El
fin de la televisión de masas y el predomino de la televisión personalizada y
el dominio de los medios de información por conglomerados norteamericanos como Google, Facebook, YouTube, Twitter, Yahoo!,
Apple, Amazon, etc
http://www.monde-diplomatique.es/?url=editorial/0000856412872168186811102294251000/editorial/?articulo=72f359bb-21c8-44f0-81ad-9581d81c50e1
Nº:
231 Enero 2015
Ignacio
Ramonet
La
televisión sigue cambiando rápidamente. Esencialmente por las nuevas prácticas
de acceso a los contenidos audiovisuales que observamos sobre todo entre las
jóvenes generaciones.
Todos los
estudios realizados sobre las nuevas prácticas de uso de la televisión en
Estados Unidos y en Europa indican un cambio acelerado.
Los jóvenes
televidentes pasan del consumo “lineal” de TV hacia un consumo en “diferido” y
“a la carta” en una “segunda pantalla” (ordenador, tablet, smartphone).
De receptores pasivos, los ciudadanos están
pasando a ser, mediante el uso masivo de las redes sociales,
“productores-difusores”, o productores-consumidores (prosumers).
En los
primeros años de la televisión, el comportamiento tradicional del telespectador
era mirar los programas directamente en la pantalla de su televisor de salón,
manteniéndose a menudo fiel a una misma (y casi única) cadena.
Con el
tiempo todo eso cambió. Y llegó la era digital. En la televisión analógica ya
no cabían más cadenas y no existía posibilidad física para añadir nuevos
canales, porque un bloque de frecuencia de seis megahercios equivale a una sola
señal, un solo canal. Pero con la digitalización, el espectro radioeléctrico se
fracciona y se optimiza. Por cada frecuencia de 6 MHz, en vez de una sola
cadena, se pueden ahora transmitir hasta seis u ocho señales, y se multiplica
de ese modo la cantidad de canales. Donde antes, en una zona había siete, ocho
o diez canales, ahora hay cincuenta, sesenta, setenta o centenares de canales
digitales...
Esa
explosión del número de cadenas disponibles, particularmente por cable y
satélite, dejó obsoleta la fidelidad del telespectador a un canal de
preferencia y suprimió la linealidad. Como en el restaurante, se abandonó la
fórmula del menú único para consumir platos a la carta, simplemente zapeando
con el mando a distancia entre la nueva multitud de canales.
La invención
de la Web –hace 25 años– favoreció el desarrollo de Internet y el surgimiento
de lo que llamamos la “sociedad conectada” mediante toda clase de links y
enlaces, desde el correo electrónico hasta las diferentes redes sociales (Facebook, Twitter, etc.) y mensajerías de
texto y de imagen (WhatsApp, Instagram, etc.). La multiplicación de las nuevas
pantallas, ahora nómadas (ordenadores portátiles, tablets, smartphones), ha
cambiado totalmente las reglas del juego.
La
televisión está dejando de ser progresivamente una herramienta de masas para
convertirse en un medio de comunicación consumido individualmente, a través de
diversas plataformas, de forma diferida y personalizada.
Esta forma
diferida se alimenta en particular en los sitios de replay de los propios
canales de televisión, que permiten, vía Internet, un acceso no lineal a los
programas. Estamos presenciando el surgimiento de un público que conoce los
programas y las emisiones pero no conoce forzosamente la parrilla, ni siquiera
el canal de difusión al que pertenecen esos programas originalmente.
A esta
oferta, ya muy abundante, se le suman ahora los canales online de la Galaxia
Internet. Por ejemplo, las decenas de cadenas que YouTube
difunde, o los sitios de vídeo alquilados a la carta. Hasta el punto de que ya
no sabemos siquiera lo que la palabra televisión significa. Reed Hastings,
director de Netflix, el gigante estadounidense
del vídeo en línea (con más de 50 millones de suscriptores), declaró
recientemente que "la televisión lineal habrá desaparecido en veinte años porque
todos los programas estarán disponibles en Internet". Es posible,
pero no es seguro.
También están desapareciendo los
propios televisores.
En los
aviones de la compañía aérea American Airlines,
por ejemplo, los pasajeros de clase ejecutiva ya no disponen de pantallas de
televisión, ni individuales, ni colectivas. Ahora, a cada viajero se le entrega
una tablet para que él mismo se haga su propio programa y se instale con el
dispositivo como mejor le convenga (acostado, por ejemplo).
En
Norvegian Air Shuttle
van más lejos, no hay pantallas de televisión en el avión, ni tampoco entregan
tablets, pero el avión posee wi-fi y la empresa parte del principio de que cada
viajero lleva una pantalla (un ordenador portátil, o tablet, o smartphone) y
que basta pues con que se conecte, en vuelo, al sitio web de la Norvegian para
ver películas, o series, o emisiones de televisión, o leer los periódicos (que
ya no se reparten...).
Jeffrey
Cole, un profesor
estadounidense de la Universidad UCLA, experto
en medios en Internet y redes sociales, confirma que la televisión se verá cada
vez más por la Red. Nos dice:
“En la sociedad
conectada la television sobrevivirá, pero disminuirá su protagonismo social;
mientras que las industrias cinematográfica y musical podrían desvanecerse”.
Sin embargo Jeffrey Cole es mucho más optimista que el patrón de
Netflix, ya que afirma que, en los próximos años, el promedio de tiempo
consagrado a la televisión pasará de entre 16 a 48 horas a la semana
actualmente, hasta 60 horas, dado que la televisión, dice Cole, “va saliendo de la casa” y se podrá ver “en
todo momento”, gracias a cualquier dispositivo-con-pantalla, con sólo
conectarse a Internet o mediante la nueva telefonía 5G.
También hay
que contar con la competencia de las redes sociales. Según el último informe de
Facebook, casi el 30%
de los adultos de EE UU se informa a través de Facebook
y el 20% del tráfico de las noticias proviene de esa red social. Mark
Zuckerberg afirmó hace unos días, que el futuro de Facebook será en vídeo:
“Hace cinco años, la
mayor parte del contenido de Facebook era texto, ahora evoluciona hacia el vídeo
porque cada vez es más sencillo grabar y compartir”.
Por su
parte, tambien Twitter está cambiando de estrategia: y está pasando del texto
al vídeo.
En un
reciente encuentro con los analistas bursátiles de Wall
Street, Dick Costolo, el consejero delegado de Twitter, reveló los
planes del futuro próximo de esa red social: “2015 –dijo– será el año del vídeo
en Twitter”. Para los usuarios más antiguos, eso tiene sabor a traición.
Pero según
Costolo, el texto, su esencia, los célebres 140 caracteres iniciales, está
perdiendo relevancia. Y Twitter quiere ser el ganador en la batalla del vídeo
en los teléfonos móviles.
Según los
planes de la dirección de Twitter, se pueden subir vídeos desde el móvil a la
red social a partir de ahora, a comienzos de 2015. Se pasará de los escasos
seis segundos actuales (que permite la aplicación Vine), a añadir un vídeo, tan
largo como sea, directamente en el mensaje.
Google también quiere ahora difundir
contenidos visuales destinados a su gigantesca clientela de más de mil trescientos millones de usuarios que consumen unos
seis mil millones de horas de vídeo cada mes... Por eso Google compró YouTube.
Con más de 130 millones de visitantes únicos al mes, en Estados Unidos, YouTube
tiene una audiencia superior a la de Yahoo! En Estados Unidos, los 25
principales canales online de YouTube tienen más de un millon de visitantes
únicos a la semana.
YouTube ya capta más
jóvenes de entre 18 y 34 años que cualquier otro canal estadounidense de
televisión por cable.
La
apuesta de Google es que el vídeo en Internet va a terminar poco a poco con la
televisión. John
Farrell, director de YouTube en América del Sur, prevé que el 75% de los contenidos audiovisuales serán consumidos vía
Internet en 2020.
En Canadá, por ejemplo, el vídeo en Internet ya está a
punto de sustituir a la televisión como medio de consumo masivo. Según un
estudio de la empresa de sondeos Ipsos Reid and M Consulting “el
80% de los canadienses reconocen que cada vez ven más vídeos en línea en la
Red”, lo que significa que, con semejante masa crítica (¡80%!), se acerca el momento en que los canadienses
verán más vídeos y programas en línea que en la televisión.
Todos estos
cambios se perciben claramente no sólo en los países ricos y desarrollados.
También se ven en América
Latina. Por ejemplo, los resultados de un estudio, realizado por la investigadora mexicana Ana Cristina Covarrubias (directora de
la empresa Pulso Mercadológico) confirman que la Red y el ciberespacio
están cambiando aceleradamente los modelos de uso de los medios de
comunicación, y en particular de la televisión, en México.
La encuesta
se refiere exclusivamente a los habitantes del Distrito Federal de México y
concierne a dos grupos precisos de población: 1) jóvenes de 15 a 19 años; 2) la
generación anterior, padres de familia de entre 35 y 55 años de edad con hijos
de 15 a 19 años. Los resultados revelan las siguientes tendencias:
1) tanto en
el grupo de los jóvenes como en la generación anterior, las nuevas tecnologías
han penetrado ya en elevada proporción: el 77% posee teléfono móvil, el 74%
ordenador, el 21% tablet, y el 80% tiene acceso a Internet.
2) El uso de
la televisión abierta y gratuita está bajando y se sitúa apenas en el 69%,
mientras que el de la televisión de pago está subiendo y ya alcanza casi el
50%.
3) Por otra
parte, aproximadamente la mitad de los que ven la televisión (29%), usan el
televisor como pantalla para ver películas que no son de la programación
televisiva, ven DVD/Blu-ray o Internet/Netflix.
4) El tiempo
de uso diario del teléfono móvil es el más alto de todos los aparatos digitales
de comunicación. El móvil registra 3 horas 45 minutos. El ordenador tiene un
tiempo de uso diario de dos horas y 16 minutos, la tablet de una hora y 25
minutos; y la televisión de apenas dos horas y 17 minutos.
5) El tiempo
de visita a redes sociales, es de 138 minutos diarios para Facebook, 137 para
WhatsApp; en cambio para la televisión es de sólo 133 minutos. Si se suman
todos los tiempos de visitas a las redes sociales, el tiempo de exposición
diaria a las redes es de 480 minutos, equivalentes a 8 horas diarias, mientras
el de la televisión es de sólo 133 minutos, equivalentes a 2 horas y 13
minutos. La tendencia indica claramente que el tiempo dedicado a la televisión
ha sido rebasado, ampliamente, por el tiempo dedicado a las redes sociales.
La era
digital y la sociedad conectada son ya pues realidades para varios grupos
sociales en la Ciudad de México. Y una de sus principales consecuencias es el
declive de la atracción por la televisión, especialmente la que emite en
abierto, como resultado del acceso a los nuevos formatos de comunicación y a
los contenidos que ofrecen los medios digitales. El gran monopolio del
entretenimiento que era la televisión en abierto está dejando de serlo para
ceder espacio a los medios digitales. Cuando antes un cantante popular, por
ejemplo, en una emisión estelar de sábado por la noche, podía ser visto por
varios millones de telespectadores (unos 20 millones en España), ahora ese
mismo cantante tiene que pasar por 20 canales diferentes para ser visto a lo
sumo por 1 millón de televidentes.
De ahora en
adelante, el televisor estará cada vez
más conectado a Internet (es ya el caso en Francia para el 47% de los jóvenes
de entre 15 y 24 años).
El televisor
se reduce a una mera pantalla grande de confort, simple extensión de la Web que
busca los programas en el ciberespacio y en Cloud (“Nube”).
Los únicos momentos masivos de
audiencia en vivo,
de “sincronización social” que siguen reuniendo a millones de telespectadores, serán entonces los noticiarios en caso de actualidad nacional
o internacional espectacular (elecciones,
catástrofes, atentados, etc.), los grandes eventos deportivos o las finales
de juegos de emisiones de tipo reality show.
Todo esto no
es únicamente un cambio tecnológico. No es sólo una técnica, la digital, que
sustituye a otra, la analógica, o Internet que sustituye a la televisión.
Esto tiene implicaciones de muchos
órdenes.
Algunas positivas: las redes sociales, por
ejemplo, favorecen el intercambio rápido de información, ayudan a la
organización de los movimientos sociales, permiten la verificación de la
información, como es el caso de WikiLeaks... No cabe duda de que los aspectos
positivos son numerosos e importantes.
Pero también
hay que considerar que el hecho de que Internet esté tomando el poder en las
comunicaciones de masas significa que las grandes empresas de la Galaxia
Internet –o sea, Google, Facebook, YouTube,
Twitter, Yahoo!, Apple, Amazon, etc.– todas
ellas estadounidenses (lo cual en sí mismo ya constituye un problema...)
están dominando la información
planetaria.
Marshall
McLuhan decía que “el
medio es el mensaje”, y la cuestión que se plantea ahora es: ¿cuál es el medio?
Cuando veo un programa de televisión en la web, ¿cuál es el medio? ¿la
televisión o Internet? Y en función de eso, ¿cuál es el mensaje?
Sobre todo,
como reveló Edward Snowden y como afirma Julian Assange en su nuevo libro
Cuando Google encontró a WikiLeaks (1), todas
esas mega-empresas acumulan información sobre cada uno de nosotros cada vez
que utilizamos la Red.
Información
que comercializan vendiéndola a otras empresas.
O también cediéndola a las agencias de
inteligencia de Estados Unidos, en particular a la Agencia Nacional de
Seguridad, la temible NSA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario