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martes, 23 de diciembre de 2014

Un análisis del WSJ sobre la situación actual y futura del precio del petróleo.



Un análisis del WSJ sobre  la situación actual y futura del precio del petróleo.


Detrás de la decisión de Arabia Saudita de mantener la producción del petróleo

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Arabia Saudita y la OPEP decidieron no recortar su producción de crudo para no perder cuota de mercado a EE.UU. y otros competidores



Por

Jay Solomon, en Washington, y

Summer Said, en Dubai

martes, 23 de diciembre de 2014 19:26 EDT




El ministro petrolero de Arabia Saudita Ali al-Naimi (izquierda) habla con el ministro de energía de los Emiratos Árabes Unidos Suhail bin Mohamed al-Mazroui. Agence France-Presse/Getty Images



A principios de octubre, el representante de Arabia Saudita en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) sorprendió a los presentes en un seminario en Nueva York al revelar que su país estaba dispuesto a dejar que los precios de la energía cayeran.

El mensaje de Nasser al-Dossary rompió con la ortodoxia saudita que durante décadas buscó mantener los precios altos mediante la limitación de la producción petrolera global, indicaron personas al tanto de la sesión. Esto sentó las bases para que las autoridades petroleras de Arabia Saudita suscitaran un desplome de los precios del crudo a fines del mes pasado tras persuadir a otros miembros de la OPEP a que mantuvieran su producción estable.

Países golpeados por la decisión, como Irán, Rusia y Venezuela, sospecharon que era un esfuerzo coordinado entre el reino y su aliado de larga data, Estados Unidos, para debilitar las economías y la postura geopolítica de sus enemigos.

Sin embargo, la historia de la nueva estrategia petrolera de Arabia Saudita, reconstruida a través de entrevistas con autoridades de Medio Oriente, EE.UU. y Europa, no se trata de la vieja alianza. Es más bien la historia de una naciente rivalidad, impulsada por lo que Arabia Saudita percibe como una amenaza por parte de las empresas de energía estadounidenses, indicaron estos funcionarios.

El petróleo de esquisto en lugares como Texas y Dakota del Norte ha impulsado la producción estadounidense, sustituyendo las exportaciones a EE.UU. de los miembros de la OPEP y expandiendo la sobreoferta global.

El mensaje de Dossary en octubre fue una señal de un desafío directo a las firmas energéticas de América del Norte, que la monarquía cree han avivado un exceso en el suministro, afirmaron las fuentes con conocimiento de la sesión.

Las autoridades sauditas estaban convencidas de que no podían apuntalar los precios del petróleo por sí solos ante la nueva abundancia del crudo. Además, concluyeron que muchos miembros de la OPEP se resistirían a hacer considerables recortes, al igual que grandes productores que no pertenecen al grupo, como México y Rusia. Si sólo Arabia Saudita recortaba la producción, temían las autoridades del país, otros productores aprovecharían para arrebatar cuota de mercado.

El ministro de Petróleo saudita, Ali al-Naimi, puso a prueba su conclusión 48 horas antes de la decisión de la OPEP del 27 de noviembre, al reunirse en Viena con los líderes de varios grandes países productores para coordinar un recorte en la producción. Como había sospechado, no pudo obtener un acuerdo, indicaron fuentes al tanto.

La opción que quedó fue dejar que los precios cayeran para determinar por cuánto tiempo, y a qué niveles, los productores de esquisto estadounidenses podrían seguir extrayendo.

La decisión del 27 de noviembre de la OPEP contribuyó a la caída del crudo a menos de US$60 el barril, frente a US$100 hace unos seis meses, aunque generó desacuerdo entre los miembros de la OPEP —y otros países productores— cuyas arcas se habían beneficiado de los altos precios.

Naimi dijo el jueves pasado que Arabia Saudita y la OPEP no tenían otra opción que mantener la producción a los niveles actuales ante la debilidad de los precios.

“En una situación como esta, es difícil, si no imposible para el reino y la OPEP, tomar medidas que podrían resultar en una menor cuota de mercado y mayores cuotas para otros, en momentos en los que es difícil controlar los precios”, dijo el funcionario, según lo citó la agencia de prensa saudita. Naimi no respondió a preguntas. Representantes del Ministerio de Petróleo saudita no quisieron hacer comentarios.


La estrategia saudita forma parte de una importante evolución en la relación de Riad con Washington en la última década. Como aliados cercanos desde la Segunda Guerra Mundial, los países prosperaron conforme el reino proporcionaba un suministro estable de petróleo a cambio de la protección que EE.UU. proveía en sus fronteras.

No obstante, el ascenso de EE.UU. como rival en el sector energético está poniendo a prueba este cimiento de maneras que aún no se aprecian ampliamente, indicaron autoridades estadounidenses y sauditas, como lo han hecho también las grandes diferencias por las políticas estadounidenses en Medio Oriente.

Arabia Saudita está asumiendo un riesgo al dejar que desciendan los precios del crudo, dijeron funcionarios árabes, estadounidenses y europeos.

Las autoridades sauditas han señalado que su economía puede sobrevivir al menos dos años con precios bajos, gracias en parte a sus reservas internacionales de US$750.000 millones.

Aun así, indicaron algunos ejecutivos de la industria, Riad y Naimi podrían subestimar la forma en que la tecnología y el auge del petróleo de esquisto han transformado de forma fundamental los mercados de energía.

Muchas empresas estadounidenses, apuntaron, pueden generar ganancias o no tener pérdidas con precios menores de US$40.

Un vocero del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU. dijo el domingo que la alianza de Washington con Riad se mantiene fuerte y centrada en la cooperación en varios asuntos económicos y de seguridad.

Sin embargo, la relación se ha enfriado en los últimos años debido a diferencias por la forma en que el gobierno de Barack Obama ha lidiado con la inestabilidad política en Medio Oriente.

El auge energético estadounidense ha complicado más la relación, señalaron funcionarios estadounidenses y sauditas. Las altas autoridades sauditas han parecido perplejas en los últimos meses al intentar evaluar el impacto del auge del esquisto estadounidense.

A finales de septiembre, Ibrahim al-Muhanna, un alto asesor de Naimi, dijo en público en Bahréin que no preveía que los precios del petróleo cayeran muy por debajo de US$90 el barril debido al alto costo de extraer petróleo de esquisto de Norteamérica. No respondió a preguntas.

Los sauditas se mantuvieron en gran medida en silencio conforme los precios continuaban cayendo. Después, Naimi se fue de vacaciones a fines de septiembre, ausentándose así de un debate público sobre si la OPEP debería reducir la producción en su reunión de noviembre.

Los comentarios de Naimi pueden agitar o tranquilizar a los mercados. Por tanto, el momento de sus vacaciones desconcertó a muchos de sus colegas, según personas al tanto, y durante su ausencia hubo riñas dentro del gobierno sobre cómo frenar el declive del precio. La interrogante era la siguiente: si enfocarse en detener el impacto a corto plazo sobre los ingresos por la caída de los precios o explotar el potencial de mediano plazo de reducir la competencia de los productores de esquisto de Norteamérica.



Mientras tanto, los miembros de la OPEP estaban recortando los precios, a menudo intentando vender más barato que los demás. A principios de noviembre, la petrolera estatal saudita Saudi Aramco redujo los precios a los clientes estadounidenses con el fin de asegurar compradores a medida que se expandía la producción de crudo de esquisto, dijeron representantes del sector.

Cuando regresó de sus vacaciones, Naimi se reunió con Rafael Ramírez, el ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela y principal representante de ese país en la OPEP. En privado, el funcionario saudita les dijo a los venezolanos que respaldaría un recorte de la producción sólo si estos lograban persuadir a productores dentro y fuera de la OPEP a participar, indicaron personas al tanto. Una vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela no quiso hacer comentarios.

Ramírez viajó a Rusia, Argelia, Irán y Qatar para obtener respaldo para la reducción de la producción. Dos días antes de la reunión del 27 de noviembre, convocó a altos funcionarios de energía de Rusia, México y Arabia Saudita —entre ellos a Naimi— al hotel Hyatt de Viena.

Les propuso eliminar dos millones de barriles diarios del mercado, según funcionarios al tanto. Sin embargo, los delegados rusos indicaron que no podían recortar la producción por motivos técnicos y porque podrían perder capacidad de extracción al suspender sus pozos. Un funcionario de OAO Rosneft, la petrolera estatal rusa, confirmó que se llevó a cabo la reunión pero negó que hubiera conversaciones sobre un recorte de la producción.

“Desde el comienzo, Rusia dejó en claro que no iba a reducir la producción y la reunión terminó allí”, dijo una persona al tanto.

Naimi se dirigió a la reunión del 27 de noviembre con la decisión, apoyada por el rey Abdullah, de alinear a los estados árabes de la OPEP detrás de una política de no reducir la producción y de defender su cuota de mercado, indicaron personas al tanto. Emiratos Unidos Árabes, Qatar y Kuwait concedieron su apoyo antes de la reunión.

En la reunión, Naimi reconoció que la caída de los precios sería dolorosa, pero que perder clientes a los productores de esquisto de EE.UU. sería peor, según personas al tanto.

Naimi no abogaba por bajar los precios para perjudicar a los productores estadounidenses, indicaron las fuentes, sino que advertía que si la OPEP recortaba la producción, el crudo de otros países probablemente la reemplazaría. Los ministros de la OPEP acordaron mantener sus metas de producción.

Las órdenes de venta inundaron los mercados petroleros.

Las acciones de grandes productores se desplomaron, junto con las monedas de estados petroleros como Rusia y Nigeria.

Benoît Faucon,

Sarah Kent y

 Kejal Vyas contribuyeron a este artículo.

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