El
hambre como arma de guerra
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/12/04/actualidad/1449256452_045513.html
Los insurrectos usan el asedio, que
el Ejército regular ya empleaba, para vencer en Siria
Merkel logra el sí del Parlamento para la intervención en Siria contra el ISIS
NATALIA
SANCHA
Yarmuk
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DIC 2015 -
Dos sirios
trasladan este viernes a una víctima de un bombardeo en las afueras de Damasco.
/ AMER ALMOHIBANY (AFP)
En la guerra
siria, unas batallas se ganan con las balas, otras con el hambre.
En los
múltiples frentes estancos de una guerra que dura ya casi un lustro, y que se
ha cobrado más de 240.000 vidas, la estrategia
consiste en sellar a cal y canto las ciudades para que el enemigo se rinda. Una
técnica inaugurada en esta contienda por el Ejército sirio, y replicada por los
insurrectos.
Las balas
apenas rezuman ya en el campo de refugiados palestinos de Yarmuk (fundado por descendientes de los
desplazados por el nacimiento de Israel en 1948), a tres kilometros al sur de Damasco.
Prueba del
impasse son las plantas de albahaca de metro y medio que florecen bajo el
cuidado de los uniformados en el último control militar.
En dos años, la línea del frente
apenas se ha corrido 200 metros.
“Queremos que los
armados autóctonos del campo entreguen sus armas y expulsar a los terroristas
de Daesh [acrónimo peyorativo en árabe para referirse al Estado Islamico] y Al
Nusra [rama local de Al Qaeda] hacia el sur, fuera de la línea de Damasco”, dice
Abu Qifah
Ghazi, responsable del Frente Popular para la
Liberación de Palestina-Comando General (aliado del régimen sirio).
El frente de
Yarmuk —donde un centenar de personas murió de inanición— no es ahora
prioritario, por lo que los soldados apostados a su entrada beben mate —típico
en Siria como en América Latina— y decoran sus posiciones. Un soldado que acaba
de hacer la colada la cuelga del tendedero con un osito de peluche. “Se le cayó
mate encima así que lo ha lavado”, explica otro soldado.
Algunos
uniformados llevan ya dos años en esta posición, y se esmeran por dar un toque
de normalidad a estos frentes inertes convertidos en su nuevo hogar. Las lonas
colgadas entre edificios para bloquear la mirilla de los francotiradores son lo
único que recuerda que allí aún sigue latente la guerra.
En el frente
de la ciudad vieja de Alepo, se repite el mismo escenario de neones y teteras.
Los asedios estrangulan a los combatientes y por ende a las poblaciones
atrapadas. Tan solo algunos convoyes de ACNUR (la agencia de la ONU para los
refugiados) y de la Media Luna Roja siria logran romper ocasionalmente el cerco
para repartir ayuda humanitaria.
A pesar de
la presión, pocas han sido las treguas alcanzadas. En mayo de 2014, el Ejército
sirio abría un corredor para unas 2.000 personas, incluidos unos 600
combatientes rebeldes. El próximo lunes, se pretende replicar una tregua
similar en Al Waer, el único de los 36 barrios de Homs aún bajo control rebelde. “Se trata de
alejarlos de la ciudad hacia Idlib, donde será
más fácil combatirlos porque en el centro de las ciudades es más complicado
debido al numero de civiles y callejas”, explica un oficial del Ejército
regular.
Comida
desde helicópteros
Uno de los
cercos menos visibles ante la opinión pública pero que corre el riesgo de
convertirse en un segundo Yarmuk, son los tres barrios de la norteña provincia de Deir ez Zor, aún bajo control del
Ejército. La base militar de esta ciudad, a 140
kilómetros al sureste de Raqa, lleva 10 meses rodeada por el ISIS. Los
escasos alimentos que entran lo hacen desde helicópteros militares. Los vecinos
mueren literalmente de hambre. Y ello sin disponer de un solo hospital que
trate a los enfermos.
“Beben agua
sucia del Éufrates y cuecen hierbas”, relata Mounir K., ahora refugiado en
Turquía y cuyos padres permanecen en Abu Kamel. Sin que ninguna ayuda
humanitaria haya logrado romper el cerco impuesto en tierra del ISIS, los
civiles más pudientes intentan escapar en barcazas pagando hasta 150 euros por
persona que reparten entre los traficantes de la rivera leal y los de la rivera
yihadista.
Omar Abu
Leila, fundador del grupo @deirezzor24, en el que una veintena de ciudadanos
informan desde dentro y fuera sobre la situación interna, advierte de la grave
crisis humanitaria: “La situación es muy crítica. Y va a peor con más aviaciones sumándose
a los bombardeos sobre Deir ez Zor. Solo la
semana pasada murieron dos niños por falta de alimentación”.
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