Brasil
necesita devaluar este 2015 en aproximadamente 200% y ponerlo en 8 reales por dólar para sacar de la
crisis a sus empresas exportadoras estrellas, ya que Rousseff
enfrenta un segundo mandato con más retos que el primero
Nota del autor del blog: el lector
se preguntara ¿y el pueblo? ¿Que pasara con él? Pues, pasara lo que siempre pasa,
nada. Cuando hay bonanza económica estos países dependientes de la economía de países
occidentales solo reparten limosnas
¿Y de donde saco el cálculo del 200 %?
en el año 1999 creó Argentina tenía un
peso que valía un dólar y también valía un real brasileño algo así, entonces Brasil
devalúa de golpe por 2 ósea un dólar paso a valer 2 reales y eso afecto muy seriamente
a Argentina en su comercio bilateral del Mercosur y al final fue tal la crisis en Argentina que decidió no
pagar los US$ 100,000 millones que debía. .
Entonces ahora un dólar vale 8,58 pesos Argentinos
y un real brasileño vale 2,69 , así, si
sigo con la misma lógica para que estén igual debiera multiplicar por 3 ese
2,69
2,69 x 3 = 8,07
Tal vez diga que no estaba en 1 real
por dólar sino en 1,21 , pero este año también debe devaluar Argentina más aun. creom el dolar de la calle esta en 11 o 13 pesos
Vea
el último gráfico de la convertibilidad del real con el dólar entre 1990 y 2000
Crisis
del real
http://www.angelvila.eu/Publicaciones_PDF/Devaluacion_Real_Brasileno.pdf
Rousseff
enfrenta un segundo mandato con más retos que el primero
http://lat.wsj.com/articles/SB10395501191793983410904580373363229618420?tesla=y&mg=reno64-wsj&url=http://online.wsj.com/article/SB10395501191793983410904580373363229618420.html
Rogerio
Jelmayer,
Paulo
Trevisani y
Jeff
Lewis
jueves,
1 de enero de 2015 13:09 EDT
La
presidenta Dilma Rousseff debe reencausar una economía que ha tocado fondo. Agence France-Presse/Getty Images
SÃO
PAULO—La presidenta
brasileña Dilma Rousseff asume su segundo mandato el jueves, sin la buena voluntad
política ni el sólido crecimiento económico que heredó hace cuatro años.
Con el auge
de los commodities en el pasado, la economía de Brasil ha tocado fondo. A
diferencia de la fuerte expansión de programas sociales que marcaron los
primeros cuatro años de Rousseff, su gobierno ahora parece tener la intención
de ajustarse el cinturón para cerrar una importante brecha presupuestaria.
La semana
pasada, el gobierno anunció una serie de medidas para reducir el desempleo y
los beneficios de jubilaciones.
Su nuevo equipo económico promete más
recortes y los impuestos están por aumentar.
Es un revés
significativo para un país que en 2010 reportó un
crecimiento del PIB de 7,5%, lo que convirtió a Brasil en una estrella
entre los mercados emergentes. El fuerte gasto fiscal, una crisis financiera
global y lo que según los críticos fueron pasos económicos fallidos del
gobierno —como una intervención, gasto y proteccionismo
excesivos del gobierno, por parte del gobierno de Rousseff han pasado factura.
Después de
la crisis financiera global, “Brasil tomó muchas buenas medidas… con una
muy fuerte intervención en la economía”, dijo Thomas
J. Trebat, director de Columbia Global Centers, que vive en Rio de
Janeiro.
“Pero mantuvieron
(esas) políticas por mucho tiempo. Parte de lo que (Rousseff) está haciendo
ahora es reconocer ese error”.
Las cuentas
fiscales brasileñas ahora están tan mal que el país tiene problemas para
conservar su calificación de grado de inversión tras una rebaja este año.
“El gobierno de Dilma
está enfrentando una realidad distinta comparada con el primer año de su
mandato”, dijo Flavio Serrano, economista de BES Investimento en São Paulo.
El mayor
reto de Rousseff en los próximos meses es un escándalo de corrupción en la
estatal Petróleo Brasileiro S.A., o Petrobras,
que se está convirtiendo en el más audaz de la historia del país.
Autoridades
alegan que ejecutivos de Petrobras
conspiraron con firmas de construcción para inflar el costo de contratos,
embolsándose parte de las ganancias y pagando coimas al Partido de los
Trabajadores de Rousseff y sus aliados.
El director
del ente controlador del presupuesto en Brasil afirmó en noviembre que la red
podría haber extraído hasta 4.000 millones de reales
(US$1.500 millones) de las arcas de la empresa.
El escándalo
ya derivó en cargos contra 36 sospechosos
incluidos dos ex funcionarios de Petrobras y más de 20
ejecutivos de las mayores firmas constructoras
de Brasil.
Rousseff no
ha sido implicada, y líderes de su partido han negado las acusaciones de
participación.
Pero el caso
podría explotar en febrero, cuando se prevé que
los fiscales comiencen a procesar a los políticos. Una investigación del
Congreso ya recomendó acusar a algunos de los colaboradores más cercanos de la
presidenta.
“En la
agenda de Dilma, febrero tiene una sola anotación: ‘crisis’”, sostuvo Leonardo Barreto, un profesor de ciencia política de
la Universidad de Brasilia. “No hay precedentes sobre lo que pasará
después”.
Las
acusaciones de corrupción han envalentonado a los opositores políticos de
Rousseff, quienes han pedido otra investigación del Congreso sobre el caso
Petrobras.
Protegida
del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, Rousseff
pasó apuros durante su primer mandato de cuatro años. Incluso con su amplia
coalición en el Congreso, la presidenta a veces tuvo que esforzarse para
conseguir la aprobación de proyectos de ley polémicos.
Su segundo
mandato promete ser aún más difícil. Rousseff consiguió una ajustada victoria
en las elecciones de octubre, apelando a publicidad que atacaba a sus
oponentes. De todos modos, su partido y la mayoría de sus partidos aliados
perdieron escaños en el Congreso.
Aunque las
coaliciones cercanas al gobierno aún tienen mayorías en ambas cámaras, esta vez
la animosidad que quedó tras las cerradas elecciones podría complicar la
capacidad de Rousseff de controlar las facciones a menudo escandalosas.
“Dilma enfrentará un
Congreso más dividido, junto con un Partido de los Trabajadores más dividido”, afirmó David
Fleischer, un analista político de Brasilia.
“Eso significa que su
equipo económico podría tener problemas para aprobar medidas fiscales
impopulares, como recortes al gasto”.
Los
brasileños ya sienten los efectos de la inflación
que bordea el 6,5%, así como los aumentos de
tasas de interés que han impulsado el costo de hipotecas, préstamos automotores
y tarjetas de crédito.
Ahora, en un
eco de las protestas que llevaron a más de un millón de brasileños a
manifestarse en las calles el año pasado, una nueva amenaza se cierne sobre el
precio del transporte público.
Las
manifestaciones de junio de 2013 comenzaron como una protesta contra aumentos
de tarifas en los atestados autobuses y metros del país, y luego se
convirtieron en una expresión de la indignación general sobre la mala calidad
de los servicios públicos de Brasil y las percepciones de corrupción
generalizada en el gobierno.
La respuesta
de los funcionarios fue cancelar los aumentos. Pero cuando hay menos dólares
federales para los gobiernos municipales debido al bajón económico, las
ciudades planean aumentos de tarifas para el próximo año.
En São Paulo, el gobierno local anunció aumentos de hasta 17% para algunos viajes en los autobuses y
metros el año próximo. Algunos grupos ya piden nuevas protestas como las
de 2013. Los usuarios del sistema de transporte público están enojados.
“Es un mal chiste leer
que van a aumentar los precios y ver en televisión que robaron millones de
Petrobras”, dijo
Maria Aparecida Costa, de 42 años, una recepcionista de São Paulo que viaja en
autobús. “Si Dilma pasara más tiempo combatiendo la corrupción, el gobierno no
necesitaría reducir el gasto porque mucho dinero se pierde con esos ladrones”.
Nota del autor del blog: creo más
risa dará elevar las tarifas en 17% en el transporte público cuando el
precio de los combustibles internacionales
se ha reducido en 50 %.
Me da curiosidad en ver que excusa darán.
Considerando
las numerosas dificultades que enfrenta Rousseff, incluyendo pedidos de
impugnación por parte de algunos críticos, la pregunta para muchos analistas es
si podrá de algún modo convertir esos desafíos en una ventaja.
Una ex líder
guerrillera, Rousseff mostró durante las elecciones que tiene la capacidad de
cambiar de táctica cuando es necesario para vencer a sus adversarios.
La
presidenta prometió purgar Petrobras y forjar un “gran pacto nacional” contra
la corrupción. El hecho de que haya nombrado un ministro de Hacienda pro
mercado, el ejecutivo bancario Joaquim Levy, dio ánimos a algunos analistas
sobre la capacidad de Brasil de recuperar su impulso económico.
“Tiene una oportunidad
de cambiar el rumbo de la economía, de llevar a Brasil en la dirección
correcta”, dijo
Peter Hakim, presidente emérito del centro de estudios Inter-American Dialogue,
en Washington. Rousseff ahora tiene “el equipo adecuado en la cancha, pero
deben comenzar a notar algunos goles”, dijo.
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