Europa
lucha contra las tecnológicas de EE.UU.(que les quitan su pan y los espían)
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Una batalla sobre economía, cultura y
el control de Internet
Por
Tom Fairless
jueves,
11 de diciembre de 2014
0:02 EDT
Vistazo de San José, en Silicon Valley, que alberga gigantes
como Apple y Facebook. AFP/Getty Images
BRUSELAS—Desde Berlín hasta Madrid, desde
Londres hasta París, las empresas de tecnología de Estados Unidos libran una
importante batalla con los estados soberanos de Europa.
Es un
enfrentamiento de gobiernos contra los nuevos titanes de la tecnología, de
industrias establecidas contra contendientes que recién empiezan, y de la
cultura emprendedora estadounidense contra
la mayor regulación de Europa.
La lucha
presenta una de las mayores amenazas para los gigantes tecnológicos de EE.UU.
desde que surgieron en garajes y universidades a lo largo de las últimas cuatro
décadas.
Primero y antes que nada, es una
batalla económica.
Las
autoridades europeas, acostumbradas a controlar sectores clave de sus
economías, tienen problemas para tomar el pulso de las dinámicas empresas que
cruzan el Atlántico.
El crecimiento europeo es débil y sus
autoridades observan cómo ganancias que solían ir a parar a industrias europeas
como cadenas minoristas y medios de comunicación, ahora engrosan las arcas de
Silicon Valley, a menudo
pagando pocos impuestos. Temen que sectores críticos como el automotor sean los
próximos en caer.
Las firmas
estadounidenses son poderosas.
La
capitalización bursátil de cinco tecnológicas de EE.UU. — Apple Inc.,
Amazon.com Inc., Facebook Inc., Google Inc. y Microsoft Inc.— ronda los US$1,8
billones.
En cambio, el valor de mercado de las 30 mayores empresas que
integran el índice DAX, de la Bolsa de Fráncfort, asciende a US$1,3 billones. Alemania es la mayor
economía de Europa.
“Los europeos tienen todo
que perder” con
el ascenso de las empresas de tecnología estadounidenses, dice Paul Stoneman, profesor emérito de la
Escuela de Negocios Warwick y ex funcionario antimonopolio del Reino Unido.
También es un choque de valores: la cultura poco regulada de Silicon
Valley colisiona con el énfasis europeo en preservar la privacidad. Y quizás en
su esencia, el conflicto entre Silicon Valley y Europa es sobre el control de
Internet, la conexión más común del mundo y un motor económico crucial que se
considera bajo la influencia de EE.UU. El tema explotó tras las revelaciones de
Edward Snowden sobre la extendida vigilancia del gobierno de EE.UU. sobre
ciudadanos estadounidenses y europeos, a veces a través de empresas de datos y
redes de telecomunicaciones de EE.UU.
Los europeos
han contraatacado. Esta semana, un tribunal holandés y un juez español prohibieron la operación de Uber Technologies Inc., el
servicio de reserva de taxis, en sus respectivos países; el ministro de Finanzas británico, George Osborne, anunció la
semana pasada el cobro de un “impuesto Google”
que apunta directamente a las tecnológicas estadounidenses; funcionarios de Francia y Alemania pidieron una consulta pública sobre
el comportamiento de las grandes firmas de tecnología de EE.UU.; mientras que
el Parlamento Europeo aprobó una resolución que pide una posible división de
Google por motivos antimonopolio. Uber dijo que seguirá ofreciendo su servicio
en Holanda. Google prefirió no comentar al respecto.
Las empresas
estadounidenses quedaron perplejas ante una decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea en Luxemburgo, que
dictaminó en mayo que los europeos tenían el “derecho a ser olvidados”
en Internet y exigir que referencias posiblemente dañinas sobre ellos fueran
borradas de los resultados de búsqueda.
Los vientos
en contra se han convertido en un gran riesgo para las tecnológicas de EE.UU.
conforme buscan nuevos mercados para mantener su crecimiento. Los analistas de
Wall Street aluden cada vez más a la regulación como una de las pocas amenazas existenciales
para los líderes de Internet, como Google, que han aprovechado el aumento
del uso de la web.
Las empresas
de Internet han enfrentado problemas en otras regiones, como en China, pero las
quejas europeas se centran en temas y procesos que forman parte de la fundación
sobre la cual se construyeron estas compañías.
Aparte de
las búsquedas, el foco europeo en la privacidad podría limitar la cantidad de
información que las firmas tecnológicas pueden reunir sobre los consumidores de
la región así como la forma en que se utiliza. Los datos son el combustible de la publicidad en línea y la maquinaria
comercial que Google, Facebook y Amazon han edificado y monetizado por años.
Expertos
afirman que las empresas de tecnología estadounidenses solían desarrollar nuevos
productos y servicios, y resolver los problemas regulatorios después. Ahora, no
obstante, intentan abordar los problemas antes puesto que el costo de la
incertidumbre en sus negocios europeos es demasiado alto.
La lucha genera interrogantes importantes
sobre si Internet se fragmentará a medida que otros países intentan mantener
los datos lejos de las manos de las autoridades estadounidenses.
Hay mucho en
juego: la mitad del crecimiento de la
productividad en Europa proviene de inversiones en tecnología de la información
y la comunicación, según un informe de la Comisión
Europea.
Los europeos
aseguran que se trata de darles una oportunidad de competir a las firmas
locales. Sin embargo, muchos de los problemas que enfrentan las empresas nuevas
en el Viejo Continente son muy europeos.
Las reglas fiscales y laborales
suelen ser onerosas y la región padece una escasez de capital de riesgo en un
sistema financiero dominado por los préstamos bancarios.
Para las
grandes empresas europeas con influencia en los círculos de poder, su modelo de
expansión tradicional se ve amenazado.
Algunas
autoridades temen que la situación pueda afectar a industrias clave como la
automotriz. Según el modelo europeo, una empresa como BMW desarrollaría redes
digitales propias para operar sus autos inteligentes. Pero las automotrices
temen que puedan ser superadas si Google desarrolla una red superior.
— Alistair Barr contribuyó a este artículo.
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