¿Anuncian
de mentiritas una emisión inorgánica de dinero en la eurozona (US$1000,000,000,000 ) o sera cierto? tal vez
para evitar que gane Syriza , en Grecia
Nota del autor del blog: Una vez que
pierda syriza y gane Samaras o el otro
candidato dirán que lo van a pensar
mejor o será de solo 6 meses o algo así.
La nota dice que será por 35,000 millones al
mes ¿euros? x 24 meses ósea
840,000 euros x 1,17 dólares /euros
= US$ 982,000 aprox un billón de dólares.
Aunque la emisión europea puedes ser cierta ya que Japón si lo esta haciendo y lo volverá a hacer EEUU
Draghi
se acerca a su Día D
http://economia.elpais.com/economia/2015/01/17/actualidad/1421529316_697978.html
El BCE activa el jueves las compras
masivas de deuda
Adquirirá
unos 35.000 millones al mes hasta bien entrado 2016
CLAUDI
PÉREZ 17 ENE 2015 -
22:15 CET6
El
presidente del BCE, Mario Draghi, llega a una rueda de prensa en la sede
central del banco, en Fráncfort / THOMAS LOHNES
(GETTY IMAGES)
Un romano
sabe perfectamente lo que supone cruzar el Rubicón. Ningún norteamericano
ignora la trascendencia del Día D.
Un alemán
siempre tendrá claro que el peor banquero central de la historia trabajó en
Berlín en el primer tercio del olvidado siglo XX, y que los errores que cometió
no pueden repetirse.
Mario
Draghi nació en Roma, se
formó en EE UU y trabajó para el mayor banco de inversión norteamericano, y
ahora dirige desde Fráncfort los destinos del BCE,
heredero del Bundesbank.
Con todo ese
bagaje a cuestas, Draghi cruzará el jueves —Día D para la política europea— su
particular Rubicón: se embarcará en un programa de compra masiva de deuda
pública, para disgusto del establishment económico alemán.
El objetivo
es sacar a Europa de un extraño delirio del que no sabe cómo despertar y que combina
riesgos de deflación, una recuperación
de cartón piedra, un paro en máximos, un empacho de deuda que la banca no
termina de digerir y, en fin, una enfermedad económica que se metamorfosea
peligrosamente en crisis política y social.
Llegó la
hora del BCE, que lleva años posponiendo esa decisión por una mezcla de presión
política, fallos de diseño del euro y timidez o conservadurismo o quién sabe
exactamente qué.
Se acabó el
tabú: Europa comprará bonos a gran escala, como
hicieron hace un lustro EE UU y Reino Unido.
Es el fin de
una era: el BCE se convierte en un banco central normal, menos marcado por los
traumas alemanes, y envía una señal fortísima: Draghi no iba de farol cuando
pronunció aquel haré todo lo necesario que cambió el curso de la crisis del
euro.
Fráncfort
busca no compartir riesgos si hay quitas
La
inflación entró en territorio negativo en diciembre y el BCE ha agotado sus armas
convencionales.
Draghi ha
probado un sinfín de medidas extraordinarias sin éxito.
Estamos ante
un mundo nuevo: nada funciona igual con los tipos de
interés al 0%, y no quedan más balas en la recámara que el botón nuclear
del quantitative easing (QE), algo que los
banqueros centrales comparan con lanzar billetes desde un helicóptero, o darle
a la máquina de imprimir papel moneda.
En realidad
es algo más mundano: se trata de
expulsar a los inversores del mercado de bonos para que coloquen su dinero
en otros lugares, en un peligroso viaje que persigue que al final los bancos presten, las empresas inviertan, la gente
gaste y la máquina de la economía vuelva a engrasarse.
Si sale bien, el crecimiento volverá y la inflación regresará a niveles normales;
si
sale mal, el peligro son
las burbujas y la vuelta de la inflación, esa reliquia de los años ochenta.
Los detalles
del programa en cuestión se guardan celosamente en Fráncfort.
Pero las
fuentes consultadas, con las reservas propias de estas ocasiones, tienen claros
los aspectos principales.
El
BCE comprará activos por valor de unos 35.000 millones mensuales durante un plazo de 18 a 24 meses, hasta bien entrado 2016; probablemente
el programa estará vinculado a las barras libres de liquidez, que expiran en
septiembre de ese año.
El tamaño de
las compras de deuda sobrepasará el medio billón de euros, y combinadas con las
de activos privados el objetivo es elevar el balance
del BCE en un billón de euros.
El
banco central comprará todo tipo de bonos dentro del grado de inversión, salvo en los países rescatados, que
deberán garantizar la continuidad de los rescates.
Se adquirirá deuda de todos los
países en función de su peso en el Eurosistema: España
supone el 12%, Italia el 18% y Alemania el 30%.
A partir de
ahí todo es más difuso: Financial Times y Der Spiegel han publicado
que las presiones alemanas obligan a limitar la mutualización de riesgos; según
esa versión, Draghi ha aceptado que sean los bancos centrales nacionales
quienes compren la deuda de cada país, de manera que cada cual asuma sus
pérdidas si las hay.
Sin embargo,
las fuentes consultadas cuentan otra historia: Draghi se habría decantado por
una fórmula híbrida, en la que los bancos centrales nacionales compran la
mayoría de los títulos, pero el riesgo se comparte
salvo en el caso de quitas de deuda.
Y aseguraron
que la cifra global, esos 500.000 millones, se deja abierta a posteriores revisiones.
El volumen
total de la operación superará el medio billón de euros
Los expertos
consultados tienen opiniones dispares. “El BCE llega tarde y se quedará corto”, vaticina
Charles Wyplosz, del Graduate Institute. “El
QE es solo condición necesaria para que Europa deje de estrellarse contra las
rocas de la crisis: va a ayudar y de hecho ya ha ayudado porque tanto el euro
como los tipos de interés ya descuentan sus efectos, pero debería ir acompañado
de un estímulo fiscal”, apunta Paul de Grauwe,
de la London School.
Huw
Pill, de Goldman Sachs,
añade que “cualquier cifra por debajo del medio billón sería un desastre en los
mercados, que esperan con nerviosismo el anuncio”, pero dice que lo más
importante “es el ritmo de las compras”.
“En Europa es
imprescindible una señal inequívoca. Es improbable que, fuera de los mercados,
el programa tenga un impacto sustancial. Pero puede suponer mejoras por la vía
de la cotización del euro, y sobre todo de la confianza. Necesitamos al mejor
Draghi”. Charles
Goodhart, una autoridad en materia de banca central, carga contra los
escépticos: “El primer QE funcionó en EE UU. Aquí no será tan efectivo porque la
eurozona es más bancocéntrica, y en la banca aún hay problemas. Draghi está
explorando sus límites pese a las presiones: su labor es excelente”.
“Europa no está en riesgo
de deflación: está en deflación”, señala el historiador Barry
Eichengreen, que ve en la rueda de prensa del jueves una suerte de
examen final: “Draghi debe evitar cualquier mensaje negativo para la integración
monetaria; pero el peor mensaje sería no hacer nada y dejar que la deflación
corroa la eurozona. Es posible que sea necesaria una segunda ronda de QE”.
Francesco Papadia, exejecutivo del BCE, destaca que el Eurobanco “se ha
resignado a actuar”, pero confía en que Draghi “sorprenda con un anuncio
impactante, a la vista de que la inflación es inconsistente con su mandato”.
En Berlín se
oyen críticas feroces al plan de adquisición de bonos
La eurozona
suele reaccionar a regañadientes, cuando no queda ningún otro remedio, a una
escala inadecuada para el tamaño del problema. Y en medio de feroces críticas
de Berlín cuando alguien se desvía de la ortodoxia: la cancillería ha expresado
su escepticismo, así como el Bundesbank; el QE “reduce la capacidad de los
mercados para imponer a los Estados las reformas necesarias”, según Jens
Weidmann. Hans-Werner Sinn, el economista más influyente del país, ataca por
esa línea: “El Sur hinchó burbujas y perdió competitividad durante años; para
darle la vuelta a eso debe haber deflación allí combinada con inflación en el
Norte, o salidas del euro y devaluaciones. El QE solo alivia el dolor y pospone
el ajuste”. Sinn censura la política del BCE: “Es incompatible con los
Tratados”. “Al reducir artificialmente los intereses invita a los países a
endeudarse más para no acometer dolorosas reformas sociales. Pero no está claro
que Maastricht permita al BCE manipular el tipo de cambio y generar inflación”,
dice a este diario en un papirotazo final.
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