Se viene el apocalipsis en Brasil; la peor sequía en 80 años deja inerme al 40 % d e la población industrial //del diario español El País.
esta imagen es de la BBC creo dice bienvenido a la represa del desierto de Cantareira en Sao Paulo.
Buenas pensé que Rio de Janeiro y
Sao Paulo serian ciudades semi acuáticas , pero así como la estoy viendo
parecieran ahora ciudades en el desierto regadas por un oasis.
Sin agua no podrán exportar sus commodities
como soya o tener agua para sus minas en los procesos de lixiviación o su
agricultura domestica, ni podrán funcionar sus industrias, Etc. Etc.
La teoría dice que se les viene una guerra climática
o un éxodo, o disturbios incontrolables.
Brasil cobraba impuestos del 40% como Europa pero sus servicios e
infraestructura estuvieron abandonados a pesar de las advertencias y con todo
ese mar de dinero que les caía porque crecían en su PBI a niveles de 9 % con el repentino incremento de
las materias primas hace algunos años.
A parte que se les derrumbo el precio del petróleo y su empresa emblemática
Petrobras está envuelta en un escándalo de corrupción.
Los diarios dicen que es la peor sequia en 80
años y los precios de las viviendas se derrumbaran por la emigración de su
gente.
Por la sequía se han secado campos d e caña de azúcar por lo que diría que subirá el azúcar.
Si escasean los productos subirán d e precio eso se llama inflación
São
Paulo cortará el agua cinco días a la semana si persiste la sequía
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/01/29/actualidad/1422568602_158351.html
La falta del líquido alarma a la
población y la industria brasileña teme grandes pérdidas
MARÍA
MARTÍN
São Paulo
29
ENE 2015 - 22:56 CET
El embalse de Cantareira, en el Estado de São Paulo, este
miércoles pasado. / ROOSEVELT CASSIO (REUTERS)
Tras dos
temporadas de lluvia muy por debajo de la media histórica, São Paulo sufre la
peor sequía del último siglo.
Si no llueve
como para que se recupere la presa que abastece las tuberías de más de la mitad
de los 12 millones de habitantes de la ciudad,
la compañía que provee a São Paulo ha anunciado ya medidas
“drásticas”: cinco días por semana sin agua a
partir de abril.
Según los
meteorólogos, no va a llover lo suficiente, y la falta de agua se va
convirtiendo en una obsesión para los paulistas, que ya comienzan a almacenar
botellas y a improvisar cisternas que garanticen reservas en sus casas.
Los
ciudadanos ya se enfrentan a bajadas de presión que duran hasta 18 horas al
día, según los barrios, lo que se traduce en la práctica, y también dependiendo
de las zonas, en cortes de agua.
La sequía no
sólo alcanza a la ciudad, sino que afecta a buena parte
del Estado de São Paulo, casi tan poblado como
España.
De ahí que
las restricciones no afecten sólo a las viviendas particulares, sino a industrias, que temen pérdidas millonarias y a los
agricultores, que tienen que reducir el riego.
Es más: toda la economía del país, ya de por
sí debilitada, se resentirá.
Los
especialistas prevén un aumento de los precios, desde los alimentos a la
energía, que repercutirá en la inflación.
Hasta ahora,
el único plan de emergencia consiste en cerrar los grifos. Ni industrias, ni hospitales, ni escuelas, ni los
ayuntamientos, ni el propio Estado de São Paulo tiene un plan B que
pueda ponerse en práctica en caso de que las presas, ya en situación crítica,
se agoten por completo.
Las alternativas utilizadas en São
Paulo hasta ahora son los pozos que captan agua en el subsuelo y los camiones
cisterna. Ambas
opciones son también recursos limitados y a las que no todo el mundo tiene
acceso.
La
sequía no sólo amenaza a São Paulo sino a todo el sudeste del país, incluyendo Minas
Gerais y Río de Janeiro, eje económico del país
Los alcaldes
de 30 municipios del Estado se reunieron el miércoles para exigir al
gobernador, Geraldo Alckmin, un comité de crisis
que elabore y divulgue un plan de emergencia.
El propio alcalde de São
Paulo, Fernando Haddad, reconoció su preocupación por la salud pública y
por la seguridad ante cortes de agua tan prolongados. Sin agua en los grifos, Haddad teme saqueos
y disturbios, como ya ocurrió el año pasado en Itú, una pequeña ciudad del interior
donde decenas de familias pasaron semanas duchándose con jarras.
La sequía no
sólo amenaza a São Paulo sino a todo el sudeste del país, incluyendo Minas
Gerais y Río de Janeiro, eje económico del país que concentra a más de 80 millones de
personas, el 40% de la población.
El
gobernador de Minas Gerais, Fernando Pimentel,
ya ha anunciado un “racionamiento severo” en los próximos tres meses si no se
reduce el consumo y continúa sin llover.
El de Río de Janeiro, Luiz Fernando Pezão, mantiene que su
Estado se preparó para la crisis con una serie de obras y descarta el
racionamiento, a pesar de que el volumen de la presa de Paraibuna, su principal reserva de agua, llegó al 0% la semana pasada. Pezão también descarta multar
a los que más gastan, como ya hace São Paulo, mientras la industria fluminense
planea medidas alternativas para captar agua.
La sequía es
una crisis de doble filo que afectará al suministro eléctrico. El modelo brasileño de obtención de electricidad se sustenta
en centrales hidroeléctricas dependientes de reservas que ya están muy
cerca de su límite. Para tratar de evitar los apagones, que hace unos días
dejaron a oscuras a 11 Estados, el Gobierno ha recurrido a las centrales termoeléctricas, que son mucho más
contaminantes y caras.
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