China
está creando sus propios bancos de escala global (Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB,); Banco de
Desarrollo de China; Nuevo Banco de
Desarrollo BRICS (New Development Bank BRICS, NDB BRICS ), para arrebatarle la hegemonía financiera que tiene EEUU y reemplazar al dólar por el yuan
o reminbi (un millar de bancos de 85 países utilizan el yuan como moneda de
reserva e intercambio comercial )
China,
megapotencia financiera
http://www.monde-diplomatique.es/?url=editorial/0000856412872168186811102294251000/editorial/?articulo=3c88930a-e703-4767-a256-0bbfc1637ac1
Ignacio
Ramonet
Nº: 235 Mayo 2015
Contrariamente
a lo que muchos piensan, China se halla aún lejos de representar un auténtico rival
para Washington. En 2015, Estados Unidos sigue ejerciendo una indiscutible
dominación hegemónica sobre el planeta.
Tanto en el
dominio militar (fundamental) como en varios otros sectores determinantes, en
particular el tecnológico (Internet) y el soft power
(cultura de masas).
Lo cual no significa que China no haya
realizado prodigiosos avances en los últimos treinta años. Nunca en la
historia, ningún país creció tanto en tan poco tiempo.
(nota
del autor del blog fue gracias a Mao Tse
Tung que libero a China del imperialismo
y pudo por fin desarrollarse)
Sin embargo,
el “Imperio del medio” sigue siendo un Estado ‘emergente’, con gigantescas
bolsas de pobreza en diversas zonas del interior y con un Producto Interior
Bruto por habitante (PIB/per capita, en 2013) de apenas
6.800 dólares, semejante al de, por ejemplo, Namibia, República Dominicana o Perú;
muy inferior al de, por ejemplo, España (30.000
dólares), Francia (42.000) o Estados Unidos (53.000). Pero su masa
demográfica es tan enorme (casi mil quinientos millones de habitantes) que su
peso económico global está alcanzando niveles inauditos. De hecho, desde diciembre
de 2014, en términos de poder
adquisitivo global de su población, China es ya la
primera potencia económica del planeta. Su economía representa el 16,5% de la economía mundial, frente al 16,3% de Estados
Unidos que ocupaba ese puesto de “primera potencia económica” desde 1872...
Poco a poco,
y a pesar de sus considerables flaquezas, Pekín va configurándose efectivamente
como la única potencia capaz de establecer, a medio plazo, una verdadera
‘rivalidad estratégica’ con Washington. El presidente Barack Obama no se
equivoca cuando identifica a China como el país que
podría disputarle a Estados Unidos –en la segunda mitad del siglo XXI–, su
hegemonía planetaria.
En esa
perspectiva, decidida a rivalizar con Estados Unidos en un sector en el que
éstos aparecían como intocables, China acaba de abrir un nuevo frente, esta
vez contra el poderío financiero norteamericano. Con la reciente creación del Banco Asiático de
Inversión en Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés) –al
que España se adhirió el pasado 14 de abril–, Pekín aporta una nueva prueba de
sus ambiciones.
Este Banco
quiere rivalizar nada menos que con el Fondo Monetario
Internacional (FMI) y el Banco Mundial, o sea las dos principales
instituciones financieras planetarias creadas bajo los auspicios de Washington
al final de la Segunda Guerra Mundial en el marco de los Acuerdos de Bretton Woods (1) y controladas desde entonces por Estados Unidos y el campo
occidental.
El AIIB competirá además con el Banco Asiático de Desarrollo (BASD, por sus siglas en
inglés), creado en 1966, y muy controlado por Japón.
Por eso, ni Tokio, ni Washington se han
adherido –por ahora– al AIIB aunque han
fracasado rotundamente en su intento por disuadir a sus principales aliados de
hacerlo.
El
plazo impuesto por Pekín para ser “miembro fundador” del AIIB se terminaba el
pasado 31 de marzo.
Y a esa
fecha ya se habían adherido unos 57 países,
entre ellos los BRICS (Brasil, Rusia, la India y
Sudáfrica), así como algunos de los
principales socios de Estados Unidos como Alemania,
Reino Unido, Francia, Italia, Países Bajos, Australia, Corea del Sur, Israel,
etc. Lo cual constituye una enorme victoria diplomática de Pekín y un
paso más en la vía para imponerse como potencia financiera internacional.
La creación
del AIIB es asimismo la consecuencia de las críticas constantes contra el FMI, y que este organismo no ha sabido corregir.
En particular en lo que concierne al
voto.
Como se sabe, para adoptar una decisión
importante en el seno del FMI es necesario el 85% de los derechos de voto. Lo
cual significa que Estados Unidos (que dispone del 16,74% de los votos) posee
en realidad un derecho de veto. La Unión Europea también, si todos sus miembros
(que disponen, juntos, de más del 30% de los votos) se unen. Mientras que, por
ejemplo, China sólo tiene el 3,81% de los votos, la India el 2,81% y Brasil el
2,50%...
Nota del autor del
blog : ese 85% está en el sgte PDF página 27
https://www.imf.org/external/pubs/ft/pam/pam53/spa/pam53s.pdf
Este sistema
tan inequitativo de votación permite que el FMI sea,
desde 1945, un ‘agente objetivo’ del capitalismo en su versión ultraliberal, partidario a ultranza de las privatizaciones,
de los ‘ajustes estructurales’ (como el que se le impuso a América Latina y
África en los años 1980 y 1990, y que se le impone hoy a Grecia), de la desregulación financiera y de la
desregulación del trabajo.
Además, bajo
el pretexto de “lucha
contra la corrupción” y “de promoción de la moralidad financiera”,
el Banco Mundial y el FMI (cuyos dos precedentes
Directores gerentes fueron Rodrigo Rato
(este sr Rodrigo
Rato que asesoro a telefónica de Perú para evadir 1500 millones de dólares en evasión
de impuestos es un capo de capos entre los estafadores internacionales, a estafado con centenares de millones de dólares
por donde pasa y actualmente está preso) y Dominique Strauss-Kahn.. preso por violación .) se niegan a favorecer las inversiones para
el desarrollo de las infraestructuras de muchos países emergentes.
En el nuevo Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB)
ningún Estado, ni siquiera China, tendrá derecho de
veto. Por vez primera, en un proyecto financiero de esta envergadura,
las grandes potencias occidentales sólo dispondrán de un papel secundario.
Mientras que el papel de los actores regionales será determinante.
El
AIIB surge también, en el marco de una arquitectura financiera mundial
alternativa, como una
pieza que se añade al Banco de Desarrollo de China (creado
por Pekín en 1994) y que le acaba de prestar 3.500
millones de dólares a la empresa estatal brasileña Petrobras, muy afectada por la caída de los precios
del petróleo y por un enorme escándalo de corrupción (2).
Y al Nuevo Banco de Desarrollo BRICS (New Development Bank BRICS,
NDB BRICS) (3), creado el 15 de
julio de 2014 con ocasión de la VI cumbre de los BRICS
(Brasil, Rusia, la India, China, Sudáfrica) que tuvo lugar en Fortaleza
(Brasil). La sede del NDB BRICS está –no podía
ser de otra manera– en Shanghái (China) y su
capital inicial es de 100.000 millones de dólares.
Sus
principales objetivos son: favorecer una mayor cooperación financiera y fomentar un mejor desarrollo de los Estados
emergentes. O sea, los objetivos del Banco Mundial...
Otro de sus propósitos, reivindicado por Pekín, es reducir la dependencia de estos Estados con respecto a los
bancos crediticios occidentales y al dólar.
La
batalla de la moneda es
otro aspecto de la ofensiva china por la hegemonía mundial. De tal modo que,
por ejemplo, todos los financiamientos
realizados por el Banco AIIB este año, unos 50.000
millones de dólares, lo son en yuanes chinos.
Las reservas
de Pekín en divisas extranjeras ascienden a 3,7
billones de dólares... Pero las fluctuaciones
del ‘billete verde’ estadounidense y las flaquezas del euro hacen que China
desee disponer de su propia divisa, y quiera imponerla como divisa
internacional.
Más de un millar de bancos en unos 85 países utilizan ya el yuan en sus
transferencias.
En
África, el yuan es,
desde hace tiempo, un instrumento fundamental de la política china de
inversiones.
Nigeria,
Ghana, Zimbabue y Sudáfrica, por ejemplo, son algunos de los países que han adoptado el “billete
rojo” como moneda de pago internacional
y de reserva.
El volumen
de los intercambios comerciales de Pekín con los países
africanos alcanzó, en 2014, unos 200.000 millones de dólares, o sea más del doble de los intercambios de África
con Estados Unidos (4).
Con América Latina también se han incrementado de manera
espectacular los intercambios comerciales (entre
2000 y 2013, se multiplicaron por 22).
En 2013, el volumen
comercial total China-América Latina alcanzó los 275.000 millones de dólares.
Y se estima que esta cifra se duplicará al finalizar esta década. En los próximos diez años, China invertirá 250.000 millones de
dólares en América Latina, anunció el presidente Xi Jinping, en enero
pasado en Pekín, durante el primer Foro Ministerial
entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Las cifras
de los créditos chinos a América Latina son menos destacadas, pero también
reflejan la inaudita expansión de la potencia financiera asiática y sus
intereses prioritarios en petróleo, minerales y productos agrícolas.
De 2005 a
2014, esos créditos sumaron 119.000 millones de dólares.
Y de ese
total, casi la mitad (56 300 millones de dólares) se
concedió a Venezuela, que posee las mayores reservas de hidrocarburos
del mundo.
Le siguen Brasil y Argentina, grandes exportadores de soja, con 22 000 y 19 000 millones de dólares, respectivamente
(5).
Desde el
inicio del siglo XXI, China viene aumentando sus inversiones directas en el
exterior, alcanzando una media de 200.000 millones de
dólares al año.
Su potencia
de fuego inversionista sigue siendo menor que la de
Estados Unidos (367.000 millones de dólares en 2012), pero ya le está
empezando a morder los talones.
Con cierto
“pánico estratégico”, Washington ve acercarse la hora en que China se impondrá
también como megapotencia financiera.
(1) Los
Acuerdos de Bretton Woods se firmaron al final de una Conferencia internacional
que reunía a los cuarenta y cuatro países aliados y que tuvo lugar en esa
ciudad estadounidense de New Hampshire del 1 al 22 de julio de 1944.
Ampliamente inspirados por el economista británico John Maynard Keynes, los Acuerdos
dibujaron las grandes líneas de lo que sería el Sistema financiero
internacional después de la guerra, organizado en torno al dólar; y crearon dos
influyentes organismos: el FMI y el Banco Mundial.
(2) Cf.
L’Agefi, París, 22 de abril de 2015.
(3) Les
Echos, París, 14 de julio de 2014.
(4) Le
Monde, París, 15 de abril de 2015.
(5) Léase,
Mario Osava: “China penetra en América Latina con créditos a países en
penurias”, IPS, Roma, abril de 2015.
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