Un
análisis del WSJ sobre la situación actual
y futura del precio del petróleo.
Detrás
de la decisión de Arabia Saudita de mantener la producción del petróleo
http://lat.wsj.com/articles/SB10969703411716344567204580355802562509116?tesla=y&mg=reno64-wsj&url=http://online.wsj.com/article/SB10969703411716344567204580355802562509116.html
Arabia
Saudita y la OPEP decidieron no recortar su producción
de crudo para no perder cuota de mercado a EE.UU. y otros competidores
Por
Jay
Solomon, en Washington, y
Summer
Said, en Dubai
martes,
23 de diciembre de 2014
19:26 EDT
El ministro
petrolero de Arabia Saudita Ali al-Naimi
(izquierda) habla con el ministro de energía de los Emiratos
Árabes Unidos Suhail bin Mohamed al-Mazroui. Agence
France-Presse/Getty Images
A principios
de octubre, el representante de Arabia Saudita en la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP) sorprendió a los presentes en un seminario en
Nueva York al revelar que su país estaba dispuesto a dejar que los precios de
la energía cayeran.
El mensaje
de Nasser al-Dossary rompió con la ortodoxia
saudita que durante décadas buscó mantener los precios altos mediante la
limitación de la producción petrolera global, indicaron personas al tanto de la
sesión. Esto sentó las bases para que las autoridades petroleras de Arabia
Saudita suscitaran un desplome de los precios del crudo a fines del mes pasado
tras persuadir a otros miembros de la OPEP a que mantuvieran su producción
estable.
Países
golpeados por la decisión, como Irán, Rusia y Venezuela,
sospecharon que era un esfuerzo
coordinado entre el reino y su aliado de larga data, Estados Unidos, para
debilitar las economías y la postura geopolítica de sus enemigos.
Sin embargo,
la historia de la nueva estrategia petrolera de Arabia Saudita, reconstruida a
través de entrevistas con autoridades de Medio Oriente,
EE.UU. y Europa, no se trata de la vieja alianza. Es más bien la
historia de una naciente rivalidad, impulsada
por lo que Arabia Saudita percibe como una amenaza por
parte de las empresas de energía estadounidenses, indicaron estos
funcionarios.
El
petróleo de esquisto en lugares como Texas y Dakota del Norte ha impulsado la producción
estadounidense, sustituyendo las exportaciones a EE.UU. de los miembros de la
OPEP y expandiendo la sobreoferta global.
El mensaje
de Dossary en octubre fue una señal de un desafío directo a las firmas
energéticas de América del Norte, que la monarquía cree han avivado un exceso
en el suministro, afirmaron las fuentes con conocimiento de la sesión.
Las
autoridades sauditas estaban convencidas de que no podían apuntalar los precios
del petróleo por sí solos ante la nueva abundancia del crudo. Además,
concluyeron que muchos miembros de la OPEP se resistirían a hacer considerables
recortes, al igual que grandes productores que no pertenecen al grupo, como México y Rusia.
Si sólo Arabia Saudita recortaba la producción, temían las autoridades del
país, otros productores aprovecharían para arrebatar cuota de mercado.
El ministro de Petróleo saudita, Ali al-Naimi, puso a prueba su
conclusión 48 horas antes de la decisión de la OPEP del 27 de noviembre, al
reunirse en Viena con los líderes de varios grandes países productores para
coordinar un recorte en la producción. Como había sospechado, no pudo obtener
un acuerdo, indicaron fuentes al tanto.
La opción
que quedó fue dejar que los precios cayeran para determinar por cuánto tiempo,
y a qué niveles, los productores de esquisto estadounidenses podrían seguir
extrayendo.
La decisión
del 27 de noviembre de la OPEP contribuyó a la
caída del crudo a menos de US$60 el barril,
frente a US$100 hace unos seis meses, aunque generó desacuerdo entre los
miembros de la OPEP —y otros países productores— cuyas arcas se habían beneficiado
de los altos precios.
Naimi dijo
el jueves pasado que Arabia Saudita y la OPEP no tenían otra opción que
mantener la producción a los niveles actuales ante la debilidad de los precios.
“En una
situación como esta, es difícil, si no imposible para el reino y la OPEP, tomar
medidas que podrían resultar en una menor cuota de mercado y mayores cuotas
para otros, en momentos en los que es difícil controlar los precios”, dijo el
funcionario, según lo citó la agencia de prensa saudita. Naimi no respondió a preguntas.
Representantes del Ministerio de Petróleo saudita no quisieron hacer
comentarios.
La
estrategia saudita forma parte de una importante evolución en la relación de
Riad con Washington en la última década. Como aliados cercanos desde la Segunda
Guerra Mundial, los países prosperaron conforme el reino proporcionaba un
suministro estable de petróleo a cambio de la protección que EE.UU. proveía en
sus fronteras.
No obstante,
el ascenso de EE.UU. como rival en el sector energético está poniendo a prueba
este cimiento de maneras que aún no se aprecian ampliamente, indicaron
autoridades estadounidenses y sauditas, como lo han hecho también las grandes
diferencias por las políticas estadounidenses en Medio Oriente.
Arabia
Saudita está asumiendo un riesgo al dejar que desciendan los precios del crudo,
dijeron funcionarios árabes, estadounidenses y europeos.
Las autoridades sauditas han señalado
que su economía puede sobrevivir al menos dos años con precios bajos, gracias
en parte a sus reservas internacionales de US$750.000 millones.
Aun así,
indicaron algunos ejecutivos de la industria, Riad y
Naimi podrían subestimar la forma en que la tecnología y el auge del
petróleo de esquisto han transformado de forma fundamental los mercados de
energía.
Muchas
empresas estadounidenses, apuntaron, pueden generar ganancias o no tener
pérdidas con precios menores de US$40.
Un vocero
del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU. dijo
el domingo que la alianza de Washington con Riad se mantiene fuerte y centrada
en la cooperación en varios asuntos económicos y de seguridad.
Sin embargo,
la relación se ha enfriado en los últimos años debido a diferencias por la
forma en que el gobierno de Barack Obama ha lidiado con la inestabilidad
política en Medio Oriente.
El auge energético
estadounidense ha complicado más la relación, señalaron funcionarios
estadounidenses y sauditas. Las altas autoridades
sauditas han parecido perplejas en los últimos meses al intentar evaluar el
impacto del auge del esquisto estadounidense.
A finales de
septiembre, Ibrahim al-Muhanna, un alto asesor
de Naimi, dijo en público en Bahréin que no
preveía que los precios del petróleo cayeran muy por debajo de US$90 el barril debido al alto costo de extraer petróleo de
esquisto de Norteamérica. No respondió a preguntas.
Los sauditas
se mantuvieron en gran medida en silencio conforme los precios continuaban
cayendo. Después, Naimi se fue de vacaciones a fines de septiembre,
ausentándose así de un debate público sobre si la OPEP debería reducir la
producción en su reunión de noviembre.
Los
comentarios de Naimi pueden agitar o tranquilizar a los mercados. Por tanto, el
momento de sus vacaciones desconcertó a muchos de sus colegas, según personas
al tanto, y durante su ausencia hubo riñas dentro del gobierno sobre cómo
frenar el declive del precio. La interrogante era la siguiente: si enfocarse en detener el impacto a corto
plazo sobre los ingresos por la caída de los precios o explotar el potencial de
mediano plazo de reducir la competencia de los productores de esquisto de
Norteamérica.
Mientras
tanto, los miembros de la OPEP estaban recortando los precios, a menudo
intentando vender más barato que los demás. A principios de noviembre, la petrolera estatal saudita Saudi Aramco redujo los
precios a los clientes estadounidenses con el fin de asegurar compradores a
medida que se expandía la producción de crudo de esquisto, dijeron
representantes del sector.
Cuando
regresó de sus vacaciones, Naimi se reunió con Rafael
Ramírez, el ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela y principal
representante de ese país en la OPEP. En privado, el funcionario saudita les
dijo a los venezolanos que respaldaría un recorte de la producción sólo si
estos lograban persuadir a productores dentro y fuera de la OPEP a participar,
indicaron personas al tanto. Una vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores
de Venezuela no quiso hacer comentarios.
Ramírez
viajó a Rusia, Argelia, Irán y Qatar para obtener respaldo para la reducción de la producción.
Dos días antes de la reunión del 27 de noviembre, convocó a altos funcionarios
de energía de Rusia, México y Arabia Saudita —entre
ellos a Naimi— al hotel Hyatt de Viena.
Les propuso eliminar dos millones de
barriles diarios del mercado, según funcionarios al tanto. Sin embargo, los delegados
rusos indicaron que no podían recortar la producción por motivos técnicos y
porque podrían perder capacidad de extracción al suspender sus pozos. Un
funcionario de OAO Rosneft, la petrolera estatal rusa, confirmó que se llevó a
cabo la reunión pero negó que hubiera conversaciones sobre un recorte de la
producción.
“Desde el comienzo,
Rusia dejó en claro que no iba a reducir la producción y la reunión terminó
allí”, dijo una
persona al tanto.
Naimi
se dirigió a la reunión
del 27 de noviembre con la decisión, apoyada por el rey
Abdullah, de alinear a los estados árabes de la OPEP detrás de una
política de no reducir la producción y de defender su cuota de mercado,
indicaron personas al tanto. Emiratos Unidos Árabes,
Qatar y Kuwait concedieron su apoyo antes de la reunión.
En la
reunión, Naimi reconoció que la caída de
los precios sería dolorosa, pero que perder clientes a los productores de
esquisto de EE.UU. sería peor, según personas al tanto.
Naimi no
abogaba por bajar los precios para perjudicar a los productores estadounidenses,
indicaron las fuentes, sino que advertía que si la OPEP recortaba la
producción, el crudo de otros países probablemente la reemplazaría. Los
ministros de la OPEP acordaron mantener sus metas de producción.
Las órdenes
de venta inundaron los mercados petroleros.
Las acciones de grandes productores
se desplomaron, junto con las monedas de estados petroleros como Rusia y
Nigeria.
—Benoît Faucon,
Sarah
Kent y
Kejal Vyas contribuyeron a este artículo.
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