El
Confidencial analiza el futuro político y económico de Rusia. (No menciona ¿qué pasaría si entra en guerra
nuclear parcial? o ¿Qué pasaría si Rusia no paga la deuda externa? ¿de que países es ese dinero adeudado ?)
Jaque
a Rusia: Putin, ‘kaputt’
http://www.elconfidencial.com/mundo/2014-12-03/jaque-a-rusia-putin-kaputt_529507/
Putin
estrecha la mano del ministro de Defensa, Sergei Shoigu,
durante una reunión en la residencia Bocharov Ruchei,
en Sochi. (Reuters)
Francisco
Martínez.
03/12/2014 (05:00) 87
El paisaje
de la crisis es bien conocido en España: tiendas
que cierran, restaurantes vacíos,
pobreza... En el caso de Rusia hay que
añadir algunos rasgos específicos, como el desplome de la moneda local (el rublo ha perdido más de un 30% de su
valor en lo que va de año), la dependencia de las exportaciones de petróleo
(el precio del crudo ha caído un 30% en
unas semanas), y las sanciones
occidentales a empresas y líderes políticos rusos.
Nota del autor del blog: esto es un acto de guerra, a los argumentos de elconfidencial le falta uno; Rusia declara
entra en guerra Convencional total o entra en guerra nuclear parcial
Además están
los condicionantes políticos. Si en España la democracia “no es real”, en Rusia
incluso le faltan letras a la propia palabra. Es decir, que la pluralidad es
poco más que cero. Con este cuadro, conviene preguntarse si está el régimen de
Putin en riesgo.
Como dice el
director del Centro Levada, Lev Gudkov, “la
euforia no puede durar para siempre, sobre todo cuando los costes se hacen
claros”.
Hace diez
años Putin prometió que el país duplicaría su PIB y que alcanzaría a Portugal en renta per cápita. Casi lo ha logrado, pero
¿a qué coste?; y ¿cuáles son las expectativas?
La situación
es ciertamente complicada.
La
caída del precio del petróleo le va a costar a las arcas rusas unos 70.000
millones de euros;
las sanciones occidentales, unos 30.000
millones;
y
la fuga de capitales, unos 100.000.
La
devaluación del rublo puede maquillar el estancamiento de la producción
industrial y la caída del crudo, ya que los exportadores cobran en dólares y
gastan en rublos.
Todo esto ha
aumentado, lógicamente, el consumo de productos locales, pero la dependencia de
inversiones extranjeras, de tecnología y de capital, sigue siendo crucial. Los
bancos locales lo tienen cada vez más difícil para acceder a mercados
internacionales y financiarse. De hecho, varios bancos rusos han empezado a
limitar las ventas de euros y dólares a 10.000 por cliente, según el diario Izvestia.
“Las sanciones ya
tienen efecto sobre la población”
El
déficit del Estado ruso rondará el 2 o 2,5% el próximo año, según estimaciones. Su deuda
soberana es relativamente pequeña, pero el
problema aparece en el sector privado, el cual adeuda, según números del
banco central ruso, más de 500.000 millones de euros
(115.000 a pagar antes de nuevo año).
Nota del autor del blog: ¿Qué pasaría
si Rusia no paga la deuda externa?
¿de que países es ese dinero?
Con el
precio del petróleo por las nubes era muy fácil hacer de economista en Rusia,
señala el periodista Alexandr Baunov. Hace diez
años Putin prometió que el país duplicaría su PIB y que alcanzaría a Portugal
en renta per cápita. Casi lo ha logrado, pero ¿a qué coste?; y ¿cuáles son las
expectativas?
La
dependencia de inversiones extranjeras, de tecnología y
de capital, sigue siendo crucial. Los bancos locales lo tienen cada vez
más difícil para acceder a mercados internacionales y financiarse
Lo cierto es
que a corto plazo los rusos podrán viajar menos. Y si lo hacen, van a mirar más
dónde gastan. Alexander Reznik, investigador del centro de estudios políticos
de la Universidad Estatal de Perm, confirma a El Confidencial que “las
sanciones tienen efectos en la población común porque los precios suben
claramente y los salarios no”.
“Las
turbulencias van a llegar, pero el invierno no es la mejor época para
protestar. Además, parece que la gente aún no ha perdido la fe en el régimen y
que las zonas rurales duermen, como siempre han hecho. La maquinaria política
del Estado, la propaganda, contribuyen a esto. Y la población cree que no será
peor que los noventa, que si ya sobrevivió a ese período loco aguantará esto
también”, opina.
Un hombre
observa desde su ventana un mural pintado recientemente en Sebastopol (Reuters).
Las cuatro ‘Rusias’
Las oficinas
de cambio de divisas, con sus carteles obmen valyuta y una sopa de números
similar al bingo, vuelven a estar de actualidad en las ciudades rusas. Además, Natalia Zubarevich, directora
del Instituto de Estudios Sociales para el Desarrollo Regional de Moscú,
advierte de la polarización social en Rusia y del riesgo de que algunos
productos empiecen a faltar en las estanterías de los supermercados.
Para
Zubarevich, hay cuatro Rusias diferentes:
1.- la Rusia de consumo y grandes ciudades (Moscú, San
Petersburgo…), que abarca el 21% de la
población;
2.-
la Rusia de producción industrial, obreros y tamaño medio (Tolyatti, Magnitogorks…), donde vive
el 25% de la población;
3.- la Rusia rural (38% de la población), que se mantiene
al margen de los debates políticos y los flujos económicos; y
4.-
la Rusia restante, que
es el Cáucaso norte (Chechenia, Daguestán…) y la
Siberia sur (Tuva y Altai), las cuáles albergan
el 6% de la población, carecen de clase media y
donde los jóvenes sueñan con emigrar. A esta cuarta Rusia habría que añadir
ahora Crimea.
En su
opinión, existe una diferencia generacional entre los que nacieron en la URSS,
quienes ya padecieron el encontrar los estantes vacíos en el supermercado y
lucharon por más libertades, y aquellos que han nacido después. Según
Zubarevich, son los pensionistas, los más jóvenes y los trabajadores del sector
público los que apoyan a Putin. Los primeros y los últimos por haber subido las
pensiones y sueldos; los segundos por la exaltación patriótica, y el no haber
vivido las dificultades de la Unión Soviética. La frustración se ha extendido
entre la Rusia más educada, liberal y crítica al ver que su voz no era
escuchada. A estos rusos, concluye Zubarevich, “sólo les queda emigrar”.
Soldados
rusos con uniformes históricos entrenan para un desfile militar en Moscú (Reuters).
“La propia existencia
del régimen está en riesgo”
Sergei
Guriev, profesor de ciencia política en la Universidad Science Po de París, va
más allá y asegura que, con estos condicionantes económicos, “la propia
existencia del régimen está en riesgo”. Guriev ve en
Rusia un escenario de “estabilidad precaria”, en el que la caída de los
ingresos del petróleo en las arcas estatales va a conllevar una nueva renacionalización de empresas y un mayor peso del
Krémlin en la economía.
‘Las
turbulencias van a llegar, pero el invierno no es la mejor época para
protestar. Además, parece que la gente no ha perdido la fe en el régimen y que
las zonas rurales duermen. La maquinaria política del Estado contribuye a esto’
“No podemos
predecir con certeza cómo será Rusia en 2030, pero seguro que el país sufrirá
cambios sustanciales en los próximos años, ya que la situación actual es
insostenible”, concluye Guriev en un reciente artículo.
De acuerdo
con el sociólogo Oleg Yanitsky, en Rusia se
alternan periodos de modernización con saltos hacia atrás. Consciente de ello,
el empresario Andrei Movchan ha invitado en un
reciente artículo a imaginar posibles escenarios para Rusia.
Según su
visión, el “nacionalismo feudal” de Putin sobrevivirá hasta 2018. Para
entonces, el nivel de vida habrá retrocedido, la economía estará estancada, las
reservas agotadas y Rusia aislada del mundo. Esto obligará a Putin a dar paso a
un hombre de su confianza, que abrirá gradualmente el país. En su distopía, Movchan dice que los huertos volverán
a los parques de Moscú, que los ciudadanos no podrán sacar divisas y que la
censura controlará internet.
Varias
figuras han secundado este juego. Por ejemplo, el economista
Vladislav Inozemtsev ve un futuro aún más negro: el consenso pro-Putin
obligará a aquéllos que no están de acuerdo a emigrar.
Rusia
perderá así más de 700.000 habitantes por año. Ante la imposibilidad de cooperar, Occidente invertirá en la periferia rusa. Países como
Ucrania, Bielorrusia, Georgia y Moldavia entrarán en la UE. Después de
haber perdido los mercados energéticos europeos, Rusia se convertirá en un país
satélite de China, un suministrador secundario de recursos naturales, pero
respetado por su tamaño. Así será hasta que Putin muera, más allá del año 2030
y todavía en el cargo de presidente.
Nota del autor del blog: Pero la parte de Occidente que se llama
Europa, está por entrar en recesión o a
punto de caer en deflación y no por poco tiempo sino por 8 años.
Son los
pensionistas, los más jóvenes y los trabajadores del sector público los que
apoyan a Putin. Los primeros, por haber subido las pensiones; los segundos, por
la exaltación patriótica
Otro ejercicio
practicado por varios periodistas rusos es el de equiparar la situación actual
con diversos escenarios históricos: como el año 1913, que marcó el final del
crecimiento económico de la Rusia zarista y desembocó en la Revolución
bolchevique; 1998, año en el que el rublo sufrió una gran devaluación
influenciada por el contexto internacional; la Alemania
de Weimar, con inflación por las nubes y
totalitarismo en auge; el final del franquismo,
que dio paso a la transición democrática; o la Turquía
de Kemal Atatürk, en la que el padre de la patria levanta los restos del
imperio, aprueba medidas autárquicas y crea cohesión social con un discurso
nacionalista y antioccidental.
Estos
pensamientos circulan actualmente por Rusia, aunque no todo el mundo se atreve
a discutirlos en público. En general, cuando aparecen críticas en los medios de
comunicación nunca son contra el régimen en sí, es decir, no ponen en cuestión
el sistema general, su estructura y figuras de poder, sino que los errores
parecen ser hechos aislados o accidentales. Algo parecido pasaba durante la
URSS. Esta forma de reducir la discusión pública ha vuelto a estar vigente en
Rusia, como explica detalladamente el periodista Ivan
Davydov.
El Kremlin y
su aparato mediático prefiere agitar el pasado que hablar del futuro. Tal vez
no estamos tan lejos de lo que Vladimir Sorokin describió en su novela El día
del oprichnik. Da vértigo pensar qué puede venir en Rusia después de
Putin.
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