El
gobierno judío de Alemania esta llevando a la quiebra a la periferia de Europa
Alemania vende submarinos a Israel para que los equipe con armamento atómico
Alemania ordena quemar los libros de mi lucha de Adolf Hitler
Alemania
abastece con bombas a Israel en plena guerra de Gaza
https://es.wikipedia.org/wiki/Conflicto_entre_la_Franja_de_Gaza_e_Israel_de_2014
La canciller
alemana, Angela Merkel, llamó por teléfono a Benjamín Netanyahu el 9 de julio
para condenar «sin reservas el lanzamiento de cohetes contra Israel».207 En una
entrevista la canciller alemana, mostró su comprensión por la incursión
terrestre que lanzó el Ejército de Defensa de Israel contra Hamás en Gaza. Dijo
que «Israel tiene derecho a la autodefensa», que «ésta debe ser llevada,
naturalmente, de manera adecuada» y que «cada país debe defenderse cuando es
atacado así». Cerró sus declaraciones afirmando que «ambas partes deben aceptar
compromisos dolorosos; pero nosotros estamos del lado de Israel cuando se trata
de la autodefensa».208
la Unión
Europea, a través de su embajador en Israel, expresó su «solidaridad
incondicional» con los ciudadanos de Israel, diciendo también que los «disparos
indiscriminados de cohetes contra la población civil no puede ser nunca una
respuesta legítima,
El
poderío de Alemania divide a la UE
http://lat.wsj.com/articles/SB11500025451638853982204581092691013483876?tesla=y
Por ANTON TROIANOVSKI
Martes,
7 de Julio de 2015 0:03
EDT
La canciller
alemana Angela Merkel, junto al primer ministro de Grecia Alexis Tsipras. Alain
Jocard/Agence France-Presse/Getty Images
BERLÍN—Bajo el domo de cristal del
Reichstag, el Parlamento alemán, el líder izquierdista
de oposición Gregor Gysi acusaba a la canciller Angela Merkel de lastrar a Grecia con una tasa de desempleo asombrosa,
recortes salariales devastadores y “comedores de beneficencia tras comedores de
beneficencia”.
Merkel
estaba sentada a unos pocos metros, con un rostro inexpresivo mientras revisaba
los mensajes en su teléfono inteligente.
El poder de
Merkel aparenta ser cada vez más intocable después de pasar una década como
canciller, tanto dentro de Alemania como en Europa. No obstante, ahora que el
rechazo de los griegos a las exigencias de los acreedores para otorgar un nuevo
paquete de financiamiento representa el mayor desafío a la integración europea
en décadas, los riesgos al proyecto
europeo provenientes del ascenso de Alemania como el país más poderoso del
continente se han vuelto evidentes.
“No queremos
ser una colonia de Alemania”, dijo el viernes Pablo Iglesias, el
líder de Podemos, el partido español que se opone a las medidas de
austeridad.
El domingo,
luego de que quedó claro que los griegos habían optado por el “No”, el líder populista italiano Beppe Grillo dijo que “ahora Merkel y los
banqueros tendrán cosas para meditar”. Merkel viajó el lunes a París
para sostener reuniones en medio de señales cada vez más nítidas de que Francia
está resistiendo la línea dura que Berlín ha adoptado con Grecia.
“Lo que está ocurriendo
ahora es una derrota para Alemania en particular, mucho más que cualquier otro
país”, dice
Marcel Fratzscher, director del Instituto Alemán de Estudios Económicos, un
centro de estudios de Berlín.
“Alemania, a fin de
cuentas, ha ayudado a determinar la mayoría de las decisiones europeas de los
últimos cinco años”.
Los funcionarios alemanes confiesan,
en privado, que a veces les cuesta creer que su país tenga un mayor impacto en
la mayoría de los debates sobre políticas europeas que el Reino Unido o
Francia, pese a contar con una débil presencia militar y un público centrado en los asuntos
internos.
En realidad, este parece ser el momento de
mayor influencia alemana desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Analistas de
centros de estudios, diplomáticos y políticos alemanes consideran el ascenso
germano como algo positivo. Señalan que la estabilidad, la paciencia y una
disciplina ligada a reglas previamente establecidas que muestra el gobierno
alemán son, precisamente, las virtudes que necesita Europa en una época
turbulenta. Alemania, con una economía que depende de las exportaciones y una
identidad nacional fraguada en una historia conflictiva, es el país que tiene
más que perder si se desmorona la integración europea y está abocada a
fortalecer la unión, sostienen.
La
popularidad de Merkel no ha decaído en Alemania, pese a la crisis griega, y se
mantenía en 67% en una encuesta publicada a fines de junio. No obstante, si la
canciller decide ofrecer zanahorias políticas para mantener a Grecia en la zona
euro, sería duramente criticada. Apenas 10% de los alemanes apoya que se
otorguen nuevas concesiones a Grecia, indicó un sondeo divulgado la semana
pasada.
El poderío
alemán también genera tensión al interior de la Unión Europea, una alianza que
se forjó como una sociedad entre iguales y que ahora tiene problemas para
acomodar el creciente dominio de uno de sus miembros.
Después de
cada crisis en la que Merkel asume el papel de encargada de resolver el problema,
el mensaje para muchos europeos es que a pesar de hablar incansablemente de un
“proyecto europeo”, quienes están a cargo son los
alemanes y los burócratas sin rostro de Bruselas.
Es probable
que la reacción en contra de Alemania crezca si se agrava la crisis de la zona
euro y las políticas de Berlín se vuelven más enérgicas.
El ceño
fruncido del ministro de Finanzas alemán de 72 años, Wolfgang Schäuble,
apareció en algunos de los afiches que instaban a los electores griegos a
rechazar las peticiones de los acreedores. “Ha estado chupando tu sangre durante cinco años. Es hora
de decir NO”, rezaba la pancarta.
“Quieren humillar a Grecia
y enviar una señal de advertencia a España, Portugal e Italia”, dice Hilario Montero, un jubilado
que acudió hace poco a una manifestación en apoyo a Grecia en Madrid,
refiriéndose a Berlín y Bruselas.
“El mensaje es que está
prohibido cruzar los límites que fijaron”.
El poderío
alemán polariza a Europa. Merkel es popular entre la clase dirigente europea,
aunque los políticos populistas la acusan de estar formando un “Cuarto Reich” dominado por el capitalismo alemán.
Una encuesta
divulgada en junio mostró que Merkel era la segunda política más reprobada por
los españoles después del presidente ruso Vladimir Putin, con un nivel de
desaprobación de 54%. Merkel, no obstante, también obtuvo uno de los mayores
niveles de aprobación, con 39%, por encima de los líderes de Italia, la
Comisión Europea y Naciones Unidas.
Grecia, no
obstante, representa la prueba más directa a la Europa de Merkel. Su gobierno
jugó el papel protagónico a la hora de dar forma a las exigencias de medidas de
austeridad y reformas económicas impuestas para obtener fondos de rescate de la
zona euro y fue la voz más influyente que se opuso a una reestructuración de la
deuda griega. La prensa española la apodó “la inspectora”.
La forma en que Alemania ha
determinado la respuesta europea a la crisis griega ha desatado duras críticas
en Francia, que se
han vuelto populares en los políticos de la extrema derecha y la extrema
izquierda en un país cuya influencia antes excedía a la de su vecino. En una
encuesta publicada en diciembre, 74% de los
entrevistados dijeron que la influencia de Alemania en la política de la UE era
excesiva.
Marine
Le Pen, la líder del
partido de extrema derecha Frente Nacional, dijo en una entrevista con la
revista alemana Der Spiegel que Merkel “quiere imponer algo sobre el resto que
conducirá a la explosión de la Unión Europea”.
El deterioro
de la crisis griega ha abierto grietas en el consenso de la clase dirigente
europea. El presidente francés, François Hollande, del
Partido Socialista, enfrenta una rebelión de miembros de su mayoría
parlamentaria que lo acusan de acceder a las medidas de austeridad impulsadas
por Alemania y abandonar su promesa electoral de 2012 de buscar
políticas que estimulen el crecimiento en Europa.
No obstante,
políticos y destacados comentaristas en Alemania creen que un rol más
protagónico de Alemania en Europa es el curso responsable a seguir. “En
términos políticos y económicos, los países estables no se pueden esconder”,
dijo hace unos meses el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Frank-Walter
Steinmeier. “Alemania es demasiado grande e importante para asumir un papel
marginal en los asuntos internacionales”.
El connotado
politólogo berlinés Herfried Münkler publicó en
marzo un libro que refleja la forma de pensar de la élite alemana en temas internacionales.
Alemania, escribió, tiene el deber de liderar a Europa porque ni Bruselas ni
ningún otro país de la UE es lo suficientemente fuerte para hacerlo.
En una entrevista reciente, Münkler añadió que
Alemania liderando a Europa por su cuenta “no es una solución de largo plazo”.
Las encuestas muestran que los alemanes no quieren asumir una mayor
responsabilidad internacional. Además, resaltó, el posible ascenso de un
partido populista en Alemania, algo que ya ha ocurrido en casi todos los países
vecinos, desde Polonia y Holanda a Francia, reforzaría la retórica nacionalista
en Alemania y aumentaría la aversión del resto de Europa hacia el liderazgo
germano.
Esa es la
razón por la cual el actual enfrentamiento con Grecia es crucial para el futuro
del lugar de Alemania en Europa, dicen los analistas.
Si Merkel da
el visto bueno a un nuevo paquete de ayuda a Atenas, enfrentará la ira de la
derecha alemana y alentará el incipiente movimiento anti UE en el país.
Si Grecia
abandona el euro, Merkel será señalada como la culpable de un episodio que
polarizó la UE.
“Si Grecia
deja la zona euro, esto podría ser considerado en algún momento como el
comienzo del fin del proyecto de integración europea”, advierte Claudia Major,
analista de seguridad del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de
Seguridad.
—Matt Moffett, Giovanni
Legorano
y David Román
contribuyeron
a este artículo.
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