El
pacto electoral contra Netanyahu cuaja en Israel
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/12/14/actualidad/1418586801_015455.html
Nota del autor del blog: de ganar esa parte de
la derecha que se hace llamar la izquierda, se comerán el problemón político,
social, económico que se le viene a Israel ; una forma de ayudarlos es que se
diga que desean la paz y que se reconocerá al estado palestino pero se seguirá controlado
sus aguas, vital para vivir a los de Israel
.
otra para desarmar al Sr Netanyahu es ofrecer que se va a reponer el presupuesto de los demás sectores que les fue disminuido para
destinarlos a defensa . (después de la guerra contra Gaza,)
Luego otra propuesta seria como el
Sr Netanyahu desea instaurar un estado judío, todos los israelíes de religión musulmana
serán excluidos y será muy malo para a ellos, así como a los mismos cristianos o
Drusos y aunque el sr Netanyahu diga que ya no lo va a hacer, se incida en que
son mentiras, además que se recalque que el 33% de los israelíes de ascendencia
judía, pero que hoy son ateos también serán
excluidos en los mejores trabajos y se les enviara a las peores guerras etc.
Los sondeos
dan ventaja a la unión de la exministra Livni y
los laboristas frente al Likud del jefe de Gobierno
CARMEN
RENGEL
Jerusalén
14
DIC 2014 - 20:53 CET4
El israelí
Benjamín Netanyahu, ayer en una reunión de su gabinete / REUTERS
La oposición israelí tiene un
objetivo: derrocar
al rey Bibi (apodo con el que se conoce al primer ministro Benjamín Netanyahu).
No son hoy lazos programáticos ni ideológicos
los que unen a esa amalgama de partidos, una quincena que pugna por los
sillones de la Knesset (Parlamento israelí),
sino la meta de impedir un cuarto mandato de Netanyahu, líder del partido
conservador Likud.
Sus
adversarios clásicos y sus exsocios resentidos encabezan una plataforma de
facto que la prensa local bautiza como “Cualquiera menos Netanyahu”, y que
podría contar con políticos tibios, pragmáticos y
astutos expertos en ambigüedades, dispuestos a sumar los 61 escaños que
dan la mayoría absoluta parlamentaria. Netanyahu habla de “conspiración” para
hundirlo y de “caza mediática”. De momento, por delante tiene las primarias de
su partido como meta volante para revalidar el cargo.
Las
encuestas ante las elecciones del 17 de marzo —que Netanyahu decidió adelantar
el pasado 2 de diciembre, tras 20 meses de legislatura— dan como ganadora a la
nueva lista surgida de la unión del Partido Laborista
de Isaac Herzog y el Hatnuá (Movimiento) de
Tzipi Livni, exministra de Justicia.
La alianza
lograría entre 20 y 23 escaños, frente a la
horquilla de 20 a 22 asientos del Likud.
Son los más
beneficiados de un clima que, explica el analista Nahum
Barnea, se asemeja al que afrontó el primer ministro en 1999, que le
acabó costando el puesto: se ha roto la “casi certeza nacional” de que es un
líder insustituible; el “cansancio” hace que los ciudadanos piensen que dejarlo
atrás ya no es un drama; y hay resentimiento por su decisión de ir a las urnas
echando a sus ministros críticos —Livni más el titular
de Finanzas, Yair Lapid, de la formación centrista Yesh Atid (Hay Futuro)—
y gastando en el proceso más de 400 millones de euros
en un momento de estancamiento de la economía.
“La
alianza Laboristas-Hatnuá
ha
generado un efecto psicológico que, por primera vez en años, inclina la balanza
hacia la izquierda”, indica Mazal Mualen,
comentarista parlamentaria.
Herzog, no
muy carismático, se ha reforzado con la enérgica Livni. Aportan “una idea de
cambio esperanzador al que se suma la novedad de compartir legislatura, dos
años para cada uno en el cargo de primer ministro”, señala Mualen.
Pese a ello,
no arrasan.
Todos los partidos de centro-izquierda tienen
hoy 48 escaños y, según las encuestas, en marzo no pasarán de 38, tras
la caída de Lapid, experiodista estrella, que perderá medio grupo parlamentario
(no más de 10 asientos). Eso quiere decir, indica el Instituto para la
Democracia de Tel Aviv, que las fuerzas más
progresistas se están robando votos entre sí y no movilizan a los desencantados
de la derecha.
La agenda
social, cercana a la clase media, es la columna
vertebral de su discurso para empatizar con el votante, tradicionalmente
conservador en Israel. Herzog y Livni arrastran
la desventaja de cosechar un voto cosmopolita y lagunas
en seguridad y defensa, fuertes de Netanyahu. Estos días se pasean por
la frontera de Gaza ganando puntos.
En 22 años, la izquierda sólo ganó en dos ocasiones, con ex altos mandos
militares como Isaac Rabin (1992) y Ehud Barak (1999).
La coalición
anti-Bibi tendrá que contar con dos socios para tenerse en pie:
el Israel Beitenu del ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, y
el
Kulanu (Todos nosotros), parido por Moshe Kahlon.
El primero es un ultraderechista
que, según sus asesores, entiende que necesita ser
“flexible” para llegar a primer ministro algún día.
De presentar
listas conjuntas con Netanyahu puede pasar a ser llave de Gobierno con el otro
extremo político.
Kahlon es la nueva
sensación, exministro de Comunicaciones del Likud, adorado por
liberalizar el mercado de la telefonía y rebajar los precios. Nada
izquierdista, se cuida de realizar críticas feroces a su antiguo jefe Bibi o a
la recompuesta izquierda.
También
Lieberman.
Indeterminación que puede convertirlos en “hacedores de reyes”.
También los
conservadores pueden recurrir a ellos. Las cuentas salen, pues aportarían unos 20 escaños, unidos a políticos como Naftali Bennet, de Casa Judía, ultraderechista, actual
ministro de Economía, que logra 17 escaños, con una tendencia de voto al alza.
La
derecha radical tiene,
pese al leve viraje, plena capacidad de formar gabinete, aunque en su caso los
religiosos recelan de la alianza.
Partidos
como el ultraortodoxo Shas (11 escaños hoy) no tienen reparos en cambiar de bando, pero ahora arrastran la rabia contra Netanyahu por excluirlos de
la última alianza.
Pueden
cobrárselo yendo con el centro-izquierda.
El partido de
Netanyahu, tendría similares apoyos con o sin él, indican los sondeos. El día
31 de enero, el Likud celebra primarias en las que ya no participará el
exresponsable de Interior, Gideon Saar, que se
temía como el mayor adversario del ahora primer ministro. Sólo hay otro
candidato seguro hoy, Moshe Feigling, colono,
contrario a la solución de dos Estados y que propone la anexión de Gaza y
Cisjordania y dar incentivos a los palestinos para que abandonen sus tierras.
En 2012 ya se enfrentó a Netanyahu y perdió, con el 24% de los votos frente al
75% del aún mandatario israelí.
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