Es
el momento de una insurrección armada en Brasil este 15 de marzo.
Nota del autor del blog: tal vez el presidente Barack Obama debió decir que la crisis que se viene en Brasil si es un problema de seguridad nacional para EEUU, y no la de Venezuela ¿se vendrá la primavera Brasileña con guerra civil al estilo de Medio Oriente? EEUU está concentrado y preocupado en Medio oriente, pues la invasión iraní de Iraq se anexara a Iraq y el Levante y tiene que intervenir con tropas tal como pidió el sr Kerry para frenar su hegemonismo. Y sugeriría que Corea del Norte se anexe las islas de Yeonpyeong
Por
qué la protesta del domingo en Brasil es más grave que la de 2013
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/03/12/actualidad/1426187063_907632.html
Las
manifestaciones en Brasil preocupan más ahora porque el país, en vez de haber
mejorado, está peor que entonces
JUAN
ARIAS
12 MAR 2015 - 20:07 CET
Las
manifestaciones de protesta convocadas para el domingo en todo el país, llamadas 15/15, no serán las de 2013, cuando los
brasileños salieron a la calle para exigir un país mejor. En aquella ocasión
este diario se preguntó: “¿Por qué Brasil y ahora?”
La respuesta fue que al revés, por ejemplo,
del movimiento de los indignados de España, que protestaban por lo que la gente
estaba perdiendo con la crisis económica de 2008, los brasileños exigían lo que
aún no tenían.
No fue la
del 2013 una protesta para exigir un cambio de Gobierno, ni de régimen
político. No resonó en ellas el “Fuera Dilma”.
Se exigía a
los gobernantes mejores servicios públicos, mejor calidad de vida, mejores
transportes, mejor sanidad y mejores escuelas. Y menos corrupción política.
“Éramos infelices y no
lo sabíamos”,
rezaba uno de los miles de carteles creativos de aquellas manifestaciones.
Significaba que los brasileños se sentían conformes con lo ya obtenido y no
habían tomado total conciencia de que, por ejemplo, sus
servicios públicos eran aún de tercer o cuarto mundo, mientras pagaban
impuestos de primer mundo.
La
manifestación del 15/15 (aún sin saber cual podrá ser
su fuerza) será diferente.
No se pide
solo que las cosas mejoren, se rechaza el Gobierno de
la recesión, de la inflación que corroe los salarios, de servicios cada día más
caros, de una carga tributaria que asfixia cada año que pasa.
No se
soporta más la corrupción cada vez más ancha y larga. Y los presentes van a
gritar que salga del mando del Titanic que hace aguas el equipo actual: el PT y
su comandante, la presidenta Dilma Rousseff.
Hoy, ni
Rousseff ni el PT, con mucha probabilidad, ganarían las elecciones
La protesta
del 15/15 es más grave que la anterior porque Brasil, en vez de haber avanzado desde entonces
empujado por las promesas que le hicieron y no fueron cumplidas, ha empeorado.
Se podrá
alegar que en las últimas elecciones la mayoría de votos fue para Rousseff y
que es solo la minoría la que hoy protesta inconforme con el resultado de las
urnas. Sin embargo quien toma el pulso a la opinión pública puede advertir,
como lo ha revelado el último sondeo de Datafolha,
que esa mayoría ha cambiado. Hoy, ni Rousseff ni el PT, con mucha probabilidad,
ganarían las elecciones.
De hecho,
uno de los motivos de mayor irritación de la sociedad es el haber visto que la
entonces candidata presidencial Dilma Rousseff no contó
la verdad.
Presentó a un Brasil feliz, pujante y
sin crisis. Juró que no habría recortes ni sacrificios y menos para los más
necesitados, y acusó a sus competidores Aécio Neves y Marina Silva de querer
entregar el país a los banqueros que acabarían robando la comida del plato de
los pobres.
Hoy, sin
embargo, el ministro de Economía del nuevo Gobierno es
el banquero Joaquim Levy, formado en una de las escuelas más ortodoxas y
liberales de Estados Unidos. Y Rousseff le ha entregado, aunque a
regañadientes, las tijeras que ella había condenado.
La crisis
que se refleja en el espejo de las protestas de hoy es de credibilidad. Y
cuando un país pierde la credibilidad en sus gobernantes y políticos es difícil
una marcha atrás.
Nada
contagia más que el desencanto, sobre todo si ese desencanto toca al bolsillo de la gente, ya que se convierte
inevitablemente en irritación.
Si las
protestas de 2013 fueron importantes
porque en ellas el Brasil democrático se reconoció en una misma esperanza
de mejora, lo que hoy cabe pedir es que como entonces, los brasileños (hasta
los más irritados) sean capaces de manifestarse pacíficamente, alejando a los
violentos y a cuantos reivindiquen soluciones a la crisis que no lleven el
sello de garantía de la democracia.
El
filósofo Hegel elaboró
la tesis de que no se crea una nueva síntesis (en este caso, un Brasil mejor)
sin antes haber creado la antítesis de lo que ya no funciona.
Fue esa la
dinámica de todas las revoluciones de la historia. Unas veces supieron crear
una síntesis de mayor libertad y prosperidad y otras se hundieron en negros
totalitarismos.
Ojalá el
15/15, tras el “no” a lo que los ciudadanos rechazan, sepa dar un “sí” a un
futuro de prosperidad y de responsabilidad política para poner el tren
descarriado de la economía y de la ética de nuevo en marcho.
Ojala que
ese “sí” y ese “no”, los brasileños lo sepan dar juntos el domingo, sin
violencias, sin enfrentarse , sin prejuicios, sin banderas de trasnochadas y
peligrosas ideologías, unidos en una misma esperanza de construir un país que
nuestros hijos puedan heredar con orgullo, sin avergonzarse.
Brasil puede
y lo merece.
Que sus
gentes, que nacen con el gusto de la fiesta en su sangre, conviertan la
protesta del domingo en una celebración de sueños a ojos abiertos. Brasil es
también eso.
¡Feliz 15/15!
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