounidense, pero colaboradores cercanos dicen que el gobierno está satisfecho con las medidas adoptadas por Washington para cambiar los procedimientos de la NSA con respecto a líderes extranjeros.


Otro funcionario brasileño lo expresa de otro modo: “Es un hecho importante, Brasil necesita exportar más, así que necesita lazos más estrechos con EE.UU.”.

Washington, a su vez, podría beneficiarse de una renovada amistad con la democracia más grande de América Latina, cuyo liderazgo es respetado en la región.

Aunque EE.UU. y Brasil han chocado sobre Cuba y otros temas, la influencia brasileña sobre líderes hostiles a los intereses estadounidenses podría ayudar a abrir puertas a Washington, dice Peter Hakim, presidente emérito de Diálogo Interamericano, un centro de estudios. “Una mejor relación con Brasil (...) significaría, en sí mismo, una mejor relación con América Latina”, observa Hakim.


El nuevo acercamiento a EE.UU. representa un giro para el gobierno de izquierda de Brasil, que asumió el poder en 2003 y se benefició de un auge de las materias primas durante casi una década.

Brasília se centró en expandir su comercio con China, que en 2009 superó a EE.UU. como el mayor socio comercial de Brasil al absorber soya, mineral de hierro y otros recursos naturales.

El entonces presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, chocó más de una vez con Washington conforme Brasil mostraba su independencia de las políticas estadounidenses.

Lula criticó el embargo estadounidense sobre Cuba, apoyó al presidente venezolano, Hugo Chávez, y defendió el derecho de Irán a desarrollar combustible nuclear con fines pacíficos.


Rousseff, quien asumió la presidencia en 2011, siguió en gran medida el libreto de su mentor durante su primer período. Apoyó a Nicolás Maduro, el sucesor y heredero político de Chávez, y el año pasado celebró la inauguración de la primera sección de un puerto que Brasil está financiando en Mariel, Cuba.


Brasil también se ha mantenido fiel al bloque comercial sudamericano Mercosur, que también incluye a Argentina, Uruguay, Paraguay y Venezuela.


El panorama, sin embargo, está cambiando rápidamente y Rousseff se ha visto en la necesidad de ajustarse, al menos en lo que respecta al comercio.

Ahora que el crecimiento de China se ha reducido de 14,2% en 2007 a 7,4% en 2014, el gigante asiático ha reducido sus compras de materias primas brasileñas. El comercio con los miembros del Mercosur también se ha desacelerado.


Brasil registró un déficit comercial de US$4.000 millones el año pasado, el primero desde 2000, según cifras del Ministerio de Comercio. En lo que va del año, el déficit ya alcanza alrededor de US$6.000 millones.

“La estrategia de sur a sur funcionó durante los años de Da Silva, pero ya no”, dice Guilherme Casarões, profesor de relaciones internacionales, refiriéndose al intento del ex presidente de estrechar los lazos con Sudamérica y otros mercados emergentes. “Las relaciones con EE.UU. tienen un mayor potencial”.

De hecho, mientras China compra principalmente commodities a Brasil, más de la mitad de las compras estadounidenses corresponden a bienes con un alto valor agregado como aviones y maquinaria.

En momentos en que la economía estadounidense registra un buen desempeño y la depreciación del real ha abaratado las exportaciones brasileñas, las firmas brasileñas vislumbran una oportunidad para incrementar sus ventas en EE.UU.

EE.UU. alcanzó un superávit de US$12.100 millones con Brasil el año pasado, según la Oficina del Censo estadounidense, liderado por las exportaciones de químicos, equipos de transporte y productos informáticos y electrónicos. En los últimos años, las dos naciones han resuelto disputas sobre algodón y etanol.

Los diplomáticos en ambas partes aún están decidiendo qué debería incluirse en la agenda este año, según una fuente al tanto en Brasil.


Un funcionario de ese país dijo que un tema probable es un acuerdo para evitar la doble tributación de la inversión extranjera. Un pacto general para reducir la burocracia en el comercio bilateral probablemente también será parte de las conversaciones, agregó el funcionario.

A principios de este mes, dicen funcionarios brasileños, cuando Monteiro se reunió en Washington con su contraparte estadounidense, la secretaria de Comercio, Penny Pritzker, y el representante comercial de EE.UU., Mike Froman, los países analizaron trabajar juntos para promover el uso internacional del etanol.

Brasil siempre ha tenido un entendimiento de la importancia de la relación con EE.UU.”, observó Monteiro en Washington. “Lo vemos como una gran prioridad”.


William Mauldin, en Washington, contribuyó a este artículo.

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