Todo
el G 20 (Grupo de los 20, que representa a las mayores economías desarrolladas
y emergentes) decidió hoy entrar en
guerra global de divisas, solo EEUU dice que le tiene sin cuidado y no está
preocupado.
Los
líderes del G-20 dan su respaldo a las políticas de estímulo
http://lat.wsj.com/articles/SB10038771557486034846004580454422879097234?tesla=y
Por Ian Talley y Brian Blackstone
martes,
10 de febrero de 2015
19:33 EDT
Líderes
financieros, incluyendo el secretario del Tesoro de Estados Unidos Jacob Lew
(el segundo de la izquierda) y la directora gerente del Fondo Monetario
Internacional Christine Lagarde (centro), entre otros, en la reunión del G-20
en Estambul el martes. European
Pressphoto Agency
ESTAMBUL—Los líderes financieros de las
mayores economías del mundo respaldaron el martes la
depreciación de las monedas como una herramienta para estimular el crecimiento
al indicar su firme respaldo a las políticas de crédito barato orientadas a
apuntalar la frágil economía global.
El apoyo de
los ministros de Hacienda y los presidentes de los bancos centrales del Grupo de los 20,
que representa a las mayores economías desarrolladas y emergentes, a
las políticas de flexibilización monetaria que han debilitado la cotización de
monedas como el euro
y el yen, contradice la
postura tradicional de que la depreciación de las divisas podría tener efectos
negativos sobre otras economías.
También
refleja la preocupación de que las economías de buena parte del mundo podría caer en un período de crecimiento bajo si
no reciben gigantescas inyecciones de fondos de parte de los bancos centrales.
El respaldo,
igualmente, constituye un reconocimiento
implícito del fracaso en la implementación de reformas estructurales de largo
plazo en muchos países que han pasado a depender de gastos de corto plazo y
otros planes de estímulo temporales.
Los
ministros de Hacienda parecieron “estar tratando de reducir las tensiones en
torno a las percibidas devaluaciones competitivas al indicar que se trata del
bien colectivo”, dijo Simon Johnson, profesor de la Escuela de Negocios
Sloan del Instituto de Tecnología de Massachusetts.
El respaldo
internacional a “políticas monetarias acomodaticias”, como las calificó el
comunicado emitido por el G20 después de su reunión en esta ciudad, se produjo
después de una jornada en la que China informó que los precios al consumidor
apenas crecieron 0,8% interanual en enero, su
menor nivel en cinco años. El anuncio generó temores de que China se podría encaminar hacia una deflación e
intensificó la presión para que el banco central reduzca las tasas de interés y
expanda el crédito.
En un
momento en que su economía pierde bríos y muchas de sus industrias afrontan
unos problemas de exceso de capacidad, China acentúa el
problema de baja inflación que aqueja a la economía mundial mediante sus
gigantescas exportaciones de bienes manufacturados. “El precio de los bienes
despachados desde China se está debilitando, lo que afecta la inflación global”,
manifestó el economista del banco Société Générale GLE.FR +0.32% Wei Yao.
El vínculo
entre las políticas de los bancos centrales y el tipo de cambio ha sido
particularmente pronunciado en Europa. El Banco Central Europeo anunció el mes
pasado la compra de más de un billón de euros en
deuda pública y privada para fines de 2016, lo que dio paso a una brusca
devaluación del euro frente al dólar.
El alza de
la divisa estadounidense la ha llevado a alturas a las que no llegaba en una
década y ha reanudado las preocupaciones del Congreso sobre una posible
manipulación del tipo de cambio y su impacto en las exportaciones y la
competitividad de EE.UU.
Funcionarios
del gobierno de Barack Obama, no obstante, parecen haber concluido que cualquier reducción de
crecimiento proveniente del fortalecimiento será más que contrarrestado por la aceleración del
crecimiento internacional.
“La economía
global no tendrá un camino sin baches si la única rueda que funciona bien es
Estados Unidos”, reconoció el secretario del Tesoro estadounidense Jacob Lew,
quien asistió a la reunión del G20 junto con la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen.
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