Rusia/
Putin : O paga a los acreedores internacionales que le hacen sanciones económicas,
o queda bien con su pueblo y no paga hasta que las suspendan.
La
crisis rusa, una historia diferente a la de 1998
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Por Alan Cullison
jueves,
18 de diciembre de 2014
19:34 EDT
Habitantes
rusos compran electrodomésticos en una tienda en Moscú. Últimamente, el rublo
ha caído más rápido que el petróleo. European
Pressphoto Agency
MOSCÚ—La moneda de Rusia atraviesa su
tercer colapso en menos de dos décadas. Ahora, la pregunta es si la actual
crisis del rublo se propagará a otras partes del mundo o si Rusia logrará
contenerla dentro de sus fronteras.
No sería la
primera vez que una crisis rusa contagia al resto mundo. Después del derrumbe
del rublo en 1998, Moscú no sólo declaró la cesación de
pagos de sus bonos, sino que anunció que las empresas rusas tampoco pagarían
sus deudas.
Los bancos occidentales quedaron
abandonados a su suerte y Rusia pasó a ser un país paria en los mercados de capitales.
Rusia
trató mejor a sus acreedores en la crisis financiera de 2008.
Para ese
entonces, había acumulado inmensas reservas en moneda extranjera. Utilizó un
tercio de ellas para apuntalar el rublo y permitir que las empresas del país
siguieran pagando sus obligaciones. Rusia
sufrió una gran recesión el año siguiente, pero su capacidad de pago quedó casi
intacta.
“Ya se ha
producido algún contagio” de los actuales problemas en Rusia a través de un
mayor temor de los inversionistas en los mercados emergentes, señala Peter Halloran, presidente ejecutivo de la empresa
neoyorquina Pharos Financial Group.
Los inversionistas han vendido esta
semana acciones, bonos y divisas de las economías en desarrollo.
En Estados Unidos, a su vez, los precios del trigo se
dispararon el miércoles a sus niveles más altos de los últimos siete meses ante
la especulación de que las exportaciones
rusas caerán luego de que un alza en los precios de los alimentos llevara al
gobierno a restringir sus normas de exportación.
El alcance
de la crisis, no obstante, es un problema más profundo y más complejo que lo
que pueda indicar un estado financiero.
Rusia todavía tiene gigantescas
reservas en moneda extranjera, que en estos momentos ascienden a US$400.000
millones y son las segundas mayores del mundo, dinero suficiente para
frenar la caída del rublo y apuntalar los mercados en el futuro cercano.
Lo que es
materia de debate, sin embargo, es si el presidente Vladimir Putin, quien
combate las sanciones de Occidente, está dispuesto a usar las reservas para
aplacar a los acreedores. Putin ha sugerido que el doble golpe que han sufrido
los mercados rusos —el colapso del precio del petróleo junto con las sanciones
de Europa y EE.UU.— son un complot de Occidente para debilitar a Rusia.
En respuesta
a las sanciones, ha dado instrucciones a sus lugartenientes para que se
preparen para un período de aislamiento de Occidente, un acontecimiento que
podría influir en su decisión de pagarles a los acreedores occidentales y
contener la crisis financiera.
“Todos discuten hasta
el cansancio si el banco central ruso está manejando bien el rublo, pero no
creo que ese sea el tema”,
afirma
Christopher Granville, director ejecutivo de la firma londinense de estudios de
mercados emergentes Trusted Sources.
“Las sanciones son el
motor fundamental en este caso. Son un garrote alrededor del cuello de la
economía rusa”.
Al igual que
durante la crisis de 1998, el colapso del rublo este año ha sido producto del
desplome en los precios del petróleo. Pero ahí terminan las similitudes.
En 1998, las
arcas del gobierno ruso estaban en la ruina y el presupuesto dependía de los
créditos del Fondo Monetario Internacional y de la emisión de bonos, la mayoría
de los cuales eran a corto plazo.
Hoy, en
cambio, Rusia tiene un superávit fiscal y muy poca
deuda.
Tras el
derrumbe del rublo esta semana, el banco central contaba con suficientes
reservas en moneda extranjera para comprar la totalidad de los depósitos en
rublos en el país y quedar con unos US$100 millones en sus bolsillos, dice Charles Robertson, economista jefe de Renaissance Capital, en
Londres.
Últimamente,
el rublo ha caído más rápido que el petróleo, lo que indica que las finanzas
del gobierno ruso no son la única preocupación de los mercados.
Inversionistas
en Rusia dicen que la veloz devaluación del rublo se debe a las dudas en torno
al propio Putin y un curso político que parece cada vez más errático.
Si bien la
anexión de Crimea y el apoyo a los rebeldes prorrusos en Ucrania han sido
medidas populares en el país, la élite rusa ha estado preocupada por el
distanciamiento con Occidente y el arresto en
septiembre de un destacado oligarca, que es acusado de lavado de dinero.
Los ejecutivos de la banca resaltan que los depositantes rusos de alto patrimonio
han mostrado una mayor disposición a trasladar sus depósitos de rublos a
dólares.
En medio de
la ola de ventas, las reservas en moneda
extranjera tal vez no sean tan grandes como se cree, dice Halloran, de Pharos Financial
Group. Las sanciones económicas de Occidente obligan a Rusia a utilizar
sus reservas en moneda extranjera para muchos fines que no son habituales. El
endeudamiento corporativo se ha disparado en los últimos años y la deuda externa de las empresas rusas en eurobonos asciende a
los US$200.000 millones.
Las
sanciones marginan a algunas de estas compañías de los mercados financieros,
con lo que su deuda tiene que ser financiada en forma interna, dice Halloran.
A Halloran
le preocupa que Putin, ante la escasez de recursos, ahonde el aislamiento de
Rusia. “No sería
un hecho sin precedentes, cuando un país se vuelve más autoritario, que se
niegue a pagar sus deudas”.
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