Grecia,
la solución final: que no se paguen las deudas hipotecarias, ni la deuda externa
para salir de la crisis.
La
crisis se convierte en una tragedia sin fin para la clase media y baja de
Grecia
http://lat.wsj.com/articles/SB11500025451638853982204581090690690999806?tesla=y
Por
CHARLES FORELLE
Actualizado
Lunes,
6 de Julio de 2015 0:03
EDT
Nota del
autor del blog: pobrecita se nota que esta desnutrida y no ha comido en semanas.
Al igual que
muchos griegos, Katerina Papalevizopoulo, se ha atrasado en el pago de su
crédito hipotecario. The Wall Street Journal
ATENAS— El año pasado, Grecia parecía
levantar cabeza. La economía estaba creciendo, en un cierto punto más rápido
que la de Alemania. Los inversionistas internacionales competían por comprar
los bonos del gobierno. Los bancos se fortalecían y los políticos hablaban de
una “salida limpia” del rescate que llevaba años: no más préstamos, no más dinero, no más revisiones humillantes de los
burócratas de Bruselas.
La situación
de muchos griegos, sin embargo, iba de mal en peor.
Katerina
Papalevizopoulou se había quedado sin trabajo. Su esposo había perdido su
empleo como conductor de un camión y manejaba un taxi. Ganó unos 7.000 euros
(US$8.000) en 2014, menos que los 9.000 euros del año previo y la mitad de lo que había obtenido en 2008. Adeudan
unos 70.000 euros de la hipoteca del apartamento que habitan en la capital
griega.
Vendieron
sus anillos de bodas. Enviaron su auto a desguace por 250 euros. Su hijo de 10
años se fue a vivir con sus abuelos fuera de la ciudad. “No quiero que mi hijo
presencie esto”, reconoce Papalevizopoulou en su pequeño y atiborrado
apartamento. “Si mira mi refrigerador, mi despensa, están vacíos”, dice. Se
disculpa porque no tiene nada que ofrecerles a las visitas. “El
sacerdote me trae comida”, afirma.
Para muchos
griegos, cualquier mejora económica ha sido un espejismo, incluso antes del
caos de las últimas semanas.
Las deudas se han vuelto más
onerosas.
Los salarios se han derrumbado, producto de
las políticas diseñadas para que los trabajadores griegos se vuelvan más
competitivos a nivel internacional. Los servicios sociales han sido recortados
para ayudar a cerrar la brecha fiscal.
El resultado es que las familias
griegas han disminuido su gasto y se han atrasado en el pago de sus deudas.
La consecuencia,
después del referéndum del domingo, cuyo resultado según una proyección oficial
al cierre de esta edición mostraba que los electores habían rechazado las
condiciones impuestas por los acreedores para desembolsar un nuevo paquete de
ayuda financiera, es un país destrozado
tanto en lo social como en lo económico. La ruptura ha contribuido al
ascenso de Alexis Tsipras, líder del partido de izquierda radical Syriza, al
cargo de primer ministro. También ha potenciado lo que parece ser un triunfo
del “No” más amplio del previsto.
Más allá de
si Grecia sigue o deja la zona euro, la devastación económica significa que los
griegos tienen un arduo camino por delante.
Su sistema
bancario podría ser el primer paciente a tratar y un vistazo al mercado hipotecario
muestra los motivos. Cuando ingresó al euro en 2001,
Grecia tenía una cantidad relativamente pequeña de préstamos de consumo:
sus bancos habían extendido 24.000 millones de euros en
créditos a hogares para fines de ese año. Para
fines de 2009, justo antes de que explotara la crisis de la deuda, la
cifra se había cuadriplicado a 99.000 millones de euros.
Grecia tiene altas tasas de propiedad
de viviendas, que los bancos del país han financiado con créditos hipotecarios. Eso se ha vuelto un problema. El
deterioro de la economía ha llevado a muchos miembros de la clase media a
descender a la clase media baja y a muchas personas de la clase trabajadora a
la pobreza. La morosidad en los pagos de estos préstamos se ha disparado.
Los
cuatro grandes bancos griegos reportaron en el primer trimestre que entre 32%
y 39% de sus carteras en Grecia registraban incumplimientos y el ritmo de la
morosidad parece haber aumentado marcadamente este año.
El Banco Nacional de Grecia, el mayor
prestamista del país, reportó que 154.000 millones de
euros en hipotecas griegas estaban retrasadas en los pagos por 90 días o
más en el cuarto trimestre del año pasado.
Durante los primeros tres meses de este año, la cifra saltó
a más de 280.000 millones de euros.
“Debido a todas las
medidas que eligió tomar el gobierno, no hay más dinero”, dice Joanna Stentoumi, una abogada
que asesora a personas de escasos recursos y ayuda a Papalevizopoulou y su
marido. Quieren presentar los papeles para que la justicia alivie su deuda.
Bajo una ley
de 2010 que incorporó una especie de proceso de bancarrota personal, los jueces
pueden suspender o reducir los pagos y, en última instancia, reestructurar la
mayoría de las deudas. No obstante, los tribunales están tan llenos de este tipo
de casos que muchos tendrán que esperar años antes de
una sentencia. Maria Saridaki, una abogada de Atenas que maneja casos de
deuda, dice que los solicitantes pagan una fracción de su deuda todos los meses
mientras esperan una audiencia. El mínimo es de 40 euros al mes. Uno de sus clientes, que está pagando esa suma, tiene una
citación en la corte para 2024, señala.
También hay
una moratoria sobre ejecuciones hipotecarias de residencias primarias, aunque
algunas viviendas e instalaciones de pequeñas empresas no están cubiertas.
Además, los bancos modifican voluntariamente muchos préstamos, reduciendo los
pagos, pero acumulando los intereses al final.
En el
distrito de Ilion, en el norte de Atenas, un grupo de residentes se reúne todos
los miércoles a las 4:00 p.m. en la corte civil local, la hora en que se supone
se realizan las subastas de propiedades embargadas e impiden el ingreso de los
abogados, dice Fotini Kokoni, una organizadora del grupo. Describe la
iniciativa como un “movimiento social”.
“Había que elegir entre
pagar los préstamos o alimentarnos a nosotros y a nuestros hijos, y optamos por
lo segundo”,
dijo.
Los bancos griegos están cerrados
desde hace una semana y se les está agotando el efectivo.
No se sabe cuándo volverán a abrir
sus puertas.
Cuando lo hagan, tendrán una tarea
gigantesca.
La marea de incumplimientos, tribunales
atestados y la imposibilidad de ejecutar hipotecas han dejado al sistema en una
especie de animación suspendida, con pocas opciones buenas.
“La gente no puede comprar
nada”, dice
Stentoumi, la abogada. Reducir el valor contable de las hipotecas podría dejar
a las entidades en bancarrota en momentos en que no hay perspectivas de ayuda
gubernamental.
Lo que
ocurra ahora es incierto, pero los problemas económicos animaron a los
votantes.
“El 30% de la gente
está perdida. No pueden darles de comer a sus hijos. No pueden ir al médico. No
hay estructura social en este momento”, dijo Stentoumi antes del referendo.
Papalevizopoulou,
de 33 años, tuvo un hijo en 2008. Nació con un defecto que hacía que el líquido
se acumulara en su cerebro. Su esposo había heredado el departamento, pero
consiguieron una hipoteca para pagar el tratamiento de su hijo y traerlo a
casa. Papalevizopoulou detalla los gastos:
24.000
euros por un ventilador,
miles
de euros por los tanques de oxígeno, un porcentaje muy bajo de los cuales eran cubiertos por el
seguro. Su hijo, Panagiotis, falleció en 2011.
El crédito
hipotecario era de 337 euros al mes. Lograron que el banco lo redujera a menos
de la mitad, pero no fue suficiente. “Pagábamos cuando podíamos”, explica
Papalevizopoulou. Las cuentas se acumulaban. Los ingresos proveniente del taxi
de su marido cayeron. Paga 52 euros al día por alquilar
el vehículo, 10 euros por el seguro, otros 10 euros en impuestos y 25 euros en
gasolina, cuenta. Algunos días sus ganancias ascienden a apenas “cinco, tres o seis
euros”.
La mujer
solicitó una subvención estatal de 500 euros al año para personas de bajos
ingresos y la consiguió el año pasado. Hace una semana se enteró de que la suma
de este año no se pagará.
—Apostolis Fotiadis contribuyó a este artículo.
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