Los
amigotes del Presidente Putin (la oligarquía
rusa) se robaron las divisas extranjeras dejando a Rusia endeudada en monedas extranjeras,
y con una deuda impagable. Por Paul Krugman.
Nota del autor del blog: caray, es
lo que dio a entender The economist. (y lo puse en mi blog ayer.) La NSA sabia seguro
todo eso y la vieron vulnerable y es por eso la sumatoria de acontecimientos en
Rusia. Todo estaba preparado, para repartirse a Rusia, así como hace siglos se repartió
a Polonia .
Nota del autor del blog: puse en google oligarcas rusos y salieron estas personas ,lo pongo solo para adornar , mas bien creo son otras personas de la burguesía estatal rusa , como los amigos del presidente venezolano Nicolas Maduro , o los amigos de Dilma Rousseff que se robaron 4000 millones de Petrobras
La
burbuja de Putin estalla
http://economia.elpais.com/economia/2014/12/19/actualidad/1419009020_896428.html
Parece que lo de ir de macho por el
mundo tiene como resultado debilitar la economía.
PAUL
KRUGMAN
19 DIC 2014 –
Vladimir
Putin, este viernes tras una conferencia de prensa. / GETTY IMAGES ( KONSTANTIN
ZAVRAZHIN )
Si son
ustedes de esas personas a las que les impresiona la pose de macho, Vladimir
Putin es su tipo. Sin duda alguna, muchos estadounidenses conservadores parecen
sentir un embarazoso enamoramiento por este arrogante déspota. "Eso es lo
que se llama un líder", afirmaba entusiasmado Rudy Giuliani, el exalcalde
de Nueva York, después de que Putin invadiese Ucrania sin debate ni deliberación
previos.
Pero Putin
nunca ha tenido los recursos necesarios para respaldar su arrogancia.
Rusia
tiene una economía de, aproximadamente, el mismo tamaño que
la de
Brasil.
Y como se
está viendo, es muy vulnerable a la crisis financiera (una vulnerabilidad que
tiene mucho que ver con la naturaleza del régimen de Putin).
Para quien
no haya estado al tanto: el rublo ha estado devaluándose poco a poco desde
agosto, cuando Putin envió tropas abiertamente al conflicto de Ucrania.
Sin embargo,
hace unas semanas, la devaluación
gradual se convirtió en una caída en picado.
Las medidas
extremas, como una enorme subida de los tipos de interés y la presión sobre las
empresas privadas para que dejen de acumular dólares, solo han conseguido
estabilizar el rublo muy por debajo de su nivel anterior.
Y todo apunta a que la economía rusa
se encamina hacia una recesión que pinta muy mal.
La causa más
inmediata de los problemas rusos es, por supuesto, la gran bajada de los precios del petróleo en todo el mundo, que, a su
vez, es un reflejo de hechos —el aumento
de la producción debida al fracking, la
disminución de la demanda de China y otras economías— que no tienen nada
que ver con Putin.
Y esto tenía
por fuerza que causar un grave perjuicio a una economía que, como ya he dicho, no tiene mucho más que el petróleo que el
resto del mundo quiere; las
sanciones impuestas a Rusia por el conflicto de Ucrania se han sumado a ese
daño.
Pero las
dificultades de Rusia son
desproporcionadas respecto a la magnitud del impacto.
Aunque es cierto que el petróleo ha bajado
mucho, el rublo ha caído todavía más, y los daños sufridos por la
economía rusa van mucho más allá del sector del petróleo. ¿Por qué?
La verdad es
que no hay ningún misterio, y de hecho, esto es
algo que los aficionados a las historias de crisis monetarias, como un
servidor, ya hemos visto muchas veces:
Argentina
en 2002,
Indonesia
en 1998,
México
en 1995,
Chile
en 1982 y podríamos
seguir con la lista.
La clase de crisis a la que se
enfrenta Rusia ahora es lo que sucede cuando le pasan cosas malas a una
economía que se ha vuelto vulnerable por haber obtenido préstamos a gran escala
en el extranjero (concretamente, préstamos a gran escala
obtenidos por el sector privado, con la deuda denominada en moneda extranjera,
no en la moneda del país deudor).
En esas
circunstancias, una sacudida adversa
como una disminución de las exportaciones puede conducir a una serie sucesiva
de descensos vertiginosos.
Cuando la moneda del país cae en
picado, los balances generales de las empresas nacionales —que tienen activos en rublos (o
pesos o rupias) pero deudas en dólares o en euros— se vienen abajo.
Esto, a su
vez, causa daños graves a la economía
nacional, lo que socava la confianza y devalúa la moneda todavía más.
Y Rusia tiene todas las papeletas. Salvo por
una cosa.
Normalmente, para que un país termine
teniendo una gran deuda en moneda extranjera debe tener grandes déficits comerciales, al utilizar los fondos prestados
para pagar las importaciones.
Pero Rusia no tiene
déficit comercial.
Al contrario: siempre ha
tenido un gran superávit comercial, gracias al elevado precio del petróleo.
Entonces, ¿por qué ha tomado
prestado tanto dinero, y adónde ha ido a parar?
Bueno, se
puede responder a la segunda pregunta dándose una vuelta por el barrio de Mayfair en Londres o (en menor medida)
por el Upper East Side de Manhattan,
especialmente por la noche, y observando las largas
filas de residencias de lujo con las luces apagadas (residencias que son propiedad, sucesivamente, de principitos
chinos, jeques de Oriente Próximo y oligarcas rusos).
En esencia, la élite de Rusia ha estado acumulando activos fuera del país
—las propiedades inmobiliarias de lujo son solo el ejemplo más visible— y la
otra cara de esa acumulación ha sido el aumento de la deuda del país.
¿De dónde saca la élite
semejante cantidad de dinero?
La respuesta, por supuesto, es que la Rusia de Putin es una versión extrema del capitalismo de amiguetes; de hecho, es una cleptocracia en la que los leales al régimen consiguen apropiarse de
sumas inmensas para su uso personal.
Todo parecía
sostenible mientras el precio del petróleo era alto.
Pero
ahora la burbuja ha estallado y la misma corrupción que sostenía el
régimen de Putin ha puesto a Rusia en apuros.
¿Cómo termina esto?
La respuesta
habitual para un país en la situación de Rusia es un programa del Fondo
Monetario Internacional que incluya préstamos de emergencia y paciencia por
parte de los acreedores a cambio de reformas.
Es evidente
que eso no es lo que va a pasar en este caso y que Rusia tratará de ir tirando
por su cuenta recurriendo, entre otras cosas, a normas que impidan que el capital escape del país (un típico ejemplo
de "a buenas horas mangas verdes" después de que el oligarca se haya
ido).
Es una
decepción en toda regla para Putin.
Y sus arrogantes actos despóticos han
contribuido a allanar el camino hacia el desastre.
Un régimen
más abierto y dispuesto a rendir cuentas —uno que no hubiese impresionado tanto
a Giuliani— habría sido menos corrupto, probablemente se habría endeudado menos
y habría estado en mejor posición para sobreponerse a la bajada del precio del
petróleo.
Parece que lo de ir de macho tiene como
resultado debilitar la economía.
Paul
Krugman es profesor de
Economía de la Universidad de Princeton y Premio Nobel de Economía en 2008.
Traducción de News Clips.
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