Francos, el miedo y la locura (el supuesto aumento de la tasa de interés de la FED es puro cuentazo )
Francos,
el miedo y la locura
http://www.nytimes.com/2015/01/16/opinion/paul-krugman-francs-fear-and-folly.html
Enero
15, 2015
Paul
Krugman
Ah, Suiza,
famosa por relojes de cuco y una moneda sólida. Otras naciones pueden
experimentar con las políticas económicas radicales, pero con el suizo no
obtiene sorpresas.
Hasta que lo
haga. El jueves, el Banco Nacional de Suiza, el
equivalente de la Reserva Federal, conmocionó al
mundo financiero con un doble golpe, abandonando al mismo tiempo su política de
vincular el franco suizo al euro y el corte de la tasa de interés que paga por
reservas bancarias a (-0,75%) eso es correcto , menos 0,75 por ciento.
Agitación del mercado se produjo.
Y usted debe
sentir un escalofrío de miedo, incluso si usted no tiene ningún interés
financiero directo en el valor del franco. Para tribulaciones monetarios de
Suiza en miniatura ilustran lo difícil que es luchar contra la vorágine
deflacionaria ahora arrastrando hacia abajo gran parte de la economía mundial.
Lo que hay
que entender es que todas las reglas
habituales de la política económica cambiaron cuando la crisis financiera
golpeó en 2008; entramos en un mundo espejo, y
todavía no hemos salido.
En muchos
casos, las virtudes económicas se convirtieron en vicios: La voluntad de salvar convirtió en un lastre para la inversión, la
probidad fiscal una ruta al estancamiento.
Y en el caso de los suizos, que tiene una reputación de los bancos
seguros y dinero sólido se convirtió en una responsabilidad importante.
Así es como
trabaja: Cuando Grecia entró en su crisis de
deuda a finales de 2009, y otras naciones europeas se encontraron bajo estrés
severo, el dinero que buscan un refugio seguro comenzó
a verter en Suiza.
Esto a su
vez envió el franco suizo al alza , con
efectos devastadores en la competitividad de la manufactura suiza, y amenazó
con empujar Suiza - que ya tenía muy baja inflación y tasas de interés muy
bajas - en deflación al estilo japonés.
Funcionarios
monetarios Así suizos se desvivió en un esfuerzo para debilitar su moneda.
Se podría
pensar que solo basta imprimir dinero y dejarlas en el banco lo que su moneda
vale menos es fácil – pero no puedes
simplemente imprimir más billetes? - Pero en el mundo posterior a la crisis no
es fácil en absoluto.
Sólo la
impresión de dinero y la acumulación en los bancos no hace nada; ya que sólo se asienta allí pero no los
utiliza el publico.
Nota del autor del blog : apuesto mi
casa a que esto no es asi , y prometo inflación de más de 20 % anual , mi idea es imprimir 2 billones de francos suizos y regalarlos a los escolares
El suizo intentó un acercamiento más
directo, la venta de francos y la compra de euros en el mercado de divisas, en el proceso de adquisición de una
enorme horda de euros. Pero incluso eso no estaba haciendo el truco.
Luego, en 2011, el Banco Nacional de Suiza intentó una táctica
psicológica. "La actual sobrevaluación masiva del franco suizo",
declaró, "plantea una grave amenaza para la economía suiza y conlleva el
riesgo de un desarrollo deflacionario . "Y por lo
tanto, anunció que iba a establecer un valor mínimo para el euro - 1.2 suizo
francos - y que para hacer cumplir este mínimo que era lo que el banco
esperaba claramente era que mediante la elaboración de esta línea en la arena
que limitaría el número de euros que en realidad tenía que comprar "dispuesto a comprar divisas en cantidades
ilimitadas.".
Y
durante tres años funciono . Pero el jueves el suizo repente se rindió. No sabemos exactamente por qué; nadie que yo conozca cree que la explicación oficial, que es
una respuesta a la debilidad del euro.
Pero parece probable que una nueva
ola de dinero de refugio seguro estaba haciendo el esfuerzo para mantener el
franco abajo demasiado caro.
Si usted me
pregunta, el suizo acaba de hacer un gran error. Pero, francamente - francly? -
El destino de Suiza no es la cuestión importante. Lo
que es importante, en cambio, es la demostración de lo difícil que es luchar
contra las fuerzas deflacionarias que hoy afligen a gran parte del mundo
- no sólo de Europa y Japón, pero muy
posiblemente también China . Y mientras que EEUU ha tenido una carrera bastante buena en los
últimos trimestres, sería absurdo suponer que somos inmunes.
Lo que esto
dice es que realmente, realmente no debería dejarse estar demasiado cerca de la
deflación - puede caer, y entonces es muy difícil salir.
Esta es una
de las razones de que el recorte del gasto del gobierno
en una economía deprimida es una mala idea:
No
es sólo el costo inmediato en la pérdida de empleos, sino el aumento en el
riesgo de quedar atrapados en una trampa deflacionaria.
Es también
una razón de ser muy cauteloso acerca de las tasas de interés cuando se tiene
una baja inflación, incluso si usted no cree que la deflación es inminente.
En este
momento la gente seria - las mismas personas serias que decidió, erróneamente,
que el 2010 fue el año en que debemos girar de puestos de trabajo a los
déficits - parecen estar llegando a un consenso de que la Fed debería empezar a
caminar muy pronto.
Pero por
qué? No hay señales de aceleración de la inflación en los datos reales, y los
indicadores del mercado de la inflación esperada se hunden, lo que sugiere que los inversionistas
ven el riesgo de deflación en EEUU , incluso si la Fed no lo hace.
Y comparto
esa preocupación mercado. Si la
recuperación de Estados Unidos se debilita, ya sea a través de un contagio de
los problemas en el extranjero o porque nuestros propios fundamentos no son tan
fuertes como pensamos, el endurecimiento de la política monetaria podría
demostrar muy fácilmente como un acto de absoluta locura.
Así que vamos
a aprender de los suizos. Han sido cuidadoso; que han
mantenido una moneda sólida para las generaciones. Y ahora están pagando
el precio.
Una versión
de este artículo de opinión aparece en la prensa el 16 de enero de 2015, en la
página A27 de la edición de Nueva York con el
titular:. Francos, el miedo y la locura Solicitar reimpresiones | Papel de hoy
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Ah, Suiza,
famosa por los relojes de cuco y la moneda fuerte. Puede que otros países
experimenten con las políticas económicas radicales, pero con los suizos uno no
se lleva sorpresas.
Hasta que se
las lleva. El jueves, el Banco Nacional Suizo,
el equivalente a la Reserva Federal, sorprendió al mundo financiero con un
doble revés, al abandonar su política de vincular el franco suizo al euro y, al
mismo tiempo, rebajar el tipo de interés que paga por las reservas bancarias
hasta alcanzar una cifra negativa, -0,75 %. Acto seguido, en los mercados estalló la tormenta.
Y hay buenos
motivos para sentir un escalofrío de temor, aun cuando
nuestras finanzas no se vean afectadas directamente por el valor del franco.
La razón es
que las tribulaciones monetarias de Suiza son una ilustración en miniatura de lo difícil que es escapar del torbellino deflacionista que
está arrastrando a gran parte de la economía mundial.
Lo que
necesitan entender es que las normas habituales de la política económica
cambiaron cuando se desencadenó la crisis financiera de
2008; entramos en un mundo paralelo del que todavía no hemos salido.
En muchos casos, las virtudes económicas se
han convertido en vicios: la disposición a ahorrar se convirtió en un lastre
para la inversión; la probidad fiscal, en un camino hacia el estancamiento. Y
en el caso de los suizos, el hecho de ser conocidos por la seguridad de sus
bancos y la fortaleza de su moneda se ha convertido en una gran
responsabilidad.
Así ha
funcionado la cosa: cuando en Grecia empezó la
crisis financiera, a finales de 2009, y otros países europeos se vieron
sometidos a una enorme presión, el capital que iba en busca de un refugio
seguro empezó a entrar a raudales en Suiza.
Esto, a su vez, disparó el franco suizo, lo que tuvo un
efecto devastador para la competitividad de la industria suiza y estuvo a punto
de hundir al país —que ya tenía una inflación y unos
tipos de interés muy bajos— en una deflación
similar a la japonesa.
Así que los
responsables de la política monetaria suiza hicieron todo lo posible por
debilitar su moneda.
Se podría
pensar que es fácil lograr que la moneda se devalúe -no hay más que imprimir
más billetes, ¿no?-, pero en un mundo que acaba de pasar por una crisis, eso no
es nada fácil.
El mero hecho de imprimir billetes y
llenar los bancos con ellos no sirve de nada; el dinero se queda ahí sin más.
Los suizos
probaron con un método más directo: vender francos y
comprar euros en el mercado de divisas, y en el proceso adquirieron una
ingente cantidad de euros. Pero ni siquiera eso surtió efecto.
Entonces, en
2011, el Banco Nacional Suizo probó con una táctica psicológica. “La actual y
enorme sobrevaloración del franco suizo”, declaró, “representa una grave
amenaza para la economía suiza y nos expone al riesgo de precipitarnos hacia la
deflación”. Por tanto, anunció que fijaría un valor mínimo para el euro —1,20 francos suizos— y que, para respetar ese mínimo,
estaba “dispuesto a comprar moneda extranjera en cantidades ilimitadas”. Lo que
sin duda el banco esperaba era que, al trazar esa línea roja, limitaría el
número de euros que de hecho tendría que comprar.
Y,
durante tres años, la táctica funcionó.
Pero, el
jueves, los suizos de repente renunciaron a ella. No sabemos la razón exacta;
nadie que yo conozca se cree la explicación oficial: que
es una respuesta al debilitamiento del euro.
Pero parece
probable que una nueva oleada de capital en busca de
refugio haya hecho que el esfuerzo de mantener el franco devaluado resulte
demasiado costoso.
En mi opinión, los suizos
acaban de cometer un gran error.
Pero, seamos francos —¿francos?—, el destino de Suiza no es el verdadero
problema.
Lo
que de verdad importa es la demostración de lo difícil que resulta luchar
contra las fuerzas deflacionistas que ahora afectan a gran parte del mundo (no solo a Europa y a Japón, sino muy posiblemente también a China). Y aunque la trayectoria de Estados Unidos ha
sido bastante buena durante los últimos trimestres, sería estúpido dar por
sentado que el país es inmune.
Lo que esto
nos está diciendo es que es muy, muy importante no acercarse demasiado al borde
de la deflación; uno podría caerse dentro, y luego es
extremadamente difícil salir.
Esta es una
de las razones por las que recortar drásticamente el
gasto público cuando la economía está deprimida es tan mala idea: no
solo por el coste inmediato que tiene en forma de pérdida de puestos de
trabajo, sino también porque aumenta el riesgo de verse atrapado en una trampa
deflacionista.
Es también
uno de los motivos por los que hay que ser tan cauto al
subir los tipos de interés cuando la inflación está baja, aunque uno no
crea que la deflación sea algo inminente.
Ahora mismo, la gente seria —esa misma gente
seria que, erróneamente, decidió que 2010 era el año en que debíamos olvidarnos
del empleo para preocuparnos por el déficit— parece estar llegando al consenso
de que la Reserva Federal debería empezar a subir los
tipos muy pronto. ¿Pero por qué?
No hay ningún indicio
de aceleramiento de la inflación en los datos actuales, y los
indicadores de la inflación prevista por el mercado están cayendo en picado, lo
que indica que los inversores consideran que hay riesgo
de deflación, aunque la Reserva no lo vea.
Y yo
coincido con el mercado en su preocupación. Si la recuperación de Estados Unidos pierde fuerza, ya sea porque se
contagie de los problemas del exterior o porque nuestras variables
fundamentales no son tan sólidas como creemos, es muy fácil que la restricción
monetaria acabe siendo un acto de absoluta locura.
Así que
aprendamos de los suizos. Han tenido cuidado; llevan generaciones preservando la fortaleza
de su moneda. Y ahora están pagando el precio.
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