El
valle de la desesperación (Paul Krugman se refiere así a la pobreza creciente
del proletariado y pequeña burguesía de los países desarrollados
.)
http://economia.elpais.com/economia/2015/01/02/actualidad/1420212284_325648.html
Los líderes planetarios deben
reconocer que las cosas no van bien para todo el mundo
PAUL
KRUGMAN
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ENE 2015 - 12:56 CET89
Un hombre
pide a la puerta de una sucursal bancaria en Madrid. / GERARD JULIEN (AFP / GETTY)
En 2014, la
creciente desigualdad en los países avanzados recibió por fin la atención
debida cuando El capital en el siglo XXI, de Thomas
Piketty, se convirtió en un inesperado (y merecido) éxito de ventas. Los
sospechosos habituales insisten en su lucrativa negación, pero para todos los
demás es evidente que la renta y la riqueza están más concentradas en el
extremo superior de lo que lo habían estado desde la Belle Époque, y que la
tendencia no da muestras de remitir.
Pero esa
historia trata de lo que ocurre dentro de los países, y por lo tanto, es
incompleta. La verdad es que hay completar el análisis al estilo Piketty con
una visión global, y yo diría que, al hacerlo, se percibe mejor lo bueno, lo
malo, y lo potencialmente muy feo del mundo en que vivimos.
Así que
permítanme sugerirles que echen un vistazo a un excelente gráfico del aumento de los ingresos en el mundo
elaborado por Branko Milanovic, del Centro de Posgrado
de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (al que me incorporaré este
verano).
Lo que
Milanovic muestra es que el aumento de los ingresos desde la caída del Muro de
Berlín ha sido una historia de "cumbres gemelas".
Por
supuesto, los ingresos han crecido en lo más alto a medida que las élites del
mundo se hacían más y más ricas. Pero también ha habido enormes beneficios para
lo que podríamos denominar la clase media mundial, formada en gran parte por
las cada vez más numerosas clases medias de China e
India.
Y digámoslo
claramente: el aumento de las rentas en los países emergentes ha generado
enormes mejoras en el bienestar humano, al sacar a cientos de millones de
personas de la pobreza agobiante y darles una oportunidad de tener una vida
mejor.
Las rentas
de las clases trabajadoras de los países avanzados han crecido mucho más despacio
e incluso han descendido
Y
ahora, las malas noticias.
Entre esas dos cumbres gemelas (la élite mundial cada
vez más rica y la creciente clase media china) se encuentra lo que
podríamos llamar el valle de la desesperación.
Para la
gente alrededor del percentil 20 de la distribución de la renta mundial, los
ingresos han crecido, si acaso, a un ritmo lento.
¿Y
quién es esa gente? Básicamente, las clases trabajadoras de los países
avanzados.
Y aunque los
datos de Milanovic solo lleguen hasta 2008, podemos estar seguros de que, desde
entonces, a ese grupo le ha ido incluso peor, hundido por los efectos del
elevado desempleo, el estancamiento de los salarios y las políticas de
austeridad.
Es más, el
esfuerzo de los trabajadores de los países ricos es, en varios sentidos
importantes, la otra cara de los ingresos por encima y por debajo de ellos. La competencia de las exportaciones de las
economías emergentes sin duda ha sido un factor para el descenso de los
salarios en los países más ricos, aunque no ha sido la fuerza dominante.
Más importante es que el incremento de los ingresos
en la cima se obtuvo en gran medida a
base de exprimir a los que estaban por debajo reduciendo los salarios,
recortando las prestaciones, aplastando a los sindicatos y desviando una parte
cada vez mayor de los recursos nacionales a los trapicheos financieros.
Y, quizá aún
más importante, los ricos ejercen una influencia enormemente desproporcionada
sobre la política.
Las
prioridades de las élites
—la preocupación obsesiva por los déficits presupuestarios, con la consiguiente
supuesta necesidad de cercenar los programas públicos— han contribuido en gran
medida a ahondar el valle de la desesperación.
Así que,
¿quién defiende a los que han quedado atrás en este mundo de cumbres gemelas?
Se podría haber esperado que los partidos convencionales de izquierdas
adoptasen una actitud populista en nombre de las clases trabajadoras de sus
países.
Pero, en
cambio, lo que hemos visto —por parte de líderes que van desde François Hollande en Francia a Ed Miliband en Gran Bretaña,
y, sí, al presidente Obama— es un torpe balbuceo. (Obama, en realidad,
ha hecho mucho por los estadounidenses trabajadores, pero es manifiestamente
negado a la hora de vender sus logros).
Yo diría que
el problema con estos líderes convencionales es
que no se atreven a desafiar las prioridades de las
élites, en particular su obsesión por los déficits públicos, por miedo a
que se les considere irresponsables.
Y eso deja
el campo libre a los líderes no convencionales —algunos de ellos seriamente
alarmantes— que están dispuestos a dar solución a la indignación y la
desesperación de los ciudadanos de a pie.
No es la
primera vez que la mala gestión de una crisis económica por parte de las élites
da pie a peligrosos populismos
Los
izquierdistas griegos que podrían llegar al poder a finales de este mes son
probablemente los menos peligrosos de todos, aunque sus exigencias de que se
alivie la deuda y de que se ponga fin a la austeridad pueden provocar un tenso
pulso con Bruselas.
En otros
lugares, sin embargo, observamos el ascenso de partidos nacionalistas y
contrarios a los inmigrantes, como el Frente Nacional en Francia o el Partido
de la Independencia de Reino Unido (UKIP, en sus siglas en inglés) en Gran
Bretaña. Y hay gente todavía peor esperando entre bastidores.
Todo esto hace pensar en algunas
analogías históricas desagradables.
Recordemos
que esta es la segunda vez que hemos experimentado una crisis financiera global
seguida por una prolongada recesión en todo el mundo. Entonces, como ahora,
cualquier respuesta eficaz a la crisis fue bloqueada por las élites que exigían
presupuestos equilibrados y divisas estables. Y el resultado final fue dejar el
poder en manos de personas, por así decirlo, no muy agradables.
No estoy
insinuando que estemos al borde de repetir al pie de la letra la década de
1930, pero sí que afirmaría que los líderes políticos y de opinión tienen que
afrontar el hecho de que nuestro actual sistema mundial no está funcionando
bien para todos.
Es
fantástico para la élite
y ha sido muy positivo para los países emergentes, pero
el valle de la desesperación es algo muy real.
Y
van a pasar cosas malas
si no hacemos algo al respecto.
Paul
Krugman, galardonado en 2008 con el premio del Banco de Suecia en homenaje a Alfred Nobel, es
profesor de Economía de la Universidad de Princeton.
Traducción
de News Clips.
………………………………..
Un
gráfico que explica la reciente historia económica
http://www.blogscapitalbolsa.com/article/1872/un_grafico_que_explica_la_reciente_historia_economica.html
Aquí tenemos
un gráfico fantástico que básicamente explica toda la historia económica. Fue
twitteado y publicado por James Plunkett (recogido de
Business Insider) y se basa en un gráfico del economista Branko
Milanovic. Lo que muestra es el crecimiento de los ingresos mundiales entre
1988 y 2008 para cada percentil de ingresos.
El gráfico
permite ver cómo diversos grupos de ingresos han prosperado o se han estancado
en los últimos decenios (que se detiene en 2008, pero podríamos suponer que el
gráfico no se vería muy diferente en este momento).
En el
gráfico se puede ver cómo bajos percentiles de ingresos
han experimentado un crecimiento monstruoso desde finales de los años 80.
Este crecimiento representa a las economías emergentes y el aumento de la clase media china.
Después de observa la clase media en el mundo desarrollado, que no ha mostrado
ningún crecimiento en las últimas décadas (algo que explica la actual
desigualdad)
También se
puede ver la subida de la ultra-elite, el 1%,
que lo ha hecho fantásticamente bien durante todo este tiempo.
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